PP y Vox ya aceptan una moción de censura contra Sánchez con Junts mientras Puigdemont refuerza su amenaza
Eventual escenario desde que los indicios de corrupción empezaron a acechar al entorno del presidente del Gobierno, la moción de censura contra Pedro Sánchez, apoyándose en la Junts de Carles Puigdemont, ya no es una posibilidad innombrable para PP y Vox.
Así lo evidencian las últimas manifestaciones al respecto de Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal, quienes, en las últimas 48 horas, han abierto públicamente la puerta a aliarse con la formación neoconvergente para expulsar al socialista de La Moncloa.
«Si los señores de Junts quieren elecciones y apoyan una moción de censura, tengan la seguridad de que presentaré una moción de censura, si tengo los apoyos suficientes para sacarla adelante», afirmó ayer el líder de los populares.
Lo hizo después de que el jefe de filas de Vox mostrara su predisposición a apoyar una moción de censura aunque cuente con la participación del partido dirigido por Puigdemont, siempre que la colaboración reúna dos condiciones: que conduzca inmediatamente a la convocatoria de elecciones generales y que el respaldo de Junts no venga precedido de ningún tipo de cesión al partido independentista, esto es, que la entente con su antítesis política se reduzca exclusivamente al interés compartido de apartar al secretario general del PSOE de la presidencia del Ejecutivo.
«La moción de censura es un asunto que hay que resolver ya, porque Junts lo está usando para negociar con Sánchez. El PP debería presentarla ya para cortar esta situación y provocar una votación», estiman fuentes de la formación conservadora.
Hasta la fecha, Junts siempre ha descartado la posibilidad de coaligarse con la derecha nacional para tumbar a Sánchez. Su secretario general, Jordi Turull, tildó de «ciencia ficción» ese futurible entendimiento después de que Puigdemont lanzara su ultimátum al presidente del Gobierno a inicios de diciembre, instándole a someterse a una cuestión de confianza por estar incumpliendo todos los acuerdos suscritos en el denominado pacto de Bruselas, el contrato político por el que Junts apoyó la investidura de Sánchez a cambio de una ley de amnistía a medida y una negociación clandestina sobre el «conflicto político catalán» y el concierto económico. Y por tampoco avanzar en los pactos sellados a cambio de su apoyo parlamentario, esto es, la oficialidad del catalán en Europa o el traspaso «integral» de las competencias de inmigración a la Generalitat.
Junts espera que la Mesa del Congreso aborde el próximo jueves la admisión a trámite de la proposición no de ley que registró para empujar a Sánchez a la cuestión de confianza.
El viernes, la ejecutiva permanente del partido secesionista se reunirá en Bruselas para analizar lo acaecido un día antes en las Cortes Generales y Puigdemont tomará la palabra para actualizar el estado de su amenaza a Sánchez.
Presumiblemente, utilizará esa misma conferencia para pronunciarse sobre la oferta de moción de censura de PP y Vox y, más que probablemente, la rechazará, consciente del enorme desgaste político que le acarrearía en Cataluña la instantánea con las dos formaciones que lleva años demonizando.
El castigo de Junts a Sánchez puede pasar más bien por su rechazo a los Presupuestos Generales del Estado y por endurecer todavía más cada negociación con el PSOE para sacar adelante iniciativas o leyes que precisen de su respaldo.
Aun así, y para advertir a los neoconvergentes del precio de facilitar una moción de censura con PP y Vox, el PSC ya empezó ayer un ataque preventivo contra Junts. «Esperemos que todos los partidos catalanes tengan claro que cualquier pacto con el PP y Vox es un pacto contra Cataluña», espetó la portavoz de los socialistas catalanes, Lluïsa Moret, con el fin de proteger a Sánchez.