Gaza, al borde de la escalada
El lanzamiento de una nueva campaña, que podría ser inminente, demanda contar con el placet y apoyo, político y militar, de Washington. El político para contrarrestar la presumible reprobación de la escalada de otras potencias occidentales, así como abortar cualquier iniciativa condenatoria del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El militar para asegurarse los abastecimientos norteamericanos durante la nueva campaña. Placet y apoyo que obtuvo Netanyahu en su encuentro con Trump, en Washington, el pasado mes de julio. Desde entonces, Israel ha ido potenciando las capacidades de las FDI, incluyendo la acumulación de medios y la reactivación de varios miles de reservistas para constituir la correspondiente masa de maniobra.
El planeamiento de las operaciones debe enfrentar enormes desafíos a las capacidades de combate de las FDI, tanto con relación al terreno donde operar, como al enemigo a destruir y a los medios a utilizar. Las principales actividades de limpieza se darán en las mayores zonas urbanas, que constituyen el mejor hábitat y vivero enmascaradores de los terroristas, sus túneles, cárceles y madrigueras. Es decir, en las poblaciones de Gaza, Jan Junis y Rafah y particularmente en los campos de refugiados de Jabalia, Shati, Nuseirat, Bureij y Deir el-Balah.
Probablemente, las FDI tendrán que operar sucesivamente en los diferentes núcleos poblacionales que, al estar en muchos casos muy deteriorados o incluso derruidos, obstaculizarán los movimientos y la eficacia de las armas de las tropas israelíes. Asimismo, la probabilidad de bajas civiles es alta. No solo por la dificultad de distinguir a los terroristas de los civiles sino también porque éstos, frecuentemente, serán hostiles a las FDI y no les facilitarán la limpieza. Lo más lógico sería comenzar las operaciones por la ciudad de Gaza, de 45 km2 de extensión (13% de toda la Franja) y que cuenta ahora con alrededor de 800.000 habitantes. No solo es el objetivo más rentable sino también el más próximo a las grandes ciudades israelíes. Probablemente, esa ofensiva pasará por el aislamiento simultáneo de la ciudad por el Corredor de Netzarim (al sur de ella).
El enemigo, probablemente, se concretará en grupos residuales de las brigadas Al Qassam y otros grupúsculos terroristas. Cuadrillas que contarán con un mejor conocimiento del terreno y con armamento idóneo para el combate urbano. Por ello, podrían lograr un insoportable número de bajas israelíes. Por lo que respecta a los medios propios, las FDI gozan de un enorme diferencial favorable tanto en cantidad como en tecnología y potencia destructora. Pero eso tendrá un valor relativo porque tales capacidades estarán limitadas por la permanente necesidad de evitar bajas, tanto propias como de civiles gazatíes quienes, en gran medida, también resultan rehenes de Hamás. El aspecto más crítico es el «end state» (estado final) al que Jerusalén pretendería llegar. Porque lo de desplegar tropas musulmanas para la gestión de la Franja tras la guerra, bajo la supervisión de Jerusalén, parece un cuento de ciencia ficción.