España comienza a explorar el nuevo caladero de la energía azul
La eólica marina flotante puede ser un vector clave en la ola descarbonizadora, pero aún debe resolver escollos tecnológicos, burocráticos y ambientales
Pues bien, en toda esa baraja de cartas energéticas, España cuenta con varios ases ganadores. Disponemos de dos recursos naturales limpios, baratos y accesibles, que además tenemos a raudales: el sol y el viento. «Contamos con más horas de sol que nuestros vecinos europeos y estamos situados entre mares y océanos, lo que nos proporciona un magnífico recurso eólico», indica José María González Moya, director general de APPA Renovables.
Y eso nos permite una situación privilegiada. Este mismo año un informe de la Agencia Internacional de la Energía colocaba a nuestro país en el primer puesto mundial por mayor penetración de fotovoltaica. Hay instalados 21,69 GW. Hoy día del astro Sol proviene el 15% de la electricidad que se genera en España, según datos de la patronal UNEF (Unión Española Fotovoltaica). Y en eólica, los resultados son similares: somos el segundo país de la UE en potencia instalada (más de 30 GW) y el quinto a nivel mundial. La generación eólica ya equivale al 25% de la electricidad que consumimos.
Si a estas fuentes renovables, que son las que tienen mayor penetración, sumamos todas las energías limpias que existen en España (contando, por ejemplo, también con la hidráulica y otras), en este mismo noviembre, las renovables generaron el 56,4% de la energía producida en el país, con datos de Red Eléctrica.
Ya no solo se trata de disponer de estos valiosos recursos para frenar el cambio climático. La solar y la eólica, en cabeza, y el resto de las renovables aportan otras ventajas porque nos hacen más competitivos a la hora de ahorrar en costes energéticos. Lo que afecta tanto al consumo doméstico como al industrial. Un atractivo en el que ya se están fijando empresas extranjeras para establecerse en nuestra geografía y abaratar sus costes.
Solo sirva un dato: durante las borrascas de las últimas semanas y funcionando al máximo los aerogeneradores cayó el precio de la electricidad a cero euros el MW/hora durante determinados periodos del día. En estos precios ya no influye la excepción ibérica que no está activa desde finales del pasado febrero por la bajada de los costes del gas que se utiliza para generar la electricidad. Y eso ahorra muchos euros en la factura de la luz de las empresas, sobre todo de las industriales.
El nuevo modelo es una oportunidad de reindustrializar el país rebajando los costes energéticos
«La transición energética es una oportunidad para reindustrializar nuestro país. Por supuesto, para crear industria asociada a la industria de las renovables, la eficiencia energética o el reciclaje. Pero también para dotar a España de una industria no relacionada con la transición, porque una mayor presencia de renovables, si se incorporan de forma equilibrada, nos dará un coste energético menor para que las compañías se instalen en España, será una ventaja competitiva para nuestro país», corrobora González Moya.
En renovables además tenemos una industria puntera, con mucha experiencia, que puede dar lecciones. «Otros países vienen a España a aprender cómo hemos integrado las renovables en el sistema eléctrico», asegura.
De hecho, nuestra industria eólica cuenta con toda la cadena de valor «y nuestros más de 240 centros industriales están preparados para el necesario incremento de la potencia eólica. España es líder en fabricación de aerogeneradores y destaca como uno de los países con mayor exportación de máquinas. El sector eólico aporta un 0,50% al PIB español», concreta Juan Virgilio Márquez, director general de la Asociación Empresarial Eólica (AEE).
También la fotovoltaica es una industria consolidada. Ha podido crecer al calor de nuestro sol, gracias a suelo disponible y por su compatibilidad con otros usos tradicionales como la ganadería y la agricultura (la agrovoltaica es una versión que se extiende por el territorio). Amén del apoyo institucional recibido en años pasados. «Tenemos la capacidad de producir el 65% de la cadena de valor de un proyecto fotovoltaico», garantiza José Donoso, director general de UNEF. Aumentar esa capacidad es uno de los desafíos para reducir así la dependencia que tenemos de China, de donde provienen gran parte de los paneles solares.
