«Ponemos la cuestión del Líbano en sus manos, con todas sus capacidades a nivel internacional, para que pueda ayudar a nuestro país a liberarse de las crisis acumuladas», le ha dicho Ali El-Khatib, del Consejo Islámico chií, que ha denunciado la agresión de Israel. Un líder cristiano, Mar Ignazio Efraim II, patriarca de Antioquía y líder de la Iglesia siro ortodoxa le ha asegurado que «en los últimos años, en nuestros países, musulmanes y cristianos se han convertido en víctimas de acusaciones de apostasía por parte de terroristas, guerras sangrientas y un feroz enemigo israelí, lo que ha acelerado la migración forzosa de muchos».
Otro participante, Mouhamad al Cheikh Saleh Akkar Abboudieh, del norte del Líbano, en la frontera con Siria, ha explicado a ABC mientras llegaba el Papa que «es un honor encontrarlo», y ha pedido al Papa «humildemente que recuerde en sus oraciones a las comunidades alauitas, el grupo más cercano al exlíder sirio al Assad, que tras su caída es víctima de represión en Siria.
«El diálogo interreligioso aquí está vivo y da buenos frutos en cuestiones cotidianas. Pero cuando se trata de diplomacia o de intereses que afectan a la política, entonces es más difícil», ha explica a ABC César Essayan, vicario apostólico latino de Beirut. En este país, religión y política están trenzadas, y existen partidos políticos cristianos y musulmanes de todas las corrientes y con intereses también enfrentados. Algunos son ideológicamente cercanos a Moscú, otros a Irán y otros a Occidente, pero en general los intereses de esos partidos sofocan el diálogo interreligioso.
«Los hombres de fe deben tomar las riendas»
«Creo que los hombres de fe debemos tomar las riendas y no dejarnos llevar por los intereses de algunos partidos políticos, que a menudo no coinciden con el bien común y el bien de la nación», dice Essayan. Por eso, es muy simbólico que el Papa les haya señalado una causa «interreligiosa» compartida diferente de las que menciona en otros lugares, como la ecología o la ayuda humanitaria. Aquí les ha pedido que arrimen el hombro para sacar adelante su país.
«La paz es posible, la reconciliación es posible», les ha dicho suscitando aplausos. «Vosotros tenéis la misión de dar testimonio de la verdad imperecedera de que cristianos, musulmanes, drusos y muchos otros pueden vivir juntos y construir un país unido por el respeto y el diálogo», ha añadido. Pensando sobre todo en la región, donde parece que sólo hay espacio para creyentes de una religión, «en una época en la que la coexistencia puede parecer un sueño lejano, el pueblo libanés, aun abrazando diferentes religiones, se erige como un poderoso recordatorio de que el miedo, la desconfianza y los prejuicios no tienen la última palabra, y que la unidad, la reconciliación y la paz son posibles», ha continuado. También les ha planteado que el diálogo que mantengan «rechace los prejuicios, la discriminación y la persecución, y afirme la igual dignidad de todo ser humano».
«Cuando regreses a tu país cuenta lo que aquí ocurre, que no estamos unos contra otros, aunque tengamos distintas opiniones»
Rabih Kobeissy
Jeque chií
Ha sido un encuentro largo, con muchos discursos, pues han intervenido los 18 representantes de las 18 religiones y confesiones que hay en el país. Pero el Papa lo ha seguido con atención, y se ha puesto de pie para dirigirse a ellos, a pesar de que los organizadores le habían puesto una silla. Antes de despedirse han plantado juntos un olivo, que como la paz, necesitará cuidados y tiempo para echar raíces.
Le miraba en una de las primeras filas visiblemente satisfecho el jeque chií Rabih Kobeissy, del sur del Líbano. «Cuando regreses a tu país, cuenta lo que aquí ocurre, cuenta que no estamos unos contra otros, aunque tengamos opiniones diferentes», ha solicitado al corresponsal de este periódico. «Aquí podemos vivir juntos porque vemos al otro tal y como es, y no se trata de convencerlo de la propia religión sino de convivir con las diferencias. Occidente no refleja que colaboramos, y sólo habla de nosotros cuando hay conflictos», ha dicho antes de marcharse.