Entrevista con Javier Milei, presidente de Argentina
JAVIER MILEI, presidente de Argentina, habló con The Economist el 25 de noviembre en Buenos Aires. La conversación fue transcrita automáticamente y posteriormente editada manualmente para mayor claridad. The Economist no ha corroborado de forma independiente las cifras mencionadas por el señor Milei.
Nota del editor: Puede acceder a la versión en inglés de esta transcripción aquí.
The Economist: Quiero empezar con el hecho de que en todo el mundo es muy difícil en este momento reducir el tamaño del Estado. Pero en Argentina lo está logrando su gobierno. Quiero preguntar: cuál es el secreto de su éxito?
Javier Milei: Hay un encuadre filosófico. Es decir, más allá de las restricciones que uno pueda tener de corto plazo, yo sigo considerando al Estado como una organización criminal violenta. Que vive de una fuente coactiva de ingresos que se llama impuestos, que son una rémora de la esclavitud y que cuanto más grande el tamaño del Estado, más se cercena la libertad y la propiedad.
Consecuentemente, eso es un norte. Al margen de mi filosofía anarcocapitalista que implicaría la eliminación del Estado. Pero eso es un planteo teórico, filosófico. En la vida real, digamos, yo soy minarquista. Entonces, todo lo que yo pueda hacer por quitar la interferencia del Estado, lo voy a hacer.
Eso es conceptualmente. Después hay una realidad con la que yo me enfrento. Argentina tenía un déficit fiscal de 15 puntos del PBI. 5 eran del Tesoro, 10 del Banco Central. Y la inflación venía corriendo al 54% por mes, o sea, algo así como el 17000% anual. Por lo tanto, si yo no hacía algo muy abrupto, terminaba en una hiperinflación. Y eso implicaba hacer algo abrupto tanto en el Tesoro como en el Banco Central. Porque no había acceso al financiamiento y tampoco había demanda de dinero. Por lo tanto, ya estábamos al borde de una catástrofe.
De hecho, Argentina combinaba los peores elementos de las tres peores crisis argentinas de la historia. En El Rodrigazo, teníamos un sobrante monetario que era el doble. Teníamos la situación del Banco Central, en términos de pasivos remunerados versus base monetaria, era peor que en la previa de la hiperinflación de 1989. Y los indicadores sociales eran peores que los que teníamos en el 2001. Por lo tanto, estaban dadas las condiciones para ir a una hiperinflación con caídas del PBI del torno al 15% y con 95% de pobres.
Ese día era el escenario al que nos enfrentábamos si no hacíamos los ajustes. Porque, de vuelta, además no teníamos acceso al financiamiento y además no había demanda de dinero. Por lo tanto, no había lugar tampoco para subir los impuestos, cosa que tampoco hubiera hecho. Eso es también el estado de la situación, con lo cual mucha margen para hacer otra cosa tampoco había.
Y después, otro elemento es, y yo creo que tiene que ver con el proceso decisorio mío y la forma en que tomo decisiones, porque acá hay dos planos en esa línea. Una es que yo sé lo que hay que hacer, cómo hay que hacerlo y además tengo el coraje para hacerlo. Porque a veces hay gente que sabe lo que hay que hacer, quizás no sabe cómo, otros sí saben cómo, pero lo que no hay es coraje para hacerlo seguro. Y entonces el punto es el coraje. Toda la discusión es lo que se lleva al otro lado. Entonces el segundo argumento en este plano es, bueno, entonces de dónde viene el coraje. Bueno, el coraje viene, mío, por dos cuestiones. Una es porque es parte de mi naturaleza. Es decir, a lo largo de mi vida mis decisiones han sido tomadas con una dosis de coraje. Algunos casi hasta podrían pensar que soy un temerario. Ese es el primer punto.
El segundo punto es, yo me tomo esto como un trabajo, literalmente. Entonces, si yo me lo tomo como un trabajo, yo tengo un job description, que es, se me pidió que baje la inflación y termine con la inseguridad. Y estoy terminando con la inflación y aniquilamos la inseguridad. Y es más, he sido muy consistente con mis promesas de campaña, porque yo dije, mi campaña que era en el plano económico, la motosierra, algo que evidentemente hicimos. La competencia de monedas, que de hecho ya empezó a funcionar. Ya hoy usted puede hacer las transacciones en la moneda que le dé la gana. En el plano de la seguridad dije, el que las hace la paga, con lo cual lo estamos haciendo. Y en mi política internacional, una alianza con Estados Unidos e Israel, lo cual también lo estamos haciendo.
Con lo cual nadie se puede sorprender de lo que estoy haciendo, porque lo prometí en campaña y lo estoy haciendo. Te paso un ejemplo más que te sirve para ver mi forma de ver las cosas en esto. Y es que, cuando estoy caminando por Olivos junto a Alberto Fernández, que me estaba presentando las instalaciones, Fernández me dice que él se sentía como un rematador mostrándole la casa al nuevo dueño. Y yo le digo, pará, yo no soy el nuevo dueño. Yo soy el nuevo inquilino por cuatro años con opción a ocho. Es decir, yo me lo tomo literalmente como un trabajo.
Entonces, eso hace que yo cuando tomo las decisiones, no las tomo haciendo cálculo político, sino que las tomo en el plano de lo que yo tengo que hacer. Y eso no es menor. Si no, no hubiera dado muchas de las discusiones que di y que, digamos, hoy son la base sobre la cual se sustenta la confianza, porque tenía todo para perder y nada para ganar, y sin embargo lo hice porque era lo correcto.
Entonces, digo, el mejor ejemplo es de jubilados, universidades, pero cosas que era defender a rajatabla el equilibrio fiscal. Y yo creo que, digo, es esa conjunción de elementos lo que explica la visión.
O, por ejemplo, fíjate, hay una entrevista que me hace Alejandro Fantino y un día yo le planteo la diferencia entre los distintos políticos. Digo, el político tradicional te pide el voto para que le des el poder, para que pueda arreglar tu vida, como si él supiera qué es lo que vos necesitas. En el caso mío, yo lo que digo es, yo te pido el voto para poder devolverte el poder de que vos seas el propio arquitecto de tu vida. Con lo cual te tenés que hacer, vas a percibir los beneficios, pero vas a tener que pagar los costos, si te equivocas. Entonces, no es que yo no lo avisé.
Entonces, eso de devolverte la libertad implicó una reducción del gasto público del 30% en términos reales. Digo, que fue achicar 5 puntos del PBI el resultado del Tesoro y en achicar, eliminar 10 puntos de déficit cuasi-fiscal en el Banco Central. Y todo eso fue en 6 meses. Lo del Tesoro lo logramos en un mes. Y lo del Tesoro y lo del Banco Central nos demandó 6 meses. Pero en 6 meses, vos podés decir, hicimos un ajuste de 15 puntos del PBI. Entonces, nunca en la historia de la humanidad se hizo un ajuste de esa magnitud y menos en esa cantidad de tiempo.
The Economist: Desde su punto de vista, ¿hay algunas lecciones ahí que se pueden aplicar en otras partes del mundo? ¿O la Argentina es un caso tan único que no se pueden aplicar lecciones en otros países?
Javier Milei: Sí, hay muchas cosas que se pueden aplicar. Porque nosotros no solamente hicimos la reducción del déficit del Tesoro y la limpieza del Banco... y el saneamiento del Banco Central. Nosotros también tenemos una agenda desreguladora y de reformas estructurales. De hecho, entre la Ley Bases y el DNU de inicio, el 70/2023, nosotros hicimos 800 reformas estructurales. Es decir, es una reforma estructural que es 8 veces más grande que la que hizo Menem en sus 10 años, que fue la reforma estructural más grande en la historia de Argentina. Y eso nosotros lo hicimos en menos de 6 meses, con un 15% de la Cámara de Diputados y un 10% de la Cámara de Senadores. Pero además tenemos una agenda desreguladora, donde todos los días desregulamos cosas. Y además todavía tenemos pendientes 3.200 reformas estructurales. Con lo cual, toda esa parte te diría que es fácil de exportar. Y de hecho, el propio Elon Musk con Vivek, están justamente, digamos, importando esa parte, ¿no? Que es la de quitar regulaciones y quitarle toda esta maraña de impedimentos al funcionamiento del Estado. Y, bueno, después el tema de los recortes. Eso es una cuestión de política doméstica y que tiene que ver también, digamos, con cuánto desprecio sientas por el Estado. En mi caso, el desprecio por el Estado es infinito.
The Economist: ¿Y esas conversaciones con Elon Musk ya empezaron? ¿Sobre las lecciones de Argentina, por ejemplo?
Javier Milei: Es que justamente el propio Elon Musk, digamos, manifiesta... Él sigue activamente el caso argentino. Además, yo le pasé los contactos de nuestros ministros. Así es que, bueno, él después verá junto a Vivek, y, justamente, no digo el apellido porque no me acuerdo. No me sale. Pero porque yo lo encontré en CPAC. Y nos saludamos y todo. Entonces, ahí yo te diría que el modelo está llegando. De hecho, en Japón lo están aplicando ahora. Entonces, la realidad es que la idea del afuera ha entrado.
Entonces, el tema es cómo uno hace el ajuste fiscal. No es lo mismo que el ajuste fiscal sea subiendo impuestos que bajando gastos. Y no es lo mismo qué tipo de gastos bajás. Es decir, nosotros... Fíjate, nosotros subimos transitoriamente el impuesto al país y lo eliminamos en septiembre y ahora en diciembre lo terminamos de eliminar. Además, eliminamos otros impuestos.
Pero, fíjate esto que es muy interesante: la reducción del gasto, ¿dónde impactó? Impactó sobre la política. Porque bajamos a la mitad la estructura del Estado, eliminamos la obra pública, eliminamos las transferencias discrecionales a provincias, bajamos empleados públicos, digamos, la gran mayoría de los contratos que van venciendo no los renovamos. Y además, eliminamos la intermediación en lo que es la gestión de los programas sociales.
Y eso fue muy importante al inicio. Porque nosotros al inicio pudimos duplicar los fondos que recibían las familias sin aumentar un solo peso de gasto público porque quitamos los intermediarios del medio. Entonces, eso no es menor, porque la gente se encontró con el doble de recursos sin que nosotros gastáramos un peso más. Igual, después...duplicamos en términos reales la canasta básica porque justamente el que seguía cubría la mitad y nosotros el 100%. Pero eso es un detalle, te diría, de vigésimo quinto orden.
Pero lo importante es que en el peor momento, que fue el primer trimestre, la gente encontró contención, después la economía tocó un piso en abril y en mayo empezó a despegar. Hoy, cuando tomás los números del tercer trimestre, la economía se expandió al 3,4%, y el anualizado es 14%. Y hay algunos que dicen “no, va lento”. Pues no más, si eso es lento... Muy bien.
The Economist: Estoy pensando un poco sobre la relación con Donald Trump, que es muy interesante. ¿Cómo ayudará concretamente a la Argentina la administración del señor Presidente Trump?
Javier Milei: Bueno, en principio, tenemos muy buena relación con las principales figuras de su gabinete. Entonces hay una excelente relación. Y además, nosotros tenemos un muy buen feeling entre los dos. Tenemos una buena calidad de vínculo. Y la verdad es que él ha sido muy generoso conmigo. Y además, él tiene claro que cuando nadie lo apoyaba, fui el único que lo apoyó. Entonces, eso es un... Está claro que nuestras relaciones van a mejorar sustancialmente. De hecho, la administración de Biden, mientras que ni siquiera le levantaba el teléfono a mi embajador, que hoy es mi canciller, hoy mi canciller tiene vínculo con todos los ministros, con todos los secretarios. Sí. De... del gobierno de Trump. Y bueno, entonces... claramente la relación es mucho más profunda y vamos a poder avanzar sin lugar a dudas en términos de lazos comerciales y lazos financieros.
The Economist: ¿Hay esperanza que haga una diferencia con el FMI, por ejemplo?
Javier Milei: Rotunda. De hecho, se nota en el diferencial de algunos funcionarios del fondo que antes eran ásperos, ahora están muy dóciles.
The Economist: Una pregunta más sobre Trump. Usted es un libertario, y su gobierno está facilitando el comercio en Argentina, ¿no? Para importadores, para exportadores. Donald Trump quiere subir los aranceles en Estados Unidos…
Javier Milei: Eso, eso, digamos... hay un... Yo tomo mucha distancia de lo que dice y hace Trump respecto a cómo lo informan los medios. El ejemplo más emblemático fue cuando él era presidente y subió los aranceles a China. Y eso no fue una medida de proteccionismo. Eso es una lectura incorrecta de no entender cómo funciona el mundo. El mundo venía de la crisis sub-prime. Que en la literatura se conocía como el problema del “savings glut” o también otro nombre que se le daba era el problema del desequilibrio global que era el superávit corriente de China, el desequilibrio de cuenta corriente de Estados Unidos y Europa neutro.
Y... Y el hecho de que tenía tipo de cambio fijo China eso, digamos, hizo que Estados Unidos su política monetaria estuviera laxa y no lo percibiera. Y cuando lo empezó a percibir ya fue demasiado tarde. Y... Entonces, inexorablemente esa situación llevaba a que se tuviera que apreciar la moneda china. Es más, esa apreciación que no tenía la moneda china se gestaba en el euro, que era la moneda con la que se arbitraban y eso generaba problemas internos dentro de Europa porque los que tenían alta productividad, llámese Alemania, Holanda... tenían que estar financiando a los que tenían menos productividad. Y eso generaba problemas internos dentro de Europa.
Entonces, cuando se juntan todos los países a partir de 2008 hacen un primer... digamos, es cuando el G20 se politiza. Entonces, en ese contexto ahí lo que ocurre es que... China decide apreciar su moneda parcialmente. O sea, no va a tipo de cambio flexible, pero la aprecia y eso empieza a corregir los desequilibrios y el mundo sale. Después el mundo empezó a tratar de desarmar todo lo que fue ese paquete de salvatajes.
Dicho esto... después se estancó eso. Entonces, Trump lo que le dijo a China es “ustedes si quieren jugar con las reglas de país grande tienen que actuar como país grande. No pueden tener el tipo de cambio fijo y estar exportando los desequilibrios”. Entonces, China dijo que no y entonces, digamos, Trump le contestó subiendo los aranceles.
Entonces, no es un problema de que... Trump es proteccionista, es un problema de cómo responde frente a la política china, la política monetaria china, política monetaria cambiaria. Entonces, me parece que una cosa es cómo funciona la política económica, otra cosa es lo que informan medios que le tienen desprecio a Trump. Es, digamos, una cosa totalmente distinta. Porque yo esas mentiras las padezco todos los días. O sea, es más, digamos, las ridiculeces y las mentiras que llegan a decir los medios son verdaderamente flagrantes. De hecho, a mí me han llegado a tildar de nazi. Vos lees un medio en Argentina y el 85% de lo que encontrás es mentira.
The Economist: En el caso de Trump y los aranceles, él ha dicho que quiere subir los aranceles en general, no solo contra China.
Milei: No lo sé, digamos, después habrá que... De vuelta, no sé si lo dijo, no sé si lo sacaron de contexto, no sé si le cortaron una frase. O sea, yo estoy acostumbrado a todas las trampas del periodismo, a todas. Entonces, hasta que yo no lo escucho de él directamente y con la medida concreta, digamos, o sea, todo lo que diga el periodismo no le creo nada.
The Economist: Una pregunta un poco más general, pero su lucha contra el socialismo es muy clara, ¿no? Y hay mucha gente igual, un poco como The Economist a veces, que está en contra del socialismo.
Javier Milei: No se nota. [risas]
The Economist: Bueno, intentamos. Pero que también está preocupada por otras cosas. El cambio climático, por ejemplo, o la libertad de prensa.
Javier Milei: O sea, el marxismo cultural.
The Economist: Eso es justo lo que quería preguntar. ¿Por qué van juntos esas posiciones?
Javier Milei: Bueno, ese es el problema. Es decir, hay gente... Mirá, yo te voy a hacer un ejemplo. Mi más reciente libro se llama Capitalismo, Socialismo y la Trampa Neoclásica. Y una de las cosas que yo explico es cómo la economía neoclásica termina siendo funcional al socialismo. Y concretamente, yo parto de la visión de Mises, que dice: “Vos solamente tenés dos sistemas. Tenés el capitalismo de libre empresa y el socialismo real”. Y si lo pensás ahora, eso, con la visión de Hayek de Camino de Servidumbre, es que cualquier solución intermedia es inestable en términos de capitalismo. Es decir, tiende a socialismo.
Es decir, es la frase de Friedman, que dice: “La solución que propone la acción del Estado siempre es peor que lo que vos tenías antes, que era de mercado”, por decirlo de alguna manera. Entonces, de hecho, justamente, el argumento de base de ese libro mío es: “Los fallos de mercado no existen”. Entonces, todo el core es eso y es toda una discusión técnica. Discusión técnica sobre que en realidad lo que se llama fallos de mercado son problemas de la estructura matemática respecto a las necesidades topológicas que tiene el problema de la existencia, la unicidad, estabilidad y optimalidad del equilibrio. O sea, y eso es un problema, digamos, de cómo definimos nosotros optimalidad, no es un problema de la vida real.
Pero, entonces, no se dan cuenta, pero terminan siendo absolutamente funcionales al socialismo. Entonces, por ejemplo, la agenda del cambio climático es una parte, digo, de lo que es la agenda del hombre contra la naturaleza. Y llega a una recomendación tan estúpida, tan ridícula, que es, en el límite, si te creyeras todas esas tonterías, tendrías que exterminar a los seres humanos porque están dañando el planeta.
O sea, te das cuenta que es una contradicción en los términos, si vos llevás esas ideas al límite. O sea, una de las cosas que pasó es que después de la caída del muro, en realidad la caída del socialismo se dio en el 61 cuando lo construyeron, el muro. Cuando lo empezaron a construir. Digo, pero se hizo evidente en el 89.
Entonces, ¿qué hacen los marxistas? Frente al fracaso, en el debate económico, trasladan la lucha de clase a otras partes. Entonces, una parte de la discusión es el hombre contra la naturaleza. El hombre contra la naturaleza, digamos, una de las caras es el cambio climático. Otra cara del hombre contra la naturaleza es toda la agenda LGBT, digamos, y todo lo que es la agenda del aborto. Son todas partes del hombre contra la naturaleza.
Por ejemplo, la agenda de pueblos originarios, la agenda Black Lives Matter. O sea, tenés un montón de agendas, digamos, que si vos respetás lo más sagrado, el liberalismo, que es la igualdad ante la ley, no tendría que... Salvo que estés a favor... O el feminismo radical. Salvo que vos estés a favor de que existan privilegios, o sea, affirmative action, discriminación positiva.
Dice, a mí no me parece que está bien la discriminación positiva. Entonces aparecen ahí los problemas de cupo, aparecen un montón de problemas. Y aparecen estas ridiculeces con las que nos encontramos en los deportes, donde aparecen hombres golpeando mujeres en un torneo de boxeo. O hombres ganándoles en natación a las mujeres, o en el deporte que quieras.
Pero entonces, la cuestión climática, si vos estudiás la historia de la Tierra, lo que se conoce hasta ahora, tuvo cinco picos de altas temperaturas. O sea, tuvo pico de altas temperaturas y pico de bajas temperaturas. Por ejemplo, en uno de esos picos de baja temperatura, desaparecieron los dinosaurios.
Entonces, bueno, de esos cinco picos, el único que estuvo el hombre es el último. Cuando vos tomás la temperatura promedio, no es muy distinta. Y si mirás la punta, o sea, ahora estamos debajo del promedio del pico y del promedio de los picos. Yo te recuerdo que, por ejemplo, los ecologistas y toda esta gente, en el año 2000, predecía que íbamos a estar todos congelados para el 2016. O 2000 y no sé cuánto. Es decir, la realidad es que cuando empezaron con toda la agenda climática, vos tenés como cerca de cerca de 20 errores groseros que esta gente le pifia siempre. Una de las cosas por las cuales le pifia siempre es... A mí me tocó trabajar con gente que trabaja en esto. Entonces, por ejemplo, te toman el sistema de ecuaciones diferenciales y te lo reparametrizan para que vos veas el daño hoy más cerca. ¿Entendés? Entonces te induce a mayores acciones. Entonces hacen referencia a los problemas de externalidades, a los fallos de mercado y todo. Y todo siempre se traduce en impuestos.
Entonces, si verdaderamente esa agenda fuera una agenda noble, lo que yo diría es que básicamente le quiten el financiamiento a los investigadores. A ver, que pongan... No, que vos conseguís una investigación, que te financien la investigación porque hablás de cambio climático. Porque entonces, digamos, o sea, al tipo ni le importa un rábano el cambio climático. Escribe sobre cambio climático porque le pagan. Así, digamos, o sea, esa no es la solución.
Yo digo, empecé a desconfiar de todas estas cosas cuando los vi involucrados en estas cosas a Krugman y a Stiglitz. Dije, cuando todos los delincuentes están metidos en esto... Algo huele podrido en Dinamarca.
The Economist: Acá en Argentina, ¿cuál es la mayor amenaza para lograr y sostener la transformación del Estado y la economía que desea usted?
Javier Milei: El partido de la política, la casta. Y esos son los que amenazan esto porque son los que pierden en todo esto. O sea, la casta está compuesta, digamos, por los políticos corruptos, está compuesta por, digamos, el periodismo ensobrado, está compuesta por los empresarios prebendarios, está compuesta por los sindicalistas estafadores y está compuesta también por profesionales que son funcionales a la casta. Es eso.
The Economist: Usted ha dicho varias veces que el peso no está sobrevaluado ahora. Si los fundamentos apoyan ese nivel, ¿por qué no eliminan el cepo [capital controls] ahora? ¿Es que hay actores de mala fe o qué se preocupa?
Javier Milei: Tengo un problema de stocks todavía no resuelto. Es decir, el primer punto es cómo generarías la apreciación cambiaria. La pregunta es eso, cómo generás apreciación cambiaria. Entonces, por ejemplo, un ejercicio de apreciación cambiaria sería que vos fijes el tipo de cambio, se emita dinero, entonces empieza a subir los precios y como se te deterioran las cuentas del sector externo, entonces vos tarde o temprano tenés que devaluar. Y eso sería un caso...
Nosotros no emitimos dinero. Si no emitimos dinero, ¿de dónde lo sacás ese proceso? Cuando miran la serie, agarren y miran una serie de tipo de cambio desde el 2003. Es decir, miran después de que hubo un salto del tipo de cambio. Si la serie la miraran desde el 91, tendrías que el tipo de cambio tendría que ser 600. Y si vos mirás los 90 solos, tendría que ser 400. ¿Dónde está entonces el tipo de cambio real? Si te das cuenta que todo depende de dónde cortan la serie, de cómo la utilizan. Ni siquiera consideran los efectos que puede haber por una ganancia de credibilidad y te ingresen capitales.
Por lo tanto, el problema es que los demás no pueden explicar por qué está verdaderamente apreciada la moneda más allá de un indicador que lo utilizan fragmentado. No solo eso, sino que además yo te hago una pregunta. Suponete un modelo de transables y no transables. El tipo de cambio real viene dado por el precio de los transables y dividido por el de los no transables. El precio de los transables es el tipo de cambio por el precio internacional. ¿Hasta ahí vamos? ¿Qué pasa si tenés un shock negativo sobre el sector productivo no transable de la economía? Se contrae la oferta. ¿Y qué va a pasar con el precio de los no transables? Tiene que subir.
Entonces, vos dirías que ahí tenés un problema de apreciación del tipo de cambio. Si se te apreció el tipo de cambio, entonces tenés que devaluar. Si vos devaluás los recursos que deberías estar mandando al sector no transable, los vas a mandar al sector transable. ¿Cómo te das cuenta? Si en el fondo, ¿qué es lo que pasa en Argentina? Argentina tenía un tamaño del gasto público que lo que hacía era justamente hacer subir el precio de los no transables. Nosotros corrimos 15 puntos del PBI y sacamos al Estado de en medio. Mirá si no hay para apreciar. O sea, redujimos un tercio del gasto público. Mirá si no hay para que ese tipo de cambio que miran no tiene nada que ver con lo que están comparando.
Entonces, lo que digo es... Y además, si vos tuviste un shock sobre el sector no transable, ¿qué hacés devaluando? Devaluando. O sea, lo único que hacés es hacer perpetua la situación, digamos, empobreciendo a tu país. Entonces, no pasa por ahí la solución. Pero ninguna de estas cosas las pueden contestar.
The Economist: Entiendo muy bien eso. A mí me llama la atención lo que la gente me dice, que en diciembre era más o menos el mismo nivel el tipo de cambio real que ahora.
Javier Milei: No, el tipo de cambio nominal es el mismo. Es mucho más amplio.
The Economist: Digo, el multilateral real. Era más o menos el mismo en diciembre que ahora. Y ahí usted devaluó. Que en medio de….
Javier Milei: No. Nosotros no devaluamos.
Porque vos decís... Yo no compro ese argumento de que nosotros devaluamos. Si vos tenías una brecha del 200%, o sea, tenías un oficial y uno... O sea, precios al que hay. Al oficial no había. No había dólares al oficial. O de dónde te creés que sale la deuda de la CIRA por 50.000 millones de dólares y dividendos por 10.000 millones. O sea, tenías un problema de 60.000 millones de dólares. Es mentira. Pero ese tipo de cambio no existía.
The Economist: Es decir, ya era antes como ahora.
Javier Milei: Exacto. O sea, sinceramos las variables. No. O sea, nosotros no devaluamos. Nosotros sinceramos que es otra cosa. Esa devaluación ya estaba.
The Economist: Quiero preguntar un poquito sobre instituciones. Que ya usted mencionó. Los controles y equilibrios de poder, un poder judicial independiente, obviamente son importantes en la democracia, pero también pueden ralentizar un poco las reformas, ¿no? Lo hace un poquito más difícil. ¿Les preocupa ese trade-off de alguna manera?
Javier Milei: Yo juego en las reglas que están pactadas. O sea, si vos te fijás, yo no me corro un milímetro de las reglas que están pactadas en la Constitución. Yo juego en las reglas, digamos, de ese campo de juego que está delimitado. O sea, yo juego en ese campo. Está claro.
The Economist: Pero ¿cree usted que deberían hacer cambios, ese tipo de reglas de juego, para hacerlo un poco más fácil, hacer reformas más rápidamente, por ejemplo?
Javier Milei: Está bien. Bueno, sí, pero está bien. Pero son las reglas de juego. Son las reglas de juego. O sea, si no, digamos, andás con otra cosa. Si querés jugar al fútbol, son 11 contra 11. La cancha tiene, el arco tiene 7.32 por 2.44. El largo de la cancha es entre 90 y 100 metros y el ancho es entre 75 y 90. Listo, se acabó.
The Economist: No hay una aspiración para cambiarles ese tipo de cosas?
Javier Milei: Nosotros lo que sí estamos tratando de hacer es que el propio Poder Judicial haga las reformas que necesita para que pueda funcionar mejor. Eso es lo que nosotros motivamos.
The Economist: De hecho, justo en ese tema, una de las críticas que la gente hace, o algunas personas hacen, es que, por ejemplo, alegan que Ariel Lijo, para el corte, tiene dudosa integridad, dicen, por ejemplo. Y también que su nombramiento tiene algunas, yo qué sé, algunos acuerdos atrás. ¿Cuál es su respuesta a ese tipo de crítica?
Javier Milei: Mira, primero que cuando vos hacés un nombramiento, a todos les vas a encontrar cosas.
Sin embargo, digamos, tiene casos emblemáticos de haber metido preso, por ejemplo, a Boudou. Y yo eso lo hizo Lijo, así que, digamos, por lo justicia. Por otra parte, una de las cosas que es muy importante, Lijo es una de las pocas personas que comprende el funcionamiento operativo del Poder Judicial. Es alguien que puede hacer la reforma desde adentro. Porque está claro que la justicia no estaría funcionando como los argentinos demandan.
Y no solo eso, hoy los crímenes más complicados en el mundo, que son narcotráfico y narcoterrorismo, es el único que es especialista en ese tema. Yo entiendo que algunos medios de comunicación pueden tener un problema con Lijo, porque deben tener algún negocio que los debe tener medio incómodos. Entonces, que después me operen con eso, yo lo entiendo, pero los hechos son otros.
The Economist: Tuve otra pregunta de economía que no pregunté. Si entiendo bien, usted espera que los dólares se impongan, y que el peso vaya con el tiempo desapareciendo.
Javier Milei: Exacto. También se llama “dolarización endógena”. Es así, nosotros dejamos constante la cantidad de dinero. La base monetaria está fija. Si usted fija, la base monetaria no varía, por lo menos desde mitad de año, seguro. Yo creo que desde abril que no cambia la base monetaria amplia. Pero no sé si es desde abril o desde junio que la base monetaria amplia no cambia.
Entonces, ¿qué es lo que pasa? Cuando usted aumenta la demanda de dinero... vos vas a traer dólares y vas a comprar pesos. ¿Sí? ¿Qué es lo que te generaría? Te generaría una apreciación del peso. Viste que nosotros decíamos Lo que vos vas a ver una convergencia del paralelo hacia lo oficial, pero no había una devaluación, sino caída en el precio del paralelo. Y de 1.500 hoy lo tenés en 1.100.
Dicho esto, en ese contexto, en ese contexto, lo que vos tenés es que conforme aumente la demanda de dinero, vos tendrías que la base monetaria tradicional se mapea con la base monetaria amplia y una vez que pasa eso, vos entrarías en un proceso de deflación.Entonces, ¿qué es lo que nosotros estamos motivando? Es la competencia de moneda para que vos puedas usar otras monedas y que no se tenga que ir al peso.
Entonces, supongamos, para hacerlo fácil, que la gente quiere empezar a hacer las transacciones en dólares. Algo que hoy ya está permitido. Entonces, ¿qué es lo que pasa? Vos conforme va creciendo la economía y demandas más dinero, como los pesos están fijos, vos ¿qué haces? Inyectas dólares tuyos en la economía. Entonces, eso tiene dos ventajas. Una es que no te produce una apreciación abrupta del tipo de cambio. Porque la diferencia en la velocidad de ajuste del sector financiero con respecto al sector real, te podría generar una quiebra masiva de empresas. Entonces, por eso nosotros motivamos la competencia de monedas. Para que justamente no se vayan al peso, que es la mercancía escasa. De hecho, está fijo. Ahora, conforme este proceso aumenta, vas a tener cada vez más dólares respecto a los pesos. Va a llegar un momento que esa relación va a ser tan grande, la cantidad de pesos respecto de los pesos, de los dólares respecto de los pesos, que vos, en ese momento, si querés, podés cerrar el Banco Central.
The Economist: Lo que no entiendo, o no lo tengo muy claro, es que...
Javier Milei: El 95% de los economistas de acá tampoco lo entienden, así que está bien. Estoy acostumbrado a lidiar con eso.
The Economist: No, lo que quiero entender un poco es, la competencia, si la oferta de pesos es fija, pero el lado de dólares no es, al final no es una competencia real, no es…. Como se dice en español, un “tilted playing field”?, que al final no es competencia, digamos, real.
Javier Milei: Digo porque yo decidí dejar fijo bastante cantidad de pesos. El tema es que si la economía crece y demanda pesos también, eso te lleva a una deflación. En esa deflación, si no tenés dólares, ¿Qué haces? Entregar los dólares, pero entonces se te aprecia brutalmente, nominalmente el peso. Esa velocidad de ajuste es infinita. Y es más rápida que la velocidad de ajuste del sector real, entonces te puede mandar a la quiebra un montón de empresas.
Entonces, ¿para qué generamos la competencia de moneda? Para que vos puedas demandar y ofrecer en moneda extranjera y que no se te aprecie nominalmente el peso mucho. Esa es la idea principal.
Entonces, vos, si traes un dólar, porque está aumentando tu demanda de dinero, si tenés que ir a comprar un peso se te aprecia, pero si vos podés usar ese dólar en la transacción, eso no ocurre. O sea, nosotros le estamos generando demanda y oferta a los propios dólares en paralelo. Y podés usar cualquiera de las dos monedas. Es más, cuando este estadio está muy pronunciado, una de las cosas que tenés que hacer es permitir que los impuestos se paguen en moneda extranjera.
Y eso, digamos, hacia adelante eso también va a pasar. Digo, la dolarización endógena es eso. Que en realidad es, la gente va a usar la moneda que quiera. ¿Cómo termina funcionando el sistema? El sistema termina funcionando como si fuera el sistema de canasta de monedas, pero los ponderadores lo determina endógenamente la gente en función de las transacciones que hace. Entonces, por ejemplo, suponete que vos fueras un petrolero. ¿En qué vas a hacer tus transacciones?Digo, vos te querés eliminar el riesgo de moneda, entonces, ¿en qué la vas a hacer? ¿En WTI? ¿Entendés?No sé, Manuel quiere hacerlas en, digamos, está en el sector del gas. Bueno, las hace en BTU. Digamos, Diego se dedica a la minería con el cobre, entonces las hace en cobre. ¿Listo?
The Economist: Una última pregunta de economía, sobre el FMI, ¿están buscando, si entiendo bien, fondos frescos en algún momento?
Javier Milei: Nosotros estamos evaluando un conjunto de alternativas para acelerar la salida del cepo. Nosotros tenemos tres temas para salir del cepo. Una es la convergencia de inflación. Ejemplo, fíjate que el último dato dio 2,7. 2,5 es de inducida, o sea, es 0,2. 0,2, eso annualizado da 2,5%.
Si nosotros repetimos ahora dos meses de inflación en torno al 2,5, pasamos a un “crawling peg” de 1%. Con lo cual, si hacemos tres meses de una inflación de 1,5, ya estamos para abrir. Porque quiere decir que el “money overhang” que se generó por los controles en el plano monetario desapareció.
Ese es el primer punto, con lo cual no sobran pesos. El otro tema es que la base monetaria amplia quede mapeada con la base monetaria observada. Y eso lo vas viendo en la medida que los bancos van desarmando su posición de las lefis. Y es donde nosotros tenemos los pesos del Tesoro, o sea, que son del Banco Central. O sea, el Tesoro tiene los pesos para pagar eso adentro del Banco Central. Con lo cual, tenemos la plata, todo. O sea, eso, digo está super blindado. Pero requiere de que los agentes vayan generando demanda de crédito tal que los bancos salgan de las lefis y lecaps y vayan a tener pesos. O sea, es eso.
Y lo otro es que terminemos de resolver el problema de los stocks. Nosotros tenemos que cubrir algunas obligaciones con el Banco Central. Digo, por ejemplo, el Bopreal. Que fue un elemento muy importante para poder empezar a hacer funcionar el mercado de cambios al inicio de la gestión.
Entonces, una vez que nosotros resolvemos esos tres problemas, digo, yo lo abro. El cepo. Obviamente, que si yo recibo financiamiento y eso lo resuelvo más rápido. Y hay algo interesante, porque la deuda neta no sube. Porque el mayor acreedor, el mayor acreedor del Tesoro Nacional es el Banco Central. Entonces, claramente el Tesoro podría tomar esa deuda y pagarle la deuda al Banco Central. Porque eso implica honrar la deuda que tiene el Banco Central con los tenedores de peso. Con lo cual, eso sería una señal tremenda para terminar de destruir la inflación.
The Economist: ¿El FMI es solo una de las opciones para tener esos fondos?
Javier Milei: Es solo una de las opciones. De hecho, fíjate, nosotros tenemos cerrado el financiamiento del año que viene. Sin que haya aparecido el fondo en el medio.
The Economist: Entonces, no es seguro que lo van a buscar ahí.
Javier Milei: Vamos a ver cuáles son las condiciones. O sea, nosotros no estamos apurados. O sea, cuanto más rápido podamos salir, mejor. Pero no vamos a cometer imprudencias por acelerar la salida. Es decir, si consigo los fondos, salgo. Si no los consigo, estoy diseñando todas las condiciones para poder salir aún cuando no me den la plata.
The Economist: ¿Y qué tipo de imprudencias le preocupan con el FMI, por ejemplo?
Javier Milei: Nosotros somos muchísimo más prudentes que lo que pide el fondo. Nuestro programa es mucho más severo que el que planeaba el fondo. Es más, fuimos más severos que lo que nosotros mismos planeábamos. Porque nosotros, por ejemplo, esperábamos alcanzar el equilibrio fiscal a lo largo del año y lo logramos en el primer mes.
The Economist: Pero no hay algo específico, por ejemplo, que el FMI puede pedir por un acuerdo que usted piensa, bueno, eso de hecho no quiero firmar porque me hace un problema acá y por eso voy a buscar fondos en otro lado. No hay algo específico ahí?
Javier Milei: Tío, de vuelta, a la misma tasa, me quedo con el que me condiciona menos. Eso es obvio.
The Economist: Lo más barato posible.
Javier Milei: Claro, pero hay un economista acá en la Argentina que dice “el superávit te empodera”. Porque, ¿cuál es mi desesperación? Ninguna. ¿Por qué? Porque tengo superávit. Entonces, como tengo superávit, no necesito ir a buscar plata de manera desesperada. Porque estoy en equilibrio.
The Economist: No hay presión para hacerlo.
Javier Milei: No tengo presión. Será más rápido, más lento, pero nosotros sabemos que salimos. ¿Cuándo? No lo sé. Ahora, si consigo financiamiento, salgo más rápido. Eso está claro. Ahora, digo, yo por conseguir el financiamiento no me voy a atar de pies y manos.
The Economist: Pero no genera un problema, por ejemplo, en atraer inversiones acá, que el cepo...
Javier Milei: Cero. Y vos sabés que el año que viene ya salimos del cepo. Mes más o mes antes. O sea, pero es falso, digo eso. Porque si vos vas a hacer una inversión, ¿vos por cuánto tiempo vas a hacer un proyecto de inversión?
The Economist: Varios años, obviamente.
Javier Milei: Por lo menos 10, 20 años. Y entonces ya sabés que es un problema de meses. Entonces digo, ¿qué inversión vas a estar mirando con el tema del cepo? No tiene sentido. O sea, y de hecho, tampoco es que tengas ese problema. Porque el haber corrido el Estado 15 puntos del PBI, generamos un montón de ahorro que va a destinar a financiar al sector privado. Por lo tanto, tampoco es una restricción efectiva esa. No, que necesitás que te financie...No, no necesitamos porque le metimos al sector privado 15 puntos de financiamiento porque sacamos del medio al Estado. Entonces, no sé, en Argentina hay un montón de cosas que se repiten y que no tienen sentido. De vuelta, ¿quién se va a preocupar para una inversión de 20 años si vos sabés que más tarde o más temprano durante el 2025 el cepo se va?
The Economist: No, no, esto está claro. Quiero preguntar un par de cosas sobre el periodismo. Por ejemplo, creo que cuando usted habló con mi compañera hace un año y pico, criticó a Lula por no respetar la libertad de prensa. Y ahora usted ha sido criticado por lo mismo. ¿Cuál cree usted que debe ser el papel del periodismo en Argentina?
Javier Milei: No, no, digamos, o sea, de vuelta, las críticas que me da el periodismo doméstico como consecuencia de que les corté la pauta publicitaria, la pauta oficial, no es una crítica neutral. Si querés discutimos qué es libertad de expresión. Para mí libertad de expresión es que vos digas todo lo que se te dé la gana, todo lo que se te dé la gana. Y acaso acá no se dice, todo el mundo dice lo que se le da la gana. Entonces, ¿dónde está el problema?
The Economist: La gente habla, por ejemplo, del acceso a la información gubernamental, que creo que ya es un poco más difícil.
Javier Milei: A ver, ahí hay un tema. Yo te hago una pregunta y te voy a decir de dónde salió. A vos te parece normal que un medio de comunicación meta dentro de la Casa Presidencial tres drones a espiarme?
Bueno, tiene que ver con eso. O a vos te parece bien que un periodista llame a uno de los veterinarios de mis perros 150 veces en una semana, hostigando a la persona y amenazándola, que le va a arruinar su carrera profesional si no le dice lo que él pretende saber sobre el estado de mis perros? Dime si es normal.
A vos te parece normal que los periodistas mientan, calumnien, injurien, que extorsionen? ¿Sabías que hay periodistas que extorsionan?
Bueno, entonces, el tema es que justamente reclaman para poder seguir manteniendo ese monopolio de la violencia. Y lo que les molesta es que ahora hay libertad. Entonces, cada cual ahora dice lo que quiere. Entonces, vos me decís algo, yo… A ver, por ser presidente, ¿tengo menos derechos o los mismos?
Ok, entonces, si vos me decís algo, yo te puedo contestar.
Bueno, pero al periodismo no le gusta que le conteste. Dicen que eso es violencia. Entonces, ¿qué? ¿Vos tenés derecho a mentir, calumniar, injuriarme, extorsionarme? Yo no me puedo defender. ¿A eso llaman libertad de expresión los periodistas? Bueno, eso no parece que sea libertad de expresión. Eso se parece a una tiranía de un grupo que se resiste a ver el poder que tuvo históricamente.
The Economist: Pero usted tiene un estilo a veces combativo con algunos temas, algunas personas. Quiero preguntar si eso forma parte de una estrategia, por ejemplo, que ayuda en alguna manera en los objetivos más grandes. ¿No corre el riesgo de crear demasiados enemigos?
Javier Milei: La pregunta es que hay un manual de cómo tienen que ser las formas. ¿Hay que ser tan autoritario que solamente se puede ser de una sola forma?
The Economist: Yo pregunto nada más si...
Javier Milei: Bueno, digo, entonces, cada cual tiene los modos que tiene cada uno. Yo tengo mis modos, son estos.
The Economist: Lo que quiero saber, digo, si eso es parte de una estrategia.
Javier Milei: No, es como soy yo.
The Economist: Se pueden lograr más cosas.
Javier Milei: Quien me conoce desde hace 50 años sabe que yo soy un tipo apasionado. Y siempre fui un tipo apasionado. O sea, y qué, digamos, ¿hay un modelo de cómo tienen que ser las personas? Eso también es muy autoritario. Los que hacen las críticas de las formas, de los modos, también son autoritarios. Porque creen que las únicas formas válidas son las que uno usa. Pero hay otras formas. Digamos, o sea, ¿y quiénes son esos periodistas que dicen eso para decir “no, esto es así”, o “tienen el metro, el patrón de los modos, de las formas”? ¿Qué es eso? Es un autoritarismo brutal. O sea, afortunadamente todas las personas somos distintas. Sí, pueden hacer las cosas de manera distinta.
The Economist: Quería preguntar un par de últimas cosas. Internacionales, de hecho. Los chinos siguieron con el “swap line”, ¿no? El 5.000 millones en junio, creo que era. En general también me parece a mí que están dispuestos a cooperar con Argentina.
Javier Milei: Estamos en una... Las relaciones con China son excelentes.
The Economist: ¿Qué piden a cambio?
Javier Milei: ¡Nada! Eso es lo maravilloso. Son un socio fabuloso. No piden nada a cambio. Lo único que piden es que no los molesten. Es algo fabuloso. Es fabuloso. Son fabulosos. O sea, te juro, no piden nada. Nada. Ellos quieren comercializar tranquilos. Y ¿sabes qué? Nosotros tenemos economías que son complementarias. Con lo cual, el bienestar de los argentinos exige que yo profundice en mis vínculos comerciales con China. ¿Por qué? Porque son economías complementarias.
The Economist: Y el tipo de gobierno que tiene China no importa?
Javier Milei: El comercio no lo hace el gobierno. Lo hace la gente. Y vos podés comercializar con quien quieras. Con lo cual, ¿cuál es el problema? Y eso lo dije siempre, hasta lo dije en la campaña. Ahora, vos que querés preguntar sobre mi alineamiento político, está con Estados Unidos e Israel. ¿Tenés alguna duda?
The Economist: Si espera que las buenas relaciones con el presidente Trump puedan ayudar a la Argentina en general, como hablamos de inversiones, el FMI, ¿no le preocupa a usted que malas relaciones, relaciones más complicadas, por ejemplo, con Lula en Brasil o Sánchez en España, puedan perjudicar un poco a la Argentina?
Javier Milei: ¿Pasó algo ahora cuando fui al G20 en Brasil? Mi ministro de Economía, con el ministro de Economía de Brasil firmaron un acuerdo para que Argentina exporte. ¿A usted qué le importa? Yo no tengo que ser amigo de Lula. Tengo que lograr que Argentina y Brasil comercialicen. A mí me viene bárbaro venderle gas a Brasil. ¿Listo? ¿Cuál es el problema? No voy a ser amigo de Lula, pero tengo una responsabilidad institucional. Yo me ocupo de defender los intereses de Argentina.
The Economist: Y con España igual?
Javier Milei: La pregunta es si qué pasó. Ahora volvieron a poner el embajador. Se viene retirado. Y la justicia española parece que me está dando la razón en lo que dije. De vuelta, yo lo que hago es defender los intereses de Argentina.
The Economist: ¿Piensa usted en abandonar por completo el Acuerdo de París?
Javier Milei: No. Mi política con estas cosas es lo mismo que hice en el G20. No saco los pies del plato porque no bloqueo nada, pero sí planteo la posesión de Argentina. Eso lo puede ver en mis dos discursos del G20 y en el discurso final en el cual explico que no voy a bloquear la decisión del G20, pero que yo tomo distancia de determinados puntos. O sea, que yo no adhiero. A diferencia de los otros, yo no le pongo nada a nadie. Si mirás la versión de la prensa, es bastante distinta.
The Economist: Eso es interesante.
Javier Milei: Se llama la ausencia de pauta. Si yo le pusiera pauta a estas basuras, seguramente hablarían bien.¿Sabes cuál es el órgano más sensible del ser humano? El bolsillo. Entonces los periodistas censurados dan cuenta de esto.
The Economist: Eso quiere decir que salir del acuerdo de Paris, no, no hay que hacerlo. En términos de cumplir lo que ya era firmado en términos de bajar las emisiones….
Javier Milei: Argentina no tiene un problema, Argentina no es alguien que contamine, así que Argentina no tiene un problema con eso.
The Economist: Entiendo que hay algunas cosas que Argentina debe cumplir desde lo que estaba afirmado hace 2015. ¿Eso no es una prioridad o qué pasa con eso?
Javier Milei: Yo de vuelta, no voy a adherir a nada que tenga que ver con la Agenda 2030 o, digamos, la 2045.
The Economist: ¿Y por qué?
Javier Milei: Porque yo no adhiero al marxismo cultural. Todas esas agendas, o sea, es una agenda de que se les ocurrieron a 87 tipos y que son tan fatal arrogantes que creen que pueden guiar los destinos de la vida de 8.000 millones de seres humanos. Si a vos te gusta que te manejen la vida, bien, en mi caso, no, yo soy liberal libertario, ¿qué quieren que te diga? Es decir, hay distintas formas de esclavitud. Probablemente el modo de esclavitud más refinado es cuando sos esclavo y no te diste cuenta. Y todos los que adhieren a esa agenda terminan siendo esclavos sin saberlo.
The Economist: Usted cree que la gente que se le opone está intelectualmente equivocada, un poco perdida, o tiene mala fe? ¿Cuál es la motivación ahí?
Javier Milei: No, podés pensar distinto. ¿Cuál es el problema? O sea, es parte del debate. Es decir, yo tengo una posición y tengo los fundamentos por los cuales creo las ideas que defiendo, pero vos querés pensar otra cosa, pensá otra cosa, es tu problema. O sea, yo digo, ahora, si a mí me eligieron, bueno, yo pienso de esta manera y pienso llevar las cosas de esta manera. Por ahora los resultados me acompañan.
The Economist: Ya está casi un año en el cargo…
Javier Milei: Te hago un punto. No sólo que bajamos la inflación mayorista de 54% mensuales, 17.000% anuales, a 1,2%, anual que es 14%, ¿no? No llega a 15%. Y el nivel de actividad económica, medido por el EMAE, que es el estimador mensual de la actividad económica, que es una proxy del PBI, hoy está en el mismo nivel, cuando tomó la serie se ha estacionizado, que en diciembre. -Sí. -¿Qué querés que te diga? Allí van los resultados. No existe en la historia, en la humanidad, que alguien haya hecho este ajuste y no haya tenido una caída del PBI de 10 a 15%. Nosotros vamos a terminar un poquito arriba. Obvio que si tomás el PBI, dado cómo está construido y que la economía venía cayendo, te va a dar caída, porque ya venía cayendo durante el 2023. Pero si vos tomás el punto donde nosotros asumimos para adelante, estás arriba.
The Economist: Y tras un año en el cargo, ¿qué es lo más importante que usted ha aprendido en ese rol?
Javier Milei: Aprendí mucho a hacer política. Aprendí mucho de la política. Y, digamos, no, bueno, hacer política en el vacío. Tenés que interactuar con otros jugadores. Entonces, lo que, no sé, qué sé yo, nosotros trabajamos con juegos dinámicos cuando tomamos decisiones. O sea, si los dejas plasmados en árboles decisorios, viste que vos los podés presentar los juegos de dos maneras, digamos, los de matricial o extensiva. Y nosotros tomamos decisiones así. Usamos mucho el principio de revelación para confrontar la estrategia frente a la sociedad, para dejar expuesto a nuestros rivales. Esta es una definición que diga rivales y no enemigos. Deberías notar la diferencia. Porque, digamos, si fueran enemigos implicaba una cuestión, digamos, que no le estoy tolerando que piensen distinto. Rivales es poder pensar distinto.
The Economist: Entonces, para usted no hay enemigos internos en Argentina, es una cuestión de rivales solo.
Javier Milei: Es una cuestión de rivales, piensan distinto. Yo creo que, digamos, no quieran explícitamente que al país le vaya mal. Puede que ponderen más sus objetivos personales. Eso está claro en la casta. Es decir, pero no son dinámicas disociadas. El problema es que una cosa es si vos lo hacés por la vía del mercado, de la cooperación social, deriva en una ganancia de bienestar para todos, y otra cosa es si lo hacés por la vía violenta, colectivista, que hunde a todo el mundo. Pero yo, per se, además llevan 100 años pensando así, entonces es como que a la gente le cuesta cambiar. O sea, a la gente no le pasa lo que me pasó a mí el día que leía Rothbard. Yo leí el artículo de Rothbard de Monopolio y Competencia, que tiene 140 hojas, después de 3 horas, cuando lo terminé de leer, dije, todo lo que enseñé durante 25 años de estructura de mercado está mal.
The Economist: Una revelación.
Javier Milei: Sí, obvio, claro. Encontré un tipo, digamos, un iluminado. Entonces dije, uh, es por acá. Y mi vida cambió. Y probablemente, digamos, he vivido estos últimos 10 años los 10 mejores años de mi vida siendo liberal.
The Economist: A mí me interesa mucho el ejemplo de Argentina para el mundo. Muchos países han intentado bajar los gastos, cortar un poco el Estado. ¿Hay algo para aprender? ¿Hay alguna lección ahí para el mundo o algo que pase en el rincón?
Javier Milei: Es que para mí, el punto es este, que yo no dejo de ser un “outsider”. Yo detesto el Estado. O sea, yo soy el topo dentro del Estado. O sea, yo creo que el Estado es malo. Entonces, es una visión distinta de las cosas. Y no quiero el Estado como modo de vida. No es que renuncie a mi jubilación de privilegio. Entonces, todos mis esfuerzos están en hacer un excelente gobierno para que cuando termine mi periodo como presidente pueda dedicarme a vivir de dar conferencias del exitoso caso argentino, con lo cual estoy profundamente comprometido. Pero de vuelta, las decisiones las tomo en función de lo que creo que es mejor. Para la economía, por decirlo de alguna manera, para el bienestar de los argentinos. No haciendo un cálculo de poder, si sumo un poquito las encuestas y base. No, no, no. Ni siquiera pretendo agradarle a todo el mundo.
The Economist: Pero para negociar con el Congreso, por ejemplo, hay que dar algunas concesiones. ¿Eso también es parte de la política?
Javier Milei: De hecho, no hemos entregado demasiadas cosas. Porque nuestro paquete de reformas inicial era de mil y pasaron 800. Así que, tan mal no nos fue. Digo, cosas que hubo que sacarlas, por ejemplo, aerolíneas. Digo, la propia dinámica de los hechos, la gente pide a grito que la privaticemos.
The Economist: ¿Eso va a pasar?
Javier Milei: No tengas duda.
The Economist: Una última pregunta. Vi reciente un poco de desacuerdo entre usted y su vicepresidente. Quiero preguntar si eso debe preocupar un poco a los inversores, el FMI, por ejemplo.
Javier Milei: Cero. Porque no habla un poco de la dificultad de pasar cosas por el Congreso. Para nada. Porque los roles institucionales son bastante claros en eso. Y yo me encargo de tomar las resoluciones del Poder Ejecutivo. Y, digamos, la doctora Villarroel se ocupa de manejar el Senado.
The Economist: Sí. Pero cuando usted necesita a alguien en el Senado, ¿no es más difícil así?
Javier Milei: No, no porque lo hace el jefe de gabinete. De hecho, las leyes que salieron, salieron gracias a la gestión del jefe de gabinete.
……
Javier Milei: Mirá, te voy a contar una anécdota, esta te va a encantar. Nosotros con... En ese libro que escribo, “Capitalismo, Socialismo y la Trampa Neoclásica”, en la postura de que los fallos de mercado no existen, entonces si no existen los fallos de mercado tenés que revisar la estructura de mercado, las estructuras de mercado, si tenés que revisar las estructuras de mercado tenés que revisar la teoría de la firma, y poniendo eso implica que tenés que revisar el equilibrio general. Por eso yo digo que si con Reidel reescribimos eso, que es el 80% de la teoría económica, todas las recomendaciones que se hicieron de política económica desde mediados de los 70 en adelante están todas mal, porque está mal el instrumento. O digamos, o sea, algunas son peores o mejores, pero digamos, o sea, esto es interesante, porque... Perdón, ahora me perdí.
Portavoz: Estabas hablando de tu último libro...
Javier Milei: Sí, de reescribir toda la teoría económica. El 80% lo tenés que reescribir. Entonces, si lo reescribís, y la gente descubre que funciona, obvio que nos tiene que dar el Nobel de Economía.
Y ahí esto era lo que quería contar, ahí me acordé. Demian está con todos los temas de inteligencia artificial, entonces es interesante el laburo que hizo, tomó todos los algoritmos y tomó todo un conjunto de políticas, de políticas económicas. Y entonces después las ordenás por cuán socialista es. Entonces, cuanto más rojo es, más socialista es, cuanto más azul, más liberal, y entonces vas pasando así desde rojo, naranja, amarillo, verde, azul. Todos los algoritmos, salvo uno, todas las recomendaciones eran de políticas que surgían, eran socialistas. Pero de vuelta, porque en el fondo cuando vos habilitás el fallo de mercado, automáticamente esa intervención que tiene, tiene un germen socialista.
O te lo hago con otro caso. Cuando a Tirol le dieron el Nobel de Economía, sacaron un libro de Tirol de color negro, no me acuerdo como se llamaba. Vos sabés que yo lo leí todo, y cuando lo terminé de leer dije, “este libro es un asco, le sale socialismo por todos lados”. Ahora, claro, yo ya cuando leí ese libro, lo leí ya habiéndome convertido en la escuela austríaca, entonces dije, “¿qué hubiera opinado yo antes de haber leído a Rothbard en el 2013?” Y mi conclusión es, “Hubiera amado el libro, lo hubiera amado”. ¿Me comprendés? Entonces, bueno, la forma de ver las cosas de la escuela austríaca de Economía y toda su filosofía asociada te altera la forma de ver el mundo.
Hay una anécdota en Monte Pelerin que está en una mesa Hayek, Mises y Friedman. Y Mises agarra y se levanta y le pega un puñetazo a la mesa y dice “Ustedes son todos unos socialistas”, le dijo. [risas]
The Economist: Una cosita más. El dólar, ahora hay varios que dicen que va a subir, que va a ser más fuerte con la llegada de Donald Trump. ¿Eso crea un problema para Argentina?
Javier Milei: El dólar ha estado subiendo y en Argentina ha seguido bajando.
The Economist: Pero el futuro tampoco...
Javier Milei: Porque tendrías que estar mirando las condiciones monetarias relativas. Por más que se aprecie el dólar, ¿va a dejar de emitir o no a Estados Unidos? ¿Va a seguir emitiendo? Bueno, Argentina no emite, listo. Las condiciones monetarias relativas te dicen que eso se va a seguir apreciando.
The Economist: Pero por ejemplo, hay un tipo como Robin Brooks en la institución de Brookings que dice que el “peg” puede ser muy complicado con el crecimiento del dólar en Estados Unidos y también en otros países que tienen un “peg” de algún tipo.
Javier Milei: No importa, porque después igual nosotros vamos a... Vamos a ir a tipo de cambio libre, para que haya competencia de moneda. Pero con la cantidad de pesos fijas.
The Economist: Su popularidad es impresionante. ¿Cómo se explica eso?
Javier Milei: Porque elige la verdad a la gente. De vuelta. Nosotros, la campaña nuestra era bastante simple. La política económica. Motosierra, ¿hubo motosierras? Desregulación. Reformas estructurales. Avanzar hacia, digamos, la competencia de moneda. Y eso está todo. Y la inflación. Claro, la consecuencia de todo esto es que baja la inflación, ¿no? O sea, bajo el riesgo país. La otra es la inseguridad. Por ejemplo, era imposible terminar con los piquetes. No hay más piquetes. O la cantidad de homicidios. Digo, cayó 70%.
Mi política exterior. ¿Qué dije? Alineado con Estados Unidos e Israel. Digo, todo lo que te dije que iba a hacer, lo hice. O sea, lo estoy cumpliendo. Ese es lo que... la base. Aparte, cuando yo asumí te dije, “Mirá, esto está por explotar. Yo voy a tratar de hacer todo lo posible para que no explote”. Y yo se lo expliqué a los argentinos. O sea, digo, bueno. Y la gente lo ha entendido.
Y ahora digo, bueno, ahora la economía encontró un piso en abril. Empezó a recuperar. La inflación está bajando. El nivel de actividad ya está arriba que cuando asumimos. Sí. ¿Vos sabés que los salarios, cuánto eran los salarios en dólares al tipo de cambio paralelo al inicio de nuestra gestión? 300 dólares. Hoy es 1.100. Y listo. Sí. La realidad es que la pobreza bien medida cuando nosotros asumimos era el 57%. Hoy es 46%. La bajamos en 11 puntos.
The Economist: Usted habla de que Argentina está entrando a su mejor momento en 100 años. Eso genera una expectativa diferente en la gente, ¿verdad?
Javier Milei: Salimos de un momento difícil. Ahora, para algo hicimos todo ese esfuerzo para que justamente rindiera fruto. Y está rindiendo fruto, sí.
The Economist: Y no hay más riesgo político ahí, que la gente ya tiene expectativas super altas?
Javier Milei: No, bueno, el riesgo político, o sea, a ver, la gente quiere seguir con las políticas del pasado que nos hicieron pobre y bueno, listo. Si la gente elige eso, elige eso. Sería difícil que elijan eso cuando están viendo que se pueden hacer bien las cosas y estar mejor.
The Economist: Muchas gracias.
Javier Milei: No, el placer es mío. Muchas gracias.