El Perte de Energías Renovables está dotado con 6.900€ millones de euros
Esta es la situación actual, que cambiará en el futuro para alcanzar los nuevos objetivos que marca la actualización del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (Pniec) y que son mucho más ambiciosos a los previstos inicialmente. La intención es que para 2030 el 81% de la electricidad generada en el país proceda de fuentes renovables (antes era el 74%). Y eso lo va a liderar dos tecnologías: la solar fotovoltaica (se prevén 76 GW, antes 39) y la eólica (62 GW frente a los 50 anteriores).
No obstante, los trámites administrativos para desarrollar estos proyectos están impidiendo que avancen con la rapidez necesaria para alcanzar los objetivos del Pniec.
«En lo que llevamos de año, cientos de proyectos fotovoltaicos recibieron una respuesta favorable a la declaración de impacto ambiental. Prácticamente a la vez se alzaron los objetivos del Pniec. La supervivencia de estos proyectos y nuestra capacidad de alcanzar los objetivos va a depender de las restricciones temporales que marca la regulación. Por eso hemos solicitado la racionalización de estos trámites para acelerar la consecución de la transición energética», explica José Donoso.
Esta industria además se ve amenazada por el descenso de los precios de la electricidad que «ponen en riesgo las inversiones de las empresas del sector», continúa. Por eso considera Donoso que hay que abordar «un rediseño de las subastas, para dotarlas de un orden de magnitud correcto, y que los proyectos puedan tener la certidumbre que necesitan para su ejecución».
En la industria eólica las reivindicaciones son en la misma línea. «La tramitación administrativa es uno de los principales caballos de batalla: obtener los permisos en tiempo y forma para poder construir las instalaciones. Para hacer viable el Pniec, deberíamos superar los 3 GW de proyectos con la declaración de impacto ambiental favorable cada año», demanda Juan Virgilio Márquez. Entre los retos del sector: «Estabilidad regulatoria -prosigue-, seguridad jurídica y atracción de inversiones hacia entornos de confianza».
El contexto europeo tampoco favorece a esta industria. «Es un momento de extrema vulnerabilidad financiera, con limitaciones de inversión y de I+D justo en el momento de mayor expectativa de crecimiento del mercado eólico europeo y cuando la industria asiática tiene la estrategia de exportación eólica más agresiva de su historia, con prácticas comerciales cuando menos cuestionables», se queja Márquez.
No son pocos los factores mejorables como también reivindica González Moya: Hay que «facilitar el acceso y la conexión de los proyectos, apostar por el almacenamiento y la gestión de la demanda, garantizar que las inversiones millonarias que tiene que acometer el sector tengan un retorno...».
Otra de las potencialidades de España es que está liderando el desarrollo del hidrógeno verde, vital en la transición hacia una economía neutra en carbono. Se trata de un vector que puede almacenar energía y por tanto garantiza la seguridad de suministro. Es decir, que cuando los aerogeneradores y placas fotovoltaicas produzcan energía que no se consume, para que no se pierda, se puede generar hidrógeno renovable, guardarlo y convertirlo en electricidad en momentos de alta demanda.
Es también un gas tremendamente versátil. Se piensa en él para la movilidad del transporte. Para coches, barcos, camiones, autobuses, trenes e incluso ya se ha conseguido el primer avión propulsado con hidrógeno. Además, puede sustituir los combustibles fósiles en industrias con alto consumo energético (como la siderurgia), de difícil electrificación, o ser un combustible clave para la producción de calor de alta temperatura en fábricas como las cementeras. Incluso se puede emplear en nuestros hogares en lugar del gas natural. De ahí que también el Pniec haya ampliado la producción de hidrógeno verde en electrolizadores pasando de los 4GW previstos en un principio a 11GW, sobre todo para uso industrial.
Para liderar esta nueva tecnología, España cuenta con muchos puntos a su favor, como enumera Javier Brey, presidente de la Asociación Española del Hidrógeno (AeH2). «Nuestro potencial renovable va a permitir producir hidrógeno verde en una cantidad y calidad suficiente, no solo para abastecernos y finalizar así con las importaciones de combustibles fósiles, sino también para exportar hidrógeno al norte de Europa a precios competitivos».
Tenemos también aquí una potente industria del hidrógeno con experiencia. «España cuenta con fabricantes de equipos de producción, transporte, distribución, almacenamiento y uso de hidrógeno en diferentes aplicaciones, por lo que estamos fabricando y exportando equipos en toda la cadena de valor», comenta Brey.
Un liderazgo que se puede mantener en el tiempo gracias a una gran base tecnológica. «Las universidades y centros de investigación españoles publican el 3,8% de los artículos científicos que, al año, se publican en el mundo relacionados con el hidrógeno y las pilas de combustible. Esto es mucho más que la aportación de España al PIB mundial, que es del 1,4%. Los centros de investigación españoles llevan décadas desarrollando tecnología relacionada con el hidrógeno», garantiza Javier Brey.
Sin embargo, al hidrógeno verde le queda desarrollo. Es cuestión de tiempo. «Tenemos que desarrollar proyectos que nos permitan hacer una realidad la producción, el transporte y el uso de hidrógeno en nuestro país a gran escala, de tal manera que vayamos recorriendo la curva de la experiencia, disminuyendo los costes y aumentando la eficiencia de ese proceso. Por otra parte, necesitamos una regulación que, poco a poco, vaya haciendo penetrar la economía del hidrógeno en los diferentes sectores».
El hidrógeno verde y la energía eólica marina flotante son tecnologías en las que destaca España
Donde España también se encuentra más que preparada es en desarrollar parques eólicos marinos 'offshore' en nuestras costas. No en vano, somos el primer desarrollador de prototipos de esta tecnología. El Pniec prevé alcanzar 3GW de energía de los vientos del mar en 2030. «La eólica marina flotante es una oportunidad de país por la creación de nuevos empleos y por las sinergías con otras actividades industriales, como la industria naval y portuaria, entre otras», indica Juan Virgilio Márquez.
De hecho, el sector está pendiente de una nueva legislación que dé pie a la instalación de los primeros parques eólicos en nuestras aguas. «Antes de que termine 2023 se iniciará el proceso de audiencia e información del marco normativo de la eólica 'offshore', que sentará las bases para el desarrollo de la eólica marina en España», señala Márquez.
Aún con todos estos ases energéticos el esfuerzo será tremendo para triunfar en la transición energética, aunque el Gobierno haya destinado 6.900 millones de euros al Perte de Energías Renovables, Hidrógeno Renovable y Almacenamiento. «Los objetivos que se han establecido son muy exigentes y suponen costes que serán muy importantes, como ya se ha constatado en otros países que nos llevan la delantera», asegura Pedro Mielgo, ex presidente de Red Eléctrica y experto en temas energéticos. Un trabajo de Mielgo sirvió a Círculo de Empresarios para tomar una postura sobre la transición energética advirtiendo de la necesidad de «realizar una adaptación progresiva».
Porque ya no solo se trata de desarrollar la tecnología y la cadena de valor de la eólica terrestre y marina, de la fotovoltaica o del hidrógeno verde, sino también de darles infraestructura. Por ejemplo, habrá que actualizar y redimensionar la red eléctrica para dar cabida y conexión a todos los nuevos parques eólicos y fotovoltaicos que se levanten. Incluso la red gasista podría sufrir modificaciones para transportar el hidrógeno. Además habrá que crear una red de hidrogeneras para suministrarlo.
«La transición energética presenta oportunidades de inversión y de desarrollo económico sectorial con creación de empleo. Para ello, es necesario controlar y minimizar los costes, evitar daños a las empresas y las economías familiares y diseñar una estrategia inteligente, compartida y realista para aprovechar las oportunidades en aquellos sectores en los que España puede tener opciones a un posicionamiento fuerte. Necesitamos un realismo político absoluto, con especial atención a las variables económicas y la máxima flexibilidad para revisar los objetivos en función de la realidad tecnológica, geopolítica y económica», considera Mielgo.
De hecho, existe el debate de si con tantas prisas y objetivos tan ambiciosos no se están abandonando antes de tiempo energías, como la nuclear, que ayudarían a hacer este proceso más llevadero y garantizarían el suministro de electricidad ante la subida de precios del petróleo y la gran dependencia energética que tenemos de otros países. Francia, por ejemplo, va a construir nuevas mini centrales nucleares.
Ya iremos viendo en años venideros si España sabe jugar bien sus ases en la partida de la transición energética.