Por eso, Gómez señala en conversación con ABC que aunque el consumo de pornografía que se ha observado en su detallada investigación no es un «hábito problemático» e «incontrolable», por el que los jóvenes dejen de hacer otras cosas, siendo más «ocasional», lo cierto es que los padres harían bien en «enseñarles qué es ese contenido, acompañarles y verlo con ellos, incluso» para explicarles ciertas nociones. Es decir, los progenitores deben partir de la idea de que «sus hijos van a ver porno, antes o después», porque «está en todas partes, llega muy pronto y muy fácil, está por todos los canales, porque es muy accesible. Les va a llegar sí o sí, hay que pensar esto«. Así que tomando esa realidad como base lo mejor es explicarles que »eso no es sexo real«, aconseja. Hay que abordar la educación sexual de una manera integral.
Gómez explica algunas de las percepciones que declaran tener los chavales en su trabajo: «Las mujeres tienen más sentido crítico respecto a que visualizar esos contenidos de pornografía tienen un impacto en sus relaciones, también un 37% declara que fomenta la violencia sexual, son más conscientes de la violencia de las imágenes». En cambio, los hombres algo menos. No obstante, y aunque no se ha estudiado en este trabajo que ver porno tenga un impacto directo y proporcional en el retroceso juvenil respecto a la lucha contra la violencia de género, el repunte de agresiones sexuales, su normalización de ciertas actitudes misóginas y la discriminación a la mujer, ese contexto subyace en las contestaciones que muestran las personas de 16 a 29 años encuestadas.
«Cotidiano» frente a «esporádico»
El consumo mayor en los varones, que lo conciben como «cotidiano» frente a las mujeres para las que es más «esporádico», reproduce modelos anclados en «cánones clásicos», dice el sociólogo. «El porno no deja de reproducir ideas sobre la sexualidad, la dominación, la discriminación hacia las mujeres, la invisibilización de la violencia de género, así que si no se reflexionan en casa estos contenidos que se ven, va calando y sí puede influir» en la aparición de comportamientos puramente machistas, corrobora el investigador. Y es que el análisis, como ha publicado ABC, recoge que el tipo de contenidos más demandados por los jóvenes en España son los de pornografía dura, con imágenes altamente violentas y denigrantes, especialmente para la mujer. El 75-80% de los jóvenes acceden a través de su móvil.
El sociólogo también arguye que la edad de acceso -a los 13, de media, aunque hay un acceso temprano a los 12 por parte de uno de cada cuatro muchachos- se ha mantenido con el tiempo, pareja a la entrega del primer móvil en la infancia (que según el INE se sitúa a los 11 años), si bien hay jóvenes que manifiestan que su primer contacto con la pornografía fue a los 8-9 años . «Si no hay un 'input', una explicación previa, esos contenidos les 'shockean', les impactan muchísimo. Hay que acompañarles en el propio consumo del porno. Decirles: 'mira, no sé si has visto esto, pero no es real, funciona así'«, repite. »Porque el riesgo, si no se hace, es que se concibe eso que ven como el sexo natural«.