

Hace más de un millón de