El largo túnel de Lukebakio con el mercado a las puertas

El atacante sevillista ha anotado 11 goles en 69 disparos, ocho de esos tantos los hizo en la primera vuelta, cuando el equipo se recostaba sobre su espalda y dejaba que la calidad del belga resolviese los partidos. Esa dependencia no le ha hecho nada bien al Sevilla, que se ha acostumbrado a vivir por encima de sus posibilidades, a no mejorar algunos aspectos del ataque excesivamente dependientes de la calidad individual de su único referente ofensivo. Y Caparrós mientras trata de sacarle su mejor rendimiento corriendo a los espacios, situación que rara vez encontraba con García Pimienta, cuando recibía en posición cómoda en la banda para iniciar una carrera llena de obstáculos, saliendo de ella victorioso en demasiadas ocasiones. Con este nuevo rol, esa presunta apatía que presenta el número 11 es más cansancio. Siempre ha sido un futbolista de conectarse y desconectarse. De irse por momentos de los encuentros hasta que el balón pasa cerca suya. Ahora su esfuerzo debe centrarse en esos desmarques a campo abierto, con Agoumé o Badé buscando siempre la espalda de los centrales con cierta precisión, toda la que le está faltando a Lukebakio para resolver con acierto los mano a mano. Le ocurrió contra el Alavés y también ante el Leganés. Dos goles cantados que se fueron al limbo, como antes los metía como churros desde posiciones mucho más complejas.

A Lukebakio se le ve comprometido y concienciado del mal momento que atraviesa el Sevilla. De hecho, ya vivió un descenso con el Hertha y no desea repetir la experiencia. Quiere ayudar como sea. Ya tuvo que arrepentirse por su roja en Pamplona, por mucho que pensase que era injusta o desmedida. Mientras el TAD no se pronuncie, sus ojos están puestos en Vigo, para después desplazarse al compromiso intersemanal contra Las Palmas. El Sevilla necesita una victoria para respirar, para quedarse verdaderamente tranquilo en este tramo final de Liga que se presume de infarto por la zona baja. Ese miedo igualmente está lastrando a un equipo que se veía hace dos meses con los deberes hechos y mirando a un supuesto objetivo europeo. Nada más lejos de la realidad. Puede entrar en barrena como en menos de una semana no sea capaz de sacar algún resultado positivo ante Celta o los canarios. Se la está jugando y ahora es cuando más necesita a sus mejores hombres, con Lukebakio como el principal artífice para salir del pozo.

Pendientes del mercado

Tanto si se consigue la permanencia, como si el equipo sucumbe a las garras del descenso, la salida este verano de Dodi Lukebakio es impepinable. El club necesita sacar dinero de algún lado y la venta del zurdo es uno de esos ingresos extraordinarios que se contemplan como seguros. Difícil es saber si algún club llegará a los 40 millones de su cláusula o a esos 45 (por estar rozando el final del mercado) que llegaron a ofrecer desde el fútbol árabe. Cuadrar las cuentas, enjuagarlas o minimizar el golpe de años de pérdidas absolutas es el mensaje que trasladan desde el club, con este futbolista como punta de lanza para los traspasos.

De todos modos, viendo este final de temporada del equipo en global y de Lukebakio en particular, existe cierta preocupación a que pueda llegar a depreciarse. Que su valor caiga hasta un punto que no sea tan interesante la venta, situación que aterra a un club donde cada euro cuenta. Hay otros jugadores como Badé que también están en el mercado, cuya idea no era la de salir, dejando claro que él decidiría, pero es otro de los que se da cuenta de que el club no está para mantener a ningún futbolista cotizado, además los objetivos han caído en picado y los jugadores cotizados siempre buscan nuevos horizontes. El del Sevilla no es otro que Vigo. Y Las Palmas. También llegará el Real Madrid y el Villarreal. Las cuatro estaciones del Sevilla. Con una estrella perdida. Desilusionada. De bajón. La última y casi única función de Caparrós es recuperarlo para que saque un partido adelante y el equipo se pueda olvidar por fin del miedo al descenso.