Sánchez explota la baza emocional para movilizar a su electorado: "Quiero a mi mujer y voy a defender su honorabilidad"
Hace menos de un mes Pedro Sánchez desembarcaba en el cinturón rojo de Barcelona para explotar electoralmente su amago de dimisión, tras el inicio de la investigación judicial contra su esposa, e impulsar a Salvador Illa hacia la victoria en las elecciones catalanas del 12 de mayo. Contra «la máquina del fango» clamó entonces el presidente del Gobierno desde Sant Boi de Llobregat, fértil territorio socialista. Y contra la «máquina del fango» volvió a clamar este jueves desde L'Hospitalet de Llobregat, otro de esos enclaves dominados por el PSC, ya con Begoña Gómez citada como imputada por los presuntos delitos de corrupción y tráfico de influencias, para polarizar esta vez la campaña de las europeas y buscar la victoria en socialista el próximo domingo apoyándose en su siempre fiel Cataluña.
Como entonces, convirtió la maquinaria gubernamental el mitin en un acto de apoyo masivo al jefe del Ejecutivo. Arrancó con la proyección de una fotografía de Sánchez y su mujer en el acto celebrado el miércoles en la localidad malagueña de Benalmádena. Mientras tanto, la alcaldesa de L'Hospitalet, Núria Marín, exclamaba: «¡No estáis solos, a estos los vamos a parar!», tras reclamar un fuerte aplauso «para Begoña», ya definitivamente reconvertida en reclamo electoral.
«Un fuerte abrazo para Begoña de parte de todos los socialistas catalanes», engarzó Illa, el candidato electo del PSC a la Generalitat, nada más tomar la palabra. De «todo tipo de artimañas para descabalgar a Pedro Sánchez», habló Illa. A continuación, tomando como propio el argumentario del líder del PSOE, llamó el primer secretario de los socialistas catalanes a acudir a las urnas para «frenar el riesgo más importante para Europa: el de la ultraderecha y de una derecha acomplejada ante el discurso de odio de la ultraderecha, que no sabe poner líneas rojas para frenarla».
El primero en agitar el espantajo de la ultraderecha fue, no obstante, Josep Borrell. El Alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad pidió «hacer posible que la extrema derecha no condicione el Gobierno de Europa». Aunque fue el único de los presentes en no mencionar a Sánchez y su esposa, sí pidió Borrell «un poder judicial responsable» y aludió a las «posibles disfunciones del sistema judicial» que el PP favorece, aseguró, al no acordar la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).
Ya oportunamente caldeado el ambiente, tomó el testigo Sánchez para reivindicar al PSOE como la única fuerza capaz de «frenar el empuje de una internacional ultraderechista que pretende imponer con bulos y no con votos su agenda reaccionaria». En ese grupo incluyó el socialista a Vox, al PP y al partido de Alvise Pérez, Se Acabó la Fiesta, a los que pretendió igualar ante el electorado como si un mismo ente conformaran. «Les molesta que le llamemos ultras, pero nosotros estamos muy orgullosos de que nos llamen zurdos», alegó.
«Su máquina del fango se basa en bulos, la democracia se basa en votos», repitió Sánchez evocando los mismos lemas que ya utilizó durante la campaña de las catalanas y que, en aquella ocasión, surtieron el efecto deseado, con la incontestable victoria de Illa.
También como entonces, alertó el secretario general del PSOE de que en Europa se impongan proyectos populistas como el de Milei en Argentina o el de Bolsonaro en Brasil. Pidió el voto Sánchez para «evitar que vuelvan los hombres de negro, que aplicaron los recortes en Europa, unidos a la ultraderecha con su motosierra».
Cerró el presidente del Gobierno apelando al componente emocional. «Quiero a mi mujer y voy a defender su honorabilidad de una oposición destructiva», zanjó Sánchez, que realizó un especial llamamiento a los los jóvenes y las mujeres, sectores en los que el PSOE advierte mayor potencial de crecimiento.