Probamos el iPad Pro 2024: más delgado, imposible
El procesador más avanzado de Apple no está en un Mac ni en un iPhone. Está en un iPad. Concretamente en el nuevo iPad Pro, que llega a las tiendas esta semana y que he podido probar durante los últimos días.
Este hecho supone un cambio de estrategia para Apple, que hasta ahora reservaba el anuncio de nuevas generaciones de procesadores M para los Mac. Sirve en cierta forma para cimentar la idea de que el iPad Pro no es una tableta convencional. Puede hacer lo mismo o más que un ordenador convencional -si las aplicaciones lo acompañan- y tiene una versatilidad que cuesta encontrar en otros productos.
En cualquier otra generación de iPad, sólo esta característica bastaría para hacerlo destacar frente a modelos anteriores y frente a la competencia pero Apple ha añadido a esta tableta mucho, mucho más. Como producto de electrónica de consumo no parece haber límite que no rebase pero el conjunto queda lastrado, como en versiones anteriores, por un sistema operativo que podría exprimir mucho más a fondo tanta innovación y potencia. Es una tableta sobresaliente que podría ser excepcional si Apple pusiera un poco más de interés en iPadOS y las aplicaciones profesionales.
En su estado actual puede encajar en los flujos de trabajo de varios profesionales creativos. Cuando todo fluye, la verdad, hay pocas sensaciones tan buenas como trabajar con esta tableta. Tengo la suerte de estar en este universo y desde hace años mi ordenador de viaje (y mi ordenador principal durante un tiempo) ha sido un iPad Pro.
Pero para la mayoría esos límites de iPadOS pueden crear una sensación frustrante que arruina esta experiencia. Los ilustradores, uno de los públicos naturales que hasta ahora tenía el iPad Pro, tienen ahora una alternativa también en el iPad Air, que este año ha crecido en tamaño.
Pero vamos por partes.
MUY DELGADO
Lo primero que llama la atención del nuevo iPad Pro es lo increíblemente delgado que es. El modelo de 13 pulgadas, el que he probado, tiene solo 5,1 milímetros de grosor (el modelo de 11 es un poco más grueso, de 5,3 mm) y da la sensación de que esa cifra viene solo impuesta por las dimensiones mínimas del puerto USB-C de carga.
Desde el momento del anuncio la semana pasada me he encontrado con varios comentarios en redes sociales de gente preguntándose qué necesidad había de hacer el iPad más delgado pero salvando que puede ser más propenso a deformarse, lo encuentro una ventaja fantástica. No hay sacrificios a cambio de esta rebaja. La autonomía sigue siendo muy buena, de unas 10 u 11 horas de uso continuo, y ahora es más ligero y delgado también cuando se usa junto al Magic Keyboard, el teclado con trackpad que sirve como funda.
Apple por fin ha cambiado también el emplazamiento de la webcam y el sistema de identificación faceID a uno de los laterales más anchos. Esto hace más natural usar la tableta en formato apaisado en lugar de vertical. El único problema es que, viniendo de los iPad anteriores, cuesta acostumbrarse a la posición y es fácil, los primeros días, que la mano bloquee FaceID si estamos sujetando el iPad en vertical con la mano derecha.
DOS OLED MEJOR QUE UNO
El iPad Pro puede conseguir estas dimensiones gracias a una nueva pantalla. Hasta ahora la tableta utilizaba un panel MiniLED pero Apple, este año, ha dado el salto a una tecnología que denomina Tandem OLED y que básicamente son dos pantallas OLED superpuestas para alargar la longevidad del panel y mejorar su brillo.
El iPad Pro con Mini LED tenía ya un brillo y una fidelidad de color bastante notable pero OLED sube aún más la apuesta. Mi única queja con Mini LED es que en ocasiones era posible notar cierto "sangrado" de la retroiluminación, sobre todo al mostrar texto blanco sobre fondo negro (por ejemplo al leer un libro digital). Con OLED, la experiencia es perfecta. Películas y series se ven de lujo y las fotos y vídeos tienen un contraste y un brillo increíble. Tal vez más importante para los que usamos la tableta de noche es que el brillo mínimo ahora puede ser un poco más bajo.
Apple ofrece también la posibilidad de configurar una pantalla con "nanotextura", un acabado mate que reduce de forma significativa los reflejos. Sólo está disponible en los modelos de 1TB o 2 TB de capacidad -los más caros- y tiene un sobrecoste adicional. El modelo que he podido probar tenía el acabado convencional pero he podido ver de cerca la alternativa y para muchos profesionales de la imagen sea posiblemente mejor opción.
LA POTENCIA DEL M4
Los procesadores M3 que Apple presentó en otoño del pasado año (y que acaban de llegar a los Macbook Air) tienen los días contados. Este iPad estrena su reemplazo. No es una sorpresa. Apple consiguió adelantarse al resto de la industria y tener los primeros procesadores con un proceso de integración de tres nanómetros (una medida del nivel de miniaturización, que tiene un impacto directo en la eficiencia y potencia) porque apostó por una tecnología de fabricación que era relativamente ineficiente y cara.
Ahora que existe una forma de fabricar estos procesadores de forma más fiable, Apple quiere saltar lo antes posible a la generación M4, que se estrena en esta tableta.
Mi impresión inicial es que se trataría más o menos del mismo diseño de chip, simplemente fabricado con este nuevo proceso y algo más de potencia en lo que Apple denomina "motor neural", un área del procesador destinada a tareas de aprendizaje máquina e inteligencia artificial. Es importante en este tipo de máquinas porque las aplicaciones creativas cada vez utilizan más herramientas de inteligencia artificial que se benefician enormemente de esta capacidad de cálculo extra.
Pero no. Mi sorpresa ha sido mayúscula al describir que el M4 realmente es una nueva generación de chip, con un nuevo diseño de núcleos de proceso que posiblemente serán los que veamos en los futuros A18 de los iPhone Pro de este año. Esto quiere decir que los M4 son más potentes y eficientes que los M3 en todo tipo de tareas, no sólo en aprendizaje máquina.
Algunas baterías de pruebas, como Geekbench, arrojan cifras sorprendentes, superiores a las de cualquier otro procesador para sobremesa o portátil de consumo y todo ello con mayor eficiencia y en una máquina de 5 milímetros de grosor.
QUIERE SER PRO
El problema del iPad Pro, sin embargo, es el mismo de siempre. Cuesta mucho encontrar aplicaciones que realmente sean capaces de exprimir a fondo la potencia. Apple ha creado dos versiones de sus aplicaciones creativas más potentes, Logic Pro y Final Cut Pro, pero faltan todavía muchas aplicaciones (tanto de Apple como de terceros) para que el iPad pueda empezar a expandir el tipo de profesionales para los que una tableta puede tener sentido como alternativa a un PC convencional.
Incluso con estas aplicaciones, iPadOS tiene a menudo límites en la forma de manejar archivos o interactuar con el sistema que limitan los usos y que pueden llegar a ser frustrantes, sobre todo para una generación de artistas que se ha formado con máquinas con menso restricciones.
Hay aplicaciones, como Procreate Dreams (para animación 2D), que son una delicia usar y posiblemente una generación de artistas que está creciendo con las limitaciones de la plataforma y aprendiendo a navegarlas (soy de la opinión que Windows o MacOS también tienen sus limitaciones frente a otra herramientas creativas, es sólo que hemos aprendido a vivir con ellas) pero la sensación que deja el iPad Pro, un año más, es la misma. Podría ser mejor si iPadOS tuviese menos limitaciones. Como todos los años, es probable que en la próxima conferencia WWDC veamos novedades en este frente, pero es difícil saber el alcance de las mismas.
ACCESORIOS Y PRECIO
Además de iOS hay otro punto un poco extraño en este nuevo iPad Pro. Por primera vez el modelo pierde una cámara, el ultra gran angular. Ahora la tableta tiene sólo una cámara de 12 megapíxeles. Es probable que muy pocos usuarios la usaran o necesitaran, pero se antoja arbitrario y poco lógico en una máquina que este año sube de precio.
El iPad Pro también viene con nuevos accesorios (otro punto negativo: no es compatible con el Magic Keyboard, debido a la nueva disposición de los imanes en el interior, o el Apple Pencil de generación anteriores, salvo el reciente Apple Pencil USB-C).
He podido probar todos y todos son buenas opciones que realmente transforman el iPad Pro. La nueva funda Folio, por ejemplo, ahora tiene cuatro ángulos diferentes de ajuste de la inclinación de pantalla.
El Magic Keyboard ahora incorpora una fila de teclas de función, un trackpad más amplio y un acabado en aluminio más duradero.
La estrella, sin embargo, es el Apple Pencil Pro, que es una nueva versión del lápiz digital mucho más avanzada. Incluye nuevos gestos, como la posibilidad de invocar un menú de herramientas pellizcando el cuerpo del lápiz y la detección de orientación de la punta al rotarlo. Tiene también un pequeño motor de vibración y es compatible con la función de Find My para detectar su localización si se pierde.
Los ilustradores han sido siempre uno de los objetivos claros de Apple con el iPad Pro y este nuevo lápiz les da nuevos poderes. Es increíble ver la integración que algunos desarrolladores, como Procreate, han hecho con la función de detección de la orientación, por ejemplo, o el nivel de atención al detalle de Apple. Una de las funciones que me ha sorprendido es que el lápiz genera una sombra digital al acercarse a la pantalla que ayuda a identificar la herramienta que está seleccionada.
La sensación, después de estos días, es que el iPad Pro mejora en todos los frentes. Es más ligero y compacto pero también más potente, con mejor pantalla y más versátil. También más caro. El modelo de 13 pulgadas arranca en 1.549 euros y eso sin incluir accesorios como el Magic Keyboard o el Apple Pencil pro. Configurarlo a medida lo pone en el mismo rango de precio que un MacBook y aquí es donde cada usuario debe valorar si lo que ofrece el iPad (pantalla OLED táctil, Apple Pencil Pro, dimensiones o el nuevo M4) son suficiente beneficio como para olvidar que el sistema operativo a veces puede resultar más limitado que macOS. Para muchos la respuesta posiblemente será que no. Para el resto el apellido Pro está de sobra merecido.