Los 'baby boomers' catalanes, al borde de la jubilación>

En Catalunya estamos hablando de la franja más amplia de la población, ya que según datos del IDESCAT, en nuestra Comunidad hay actualmente cerca de 2,5 millones de personas entre los 50 y los 59 años: un 31% de la población. Es fácil adivinar el impacto social, cultural y económico que va a suponer la retirada de esta masa poblacional del mundo laboral en una situación de pirámide invertida, donde los mayores de 60 años constituyen ya más del 26% y que, para 2035, sumará más de dos millones de catalanes mayores de 65 años.

Para hacernos una idea de cómo aumenta la masa crítica de la población mayor en Catalunya sirva como ejemplo Barcelona, donde se estima que en 2050 tres de cada 10 ciudadanos tendrán más de 65 años, y dos de cada diez más de 80, según estimaciones del Ayuntamiento.

En este contexto es fácil entender por qué los actores del entorno del cuidado a las personas mayores y dependientes vamos a tener que seguir trabajando para garantizar un derecho fundamental: ofrecer la mejor asistencia y cuidados, y, además, saber dar respuesta a un nuevo perfil de mayores con gustos, necesidades y deseos distintos a los de las generaciones anteriores.

La solución pasa por ofrecer cuidados diseñados según las necesidades de cada persona. Así como, por la existencia de un diálogo profundo y muy asertivo entre la esfera pública y la privada, armonizando conceptos y trabajando conjuntamente para el desarrollo e implementación de marcos normativos que pongan el cuidado de las personas en el foco para poder satisfacer sus necesidades, las presentes y las futuras.

En este sentido, y para dar una respuesta rápida a este futuro próximo, estamos obligados a ofrecer soluciones y transitar hacia un modelo híbrido que combine cuidados y ayuda a domicilio con viviendas adaptadas y residencias medicalizadas y, así, poder satisfacer todas las tipologías de atención que precisaran los nuevos sénior.

Cataluña ofrece actualmente cerca de 61.000 plazas residenciales, pero muchas más van a tener que sumarse para absorber a los boomers cuando éstos empiecen a necesitarlas. Por eso, debemos seguir invirtiendo en recursos, formación e innovación y construir nuevos centros y sumar plazas sin perder la perspectiva de que una residencia debe ser un hogar.

También debemos tener en cuenta que los desarrollos tecnológicos, en materia de sensorización y herramientas para un correcto seguimiento de las personas, hacen posible que los servicios de atención domiciliaria, tanto a nivel de cuidados en el hogar como de teleasistencia, puedan optimizarse y de esta forma dar también respuesta a un número cada vez más creciente de personas que quieren envejecer en sus domicilios. En 2022, el Servicio de Atención Domiciliaria de la Generalitat atendió a 43.000 personas y los de Teleasistencia hicieron lo propio con algo más de 24.000. Pero esa cifra va a subir exponencialmente, sobre todo a partir de 2030, motivo por el cual todos los players del entorno sociosanitario estamos destinando recursos para ampliar dichos servicios.

Como sector, también deberíamos poder concienciar a la sociedad sobre la importancia del cuidado de las personas mayores para dignificar unas profesiones que, en general, son minusvaloradas y, como consecuencia, resultan poco atractivas. Esta concienciación social debería permitirnos ser capaces de atraer talento y contribuir a aumentar el número de profesionales, pero, sobre todo, que los más jóvenes nos consideren como una opción profesional. Además, para ayudar a minorizar el impacto de la falta de diplomados universitarios de enfermería y médicos en el sector podría contemplarse la creación de nuevas figuras asistenciales.

Prepararnos para hacer frente a todos los retos de futuro es nuestro principal cometido, por eso, es clave la formación continuada de todos nuestros profesionales, fomentar la coordinación y trabajo en conjunto entre los diferentes agentes sanitarios e innovar con soluciones y servicios que aporten valor a los usuarios y cubran sus demandas. Porque las necesidades de 2030 serán muy diferentes a las de 2023.

Alberto Sarmini es director Territorial Zona Catalunya, división residencias de DomusVi España