El Potro, como se le apoda, ha terminado este año con tres rivales en apenas unos minutos, logrando ganarse el cartel de 'noqueador temible'. «Gracias a Dios, mis peleas le gustan a todo el mundo, porque no son actuadas, ni imitan ningún estilo, yo tengo el mío propio. Siempre trabajo muy duro y lo que que me gusta es pelear, a mí no me interesa el resultado», señala el luchador del Kiofu Team en conversación con ABC MMA. «A mí me pusieron una etiqueta: me llaman el Michael Chandler (luchador de la UFC) porque tengo un estilo muy explosivo. La verdad es que me encanta, porque es mi naturaleza, y estoy siempre dispuesto a dar un buen espectáculo», apunta.
Respecto al horizonte que tiene por delante, Schisano asegura que, aunque todo el mundo quiere estar en la UFC, es realista y quiere «disfrutar del camino». «De momento mi próximo objetivo es ganar más peleas y, con un buen resultado, siempre van a llegar buenas cosas. Por supuesto que llegarán 100% las grandes ligas, quiero dar un salto al otro lado del charco, al extranjero», precisa el italiano. «Hay que hacer sacrificios y no estar cómodo, porque si no te estás engañando. Quiero hacer otra pelea más antes de terminar el año», añade el atleta italiano, que asegura que la noche de antes de sus pleitos le gusta comerse «una buena pizza» como «buen italiana».
La vida de la calle
Para llegar hasta el momento en el que está, en el que incluso logró el KO más rápido de WOW este año, al terminar con Jan Cvejn en solo 17 segundos, El Potro ha tenido que pasar por una infancia muy complicada, con un padre ausente y una madre separada. «Mi padre estuvo 15 años en la cárcel y se separaron, por lo que tuve que vivir un tiempo con mis abuelos», relata durante el podcast de ABC MMA. «Me fui a vivir solo a los 15 años, tuve que ir a trabajar. Me echaron de casa, dormí en la calle... Y decidí venirme a España sin un euro, sin estabilidad económica, estaba desesperado: en mi país, o terminaba en la cárcel o muerto», reflexiona.
Además, reconoce El Potro, era una «persona muy conflictiva en la calle». «Buscaba peleas y me buscaba la vida como podía. Pero llegó un día que pensé que quería algo mejor para mí. Y me mudé a España. Un primo mío tenía un restaurante y le dije que estaba cansado de estar aquí, que estaba durmiendo en la calle y me fui con él. Dormía en el restaurante y empecé a lavar platos», recuerda el luchador de sus inicios en nuestro país. Y concluye con contundencia con una advertencia para los jóvenes: «Las calles de Nápoles son muy peligrosas. Nosotros estamos hechos para hacer cosas grandes, no cosas así y te digo que Nápoles en la ciudad súper bonita, tengo mi ciudad en mi corazón».