Putin llega a China para estrechar lazos con Xi Jinping: "Las relaciones se han fortalecido y han resistido los cambios en el panorama internacional"

Vladimir Putin aterrizó a las 4.30 de la madrugada en Pekín, poco antes del temprano amanecer de la capital de China. Fue recibido en la pista por la guardia de honor y un grupo de altos funcionarios chinos. Subido al Aurus Senat, su limusina blindada, cruzó una autopista de camino al centro de la ciudad que estaba bañada en los laterales por banderas chinas y rusas.

Al elegir a China para su primer viaje de Estado al extranjero desde que asumió un nuevo mandato, Putin pretende mandar un mensaje claro al resto del mundo: continúa reforzando la asociación con su amigo Xi Jinping para desafiar el orden global liderado por Estados Unidos a la vez que Moscú logra fortalecer su resiliencia económica y avanza en su guerra en Ucrania.

Mientras Putin presume de amistades y de la consolidación de la asociación "sin límites" que firmó con Xi poco antes de lanzar la invasión, el presidente chino sigue haciendo malabarismos para sostener económicamente a su socio ruso al mismo tiempo que busca mantener óptimas relaciones con las potencias europeas y rebajar las tensiones con Washington. Xi no esconde su creciente alineamiento geoestratégico con el Kremlin, pero lo hace sin romper con Occidente.

Putin (71 años) y Xi (70) ya se han reunido cara a cara hasta 43 veces desde que el líder chino asumió el poder en 2013. Desde que comenzó la invasión de Ucrania, Putin ha visitado dos veces Pekín, la última hace apenas siete meses para participar en una cumbre de la nueva Ruta de la Seda, el mega proyecto de infraestructuras del presidente chino. Xi, por su parte, viajó a Moscú en marzo del año pasado.

Ambos líderes se encontraron el jueves por la mañana en el Gran Palacio del Pueblo de la Plaza de Tiananmen. Por la noche habrá una gala para celebrar los 75 años desde que la Unión Soviética reconoció la República Popular China.

"El presidente Xi Jinping dio la bienvenida a su viejo amigo para una visita de Estado. Cuando el presidente Putin prestó juramento para su quinto mandato, el presidente Xi lo felicitó de todo corazón y expresó su convicción de que, bajo su liderazgo, Rusia seguramente logrará nuevos y mayores avances en desarrollo nacional", reza la primera lectura que hace Pekín del encuentro.

"Las relaciones entre China y Rusia se han fortalecido cada vez más a pesar de los altibajos, y han resistido los cambios en el panorama internacional. El desarrollo constante de las relaciones favorece la paz, la estabilidad y la prosperidad de la región y del mundo en general. China está dispuesta a trabajar con Rusia para seguir siendo un buen vecino y buscar conjuntamente el desarrollo y defender la justicia en el mundo", dijo Xi según el mismo escrito.

El Gobierno chino no ha apoyado en ningún momento la invasión de Ucrania (a la que se refiere como "crisis"), pero los lazos del eje Pekín-Moscú, sobre todo en el terreno económico, están siendo la gran baza del Kremlin para sortear la sacudida de las sanciones occidentales. Desde Estados Unidos han acusado además a Pekín de vender al régimen de Putin las tecnologías de doble uso necesarias para alimentar la "máquina de guerra" del Kremlin, algo que las autoridades chinas niegan.

Cooperación económica

Putin, además de la foto con Xi para demostrar nuevamente a Occidente que no está tan aislado como pretenden, busca en su viaje a China fortalecer más la cooperación económica. China y Rusia reman en la misma dirección autocrática, pero el Kremlin es el socio menor en una relación desigual. Moscú depende mucho más de Pekín que a la inversa.

Tras la invasión de Ucrania, el comercio entre China y Rusia se disparó hasta un nivel récord de 240.000 millones de dólares en 2023, según los datos de los servicios aduaneros de Pekín, impulsado en parte por las empresas chinas que compraron petróleo y carbón con descuento. Rusia sobre todo suministra a China materias primas y energía, mientras que Moscú necesita inversiones y productos de alta tecnología. Sin embargo, después de la amenaza estadounidense a las instituciones financieras chinas, las exportaciones de China a Rusia cayeron en marzo y abril.

Según un informe publicado por el Instituto Chongyang de Estudios Financieros de la Universidad Renmin, en Pekín, las autoridades chinas, preocupadas por estas sanciones, suspendieron en marzo alrededor del 80% de los acuerdos de pago con Rusia, un movimiento que demuestra que esa asociación "sin límites" de la que presume Putin no es realmente así.

Pekín ha tratado de equilibrar una alianza cada vez más sólida con el Kremlin, como su gran socio internacional, mientras dice mantener su política de defensa incondicional de la soberanía de Ucrania. Los diplomáticos chinos siempre reconocen en voz baja que nunca han estado cómodos con el ataque de Putin, pero tampoco pueden soltar la mano de su vecino.

En una entrevista publicada el miércoles a la agencia estatal china Xinhua, Putin elogió el "plan de paz" presentado por Pekín en febrero del año pasado, en el primer aniversario de la invasión rusa de Ucrania. En el documento se pedía el respeto a la soberanía de todos los países y un llamamiento al alto al fuego, al mismo tiempo que criticaba las sanciones a Rusia y consideraba legítimas las preocupaciones de seguridad de Putin sobre la expansión de la OTAN hacia Europa del Este.

Los aliados occidentales reprocharon al régimen chino que, aunque el plan solicitaba un alto al fuego, en ninguno de los puntos se pedía la retirada de las tropas rusas del territorio ucraniano. "Putin lo está aplaudiendo (el plan de paz presentado por Pekín), entonces, ¿Cómo podría ser bueno?", manifestó el estadounidense Joe Biden. "China no tiene mucha credibilidad porque no ha condenado la invasión ilegal de Ucrania", señaló también el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.

La visita de Putin a Pekín llega una semana después de la primera gira europea de Xi en cinco años, donde el líder chino fue testigo de las divisiones que hay en Europa sobre la estrategia que hay que seguir respecto a China. Xi comenzó aquel viaje en París respondiendo preguntas complicadas sobre su apoyo a Rusia en la guerra, y lo terminó con un baño de masas y adulación en Belgrado y Budapest.

En la reunión con el presidente francés, Emmanuel Macron, y la jefa de la Comisión de la Unión Europea, Ursula von der Leyen, el presidente de la superpotencia asiática prometió que su país no vendería armas a Rusia y controlaría el flujo de tecnologías de doble uso hacia el ejército de Putin.