Meloni vence en Italia y aspira a ser la voz de la extrema derecha en la UE
Giorgia Meloni ha ganado las elecciones europeas en Italia, según los sondeos realizados a pie de urna y las primeras proyecciones. Estos son los únicos datos disponibles en la noche del domingo, dado que ha sido el último país en cerrar los colegios, a las once de la noche. Hermanos de Italia, el partido de la primera ministra, habría obtenido en torno a un 27% de los votos, una leve mejoría respecto a las generales de 2022 (donde llegó al 26%) y que era el resultado previsto por las encuestas. Meloni se ha hecho esperar en la noche electoral como la última gran invitada en llegar a la fiesta de la ultraderecha, cuando los sondeos llevaban ya tres horas hablando del auge de sus compañeros de filas. Un toque escénico involuntario, pero acorde con el aura que ha adquirido estas semanas, de personaje aparte en la extrema derecha europea.
A la espera de resultados definitivos, los sondeos indican que queda confirmado que la líder de Hermanos de Italia llevará al Parlamento Europeo un buen número de escaños que la convertirán en un importante actor en el juego de mayorías que se abre a partir de ahora. Principalmente, porque hace cinco años su presencia era irrelevante. Es el momento de constatar hasta dónde llega realmente esa frase de la presidenta de la Comisión Europea, la democristiana Ursula von der Leyen, cuando dijo que había trabajado muy bien con Meloni. Es decir, de qué manera se plantea seguir trabajando con ella. La elección de ese verbo, trabajar, fue cuidadosa, porque es puramente práctica, como si pretendiera descartar cualquier matiz ideológico, y ahora habrá que ver en qué se traduce. Su principal mérito, dijo Von der Leyen, es que es europeísta. Traducido, que apoya a Ucrania contra Rusia, a diferencia de muchas de sus formaciones hermanas.
Meloni ha jugado astutamente estos dos años, desde que ganó las generales de su país en septiembre de 2022, con un perfil más europeísta de lo que se esperaba y que, por sorprendente, ha acabado incluso por hacerla parecer un potencial socio de los conservadores, en caso de necesidad, si llegara el caso. Han saltado las alarmas entre los otros socios de Von der Leyen, socialistas y liberales. Pero, según cómo sean los números y equilibrios finales en la Eurocámara, Meloni acaricia la idea de convertirse en una especie de puente con la extrema derecha, un interlocutor más presentable de gente que se quería tener lejos, una avanzadilla de una tropa hasta ahora intocable. Tal vez con apoyos puntuales, para de ese modo intentar marcar la agenda comunitaria en temas clave, como el cambio climático y la inmigración. A cambio, puede hacer valer su capacidad de influencia en líderes más correosos, como el primer ministro húngaro, Viktor Orbán. Pero, por otra parte, el auge de Marine Le Pen en estas elecciones aumentará la presión sobre ella para que acepte la idea de unificar las dos grandes formaciones de ultraderecha del Parlamento Europeo: Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), donde Hermanos de Italia comparte asientos con Vox, e Identidad y Democracia (ID), que cuenta con el Reagrupamiento Nacional de Le Pen.
Clave nacional
Pero, en todo caso, en Italia las elecciones se han planteado, como en España, en clave casi exclusivamente interna. En este sentido, la victoria de Meloni mantiene y refuerza su liderazgo en el primer Gobierno de ultraderecha de la historia de este país tras la II Guerra Mundial. Este objetivo está conseguido, dentro de la pugna directa con el primer partido de la oposición, el Partido Democrático (PD), que había afrontado los comicios como un plebiscito (y la propia Meloni, pues encabezaba las listas personalmente, aunque luego renunciará a su escaño). Con todo, los primeros sondeos dan un buen resultado al PD, en torno al 23%, y a su candidata, Elly Schlein, que ganó las primarias el año pasado y afrontaba su primera prueba electoral. Era un auténtico test de liderazgo para empezar a superar la depresión de los pobres resultados de las generales de hace dos años, un 19%. Schlein ha integrado bien las principales corrientes internas y ha hecho una intensa campaña. La recuperación de su partido es una buena noticia para la familia socialista europea, necesitada de alegrías. En cuanto al Movimiento Cinco Estrellas sale muy tocado, con un 10-11% de los votos, lejos del 15% de las últimas generales. En cambio, ha sido una sorpresa la llegada de la Alianza de Verdes e Izquierda al 6%.
El segundo objetivo de Meloni era a más largo plazo: consolidar el poder en su campo político, donde aspira a ocupar todo el espacio, desde la extrema derecha, de donde viene viajando desde hace años, al centro de los conservadores de toda la vida, ampliamente huérfano tras el declive y fallecimiento de Berlusconi. Es un paso más que le acerca a su proyecto de una gran reforma institucional para dar más poder al primer ministro, sometida a referéndum.
Sus dos socios, pero rivales en el mismo perímetro, Forza Italia y la Liga, han quedado, según los primeros sondeos, relegados a porcentajes similares a los de hace dos años, con un matiz relevante: el que fue partido de Berlusconi llegaría al 10%, por encima de la formación de Matteo Salvini, en torno al 8%, un pobre resultado. Esto, no obstante, puede ser fuente de problemas, pues se ratifica que la Liga, que precisamente ganó las últimas europeas con un abrumador 34%, está en caída libre y peligra el liderazgo de su líder, Matteo Salvini, que puede estar tentado de crear una crisis de Gobierno. Meloni, que en las europeas 2019 era la fuerza minoritaria de la derecha, con un 6,4% de los votos, le ha dado la vuelta totalmente al dibujo político en estos cinco años.
Meloni se había preocupado en los últimos días porque los sondeos indicaban que estaba perdiendo fuerza, y quiso incidir en la campaña con más agresividad y más guiños populistas, incluido un viaje a Albania para anunciar que abrirá este verano los dos campos de acogida inmigrantes que está construyendo allí para llevar a los inmigrantes que lleguen por vía marítima. En el tono bronco estaba en abierta competición con la Liga, que con su cabeza de lista, el controvertido general Roberto Vanacci, ha hecho denodados esfuerzos por demostrar que nadie puede superarle diciendo barbaridades contra extranjeros y homosexuales. Pero ha vuelto a ganarle la partida.