Carlos Boyero: "He generado un grado de repulsa grande, pero ¿qué sería yo si no me odiara tanta gente?"

Volviendo a tus enemigos, ¿te han censurado textos?
Sí, siempre. Siempre he tenido problemas, mucho antes de que se pusiera de moda la cancelación. Algunas veces lo he llevado mejor y otras me he irritado mucho. Conozco desde niño a esa repugnante señora llamada censura, es de las cosas que más terror me inspiran, tanto ella como lo que puede generar. Vivimos tiempos muy peligrosos en los que acecha no ya la censura sino la autocensura. El miedo a ofender, nos viene todo indicado, tienes que pensar esto, sentir esto y decir esto. Me da mucho miedo que me censuren, pero esto ocurre de vez en cuando y se supera, el problema es que me ponga yo la cremallera y diga: "Eres un señor viejecito, has tenido muchas movidas e igual ya es hora de aplicar lo que mi pragmática madre me repetía desde pequeño. 'Hijo, no te metas en líos y vive tranquilo'".
Le hiciste un caso relativo.
Ninguno. Adoraba a mi madre y entiendo que se preocupara tanto por mi supervivencia, pero he tenido jaleos toda la vida.
En el debate sobre la cancelación, dónde te posicionas: ¿problema real o exagerado?
Real. Woody Allen no puede rodar en América. Un señor declarado inocente por los jueces al que han intentado destruir totalmente y no lo han logrado porque, afortunadamente, tiene financiación en Francia o en España. Pero han intentado acabar con él, con un inocente según la ley. Y hay muchos más casos, está Kevin Spacey, también declarado inocente y al que no volverás a ver en una pantalla jamás. Te cuelgan el cartel de delincuente sin esperar a ver qué dice la justicia, sin presentar siquiera denuncias muchas veces, y los medios y la opinión pública te convierten en un apestado. Es terrible.
¿Sigues considerándote de izquierdas?
He creído toda mi vida que estaba a la izquierda, una izquierda libertaria. La acracia ahora puede resultar algo devaluado o no creíble, pero es un sentimiento que se lleva dentro desde muy pequeño. En mí siempre ha existido una visión libertaria. Prueba de ello es que he sido tan irresponsable que no he votado nunca. Y ya sé que se encuentran mil razones para votar, que hay que elegir entre lo malo y lo peor, pero siempre me ha inspirado terror el poder y he visto cómo se ejerce el abuso de poder a múltiples niveles. Nunca me he sentido suficientemente responsable como para votar.
¿Ni una vez has estado tentado?
Estuve una vez a punto de hacerlo, que fue a Podemos tras el 15-M, pero salí de casa y ni sabía dónde se votaba. Cuando al fin llegué, se me habían quitado las ganas: "Tío, ¿qué estás haciendo?". No llegué ni a entrar, me di la vuelta, me metí en la cama y me dije: "Aquí estás seguro, no te vas a responsabilizar de esto". Y menos mal, porque luego mira lo que vino, qué horror si lo hubiera votado. Me hubiera sentido fatal conmigo mismo.
Has sido bastante crítico con Pedro Sánchez.
No me gusta, es un mentiroso crónico. Evidentemente hay políticos que te caen mejor o menos mal que otros, por ejemplo Ayuso me parece una señora muy atractiva a la que me hubiera gustado encontrarme en un bar en otra época, pero desconfío absolutamente de la política y creo que los intereses siempre se tornan bastardos. Sólo hubiera votado convencido una vez de poder hacerlo: a Obama. Por fe y por estética. El pavo ese y su mujer lo tenían. También me gustaron mucho Václav Havel, el checo, que un día cogió su maleta y se largó, Mújica en Uruguay o Mandela, claro, pero, vete a saber, igual si hubiera vivido allí tampoco habría votado.
Entonces, ¿en qué quedamos con lo de ser o no de izquierdas?
Más que ser de izquierdas o no, he detestado el facherío desde niño. Conocí una España odiosa, la del franquismo, que era repugnante, pero no es la única España que me inspira una grima notabilísima. Benditos sean los creyentes en las religiones y las ideologías, los convencidos de lo blanco y de lo negro que desprecian los matices. Igual su vida es mucho más fácil con esas creencias tan firmes, pero yo creencias las justas y nunca relacionadas con la política y la religión. Soy agnóstico total.
Has reconocido que te aburre ver cine actual. ¿El problema está en las películas o en ti?
No me he acomodado, estoy siempre dispuesto a recibir el milagro del gran cine. Pediría que los milagros fueran frecuentes, pero ocurren muy de vez en cuando. No he perdido la capacidad para seguir enamorándome de las cosas, lo que pasa es que en otras épocas me enamoraba mucho y ahora me enamoro menos, no sé si el problema es de las cosas o es mío exclusivamente. Estoy abierto a la sorpresa como cuando era un niño y sé reconocerlas, conozco todos los síntomas, lo que pasa es que el cine de los años que han pasado desde de la pandemia, que son ya cuatro, me ha provocado demasiado sopor y la sensación de que todo es clónico.
Superhéroes y franquicias.
Ufff, todo ese mundo de los superhéroes no me dice nada; es más, me aburre profundamente. Siempre he sido más de antihéroes y de la estética del perdedor, que queda o quedaba muy lustrosa y muy lírica. La estética del perdedor me ha dado satisfacciones en el cine, en la literatura e incluso en la vida. He conocido a magníficos perdedores, que así titulaba Leonard Cohen una de sus novelas, que se fueron al hoyo, tuvieron un final desgraciado, gente dotada de una sensibilidad y de un talento notables a los que la vida no sonrió. Incluso alguno se la quitó. Esas siempre han sido las historias que más me interesan, pero ya no se llevan.
Sólo te queda el tabaco como vicio. ¿Cómo vives así?
Me queda el tabaco a pesar de que llevo varios bypass por la circulación de la sangre, pero he disfrutado de múltiples vicios. Los llaman vicios, pero son placeres. Placeres que, a veces, también provocan sufrimientos si te pasas con ellos, pero yo he disfrutado mogollón de eso que llaman los vicios. Drogas, alcohol, sexo... Los he consumido a diario durante mucho tiempo, lo que pasa es que tuve que abandonar la mayoría por una cuestión de supervivencia. Te exigen un precio y ya sólo me queda el tabaco. Pero es que me gusta fumar, no es que lo necesite, que también, es que lo disfruto. Me regalaron hace poco un libro titulado 'Cómo dejar de fumar sin esfuerzo' y lo tengo sin abrir. De algo tengo que morir.
Nunca has demonizado las drogas.
Dicen que las drogas son el horror, pero ¿por qué se engancha tanto el personal? Porque proporcionan placer y éxtasis. Evidentemente, si te pasas con ellas acabas colgado y es fácil pasarse, pero si eso no te ocurre hacen tu vida mejor. Fui consumidor diario de cocaína y alcohol durante mucho tiempo. Cuando alguien me dice que es bebedor o drogadicto social, pienso que estarán todo el día en la calle porque si no, no lo entiendo. Yo siempre he tenido razones para beber, drogarme y fumar a solas o acompañado. He disfrutado mucho y he pagado cuotas importantes, lo he pasado muy bien y muy mal con las drogas, pero en cualquier caso, digamos que me he puesto morado. De todos modos, hay otras drogas que no provocan resaca. El cine, la literatura y la música pueden llevarte al éxtasis, pero no te vas a levantar con el estómago y la cabeza deshechos ni alteraciones en el comportamiento. Otra droga maravillosa y única que es el amor. Mientras dura el colocón del amor yo no concibo un estado mejor. O el sexo y sus infinitos atractivo. Hay muchas cosas que merecen la pena en esta vida pese al mogollón de cosas odiosas que nos rodea
También fuiste de los primeros en hablar abiertamente de salud mental.
Sí, porque la depresión siempre ha estado ahí conmigo. Supongo que a mucha gente le cuesta hablar de estos temas porque no son tan impúdicos como yo, pero puedo hablar largamente de la soledad, es un sentimiento que siempre he tenido muy acentuado. Somos en gran parte lo que nos ha pasado en la infancia y gran parte de ella la pasé interno en un colegio de curas de aquella época. Eso me marcó y siempre he convivido con eso llamado depresión. Vivo en una depresión permanente, con épocas más tristes y otras más alegres
¿Cómo estás ahora?
Bien, estoy a gusto dentro de lo que es convivir conmigo. No sé si habré aprendido algo después de múltiples experiencias, pero te resignas. Hay mucha gente que glorifica la vejez y habla de sus placeres si te organizas bien y tal, pero yo creo que es una putada que el cuerpo y la mente te fallen. Depende también de lo que tengas, de lo que hayas construido y aún siga a tu lado, pero a mí me quedan pocas cosas. Llevo una vida muy solitaria, tengo algunos amigos de toda la vida, que es un tesoro incalculable porque que sigan aquí significa que hemos sido legales y era un sentimiento de verdad. Y, sobre todo, tengo muchos recuerdos formidables. Lo decía un poeta: "Guarda con celo tus mejores recuerdos y si llegas a viejo, que te sirvan". Yo tengo muchos recuerdos alegres y vibrantes. Todos somos protagonistas de nuestra película. Nosotros y sólo nosotros. Por eso le temo al Alzhéimer más que a la muerte. La memoria te ayuda cuando estás en la intemperie final. A veces, recuerdo y sonrío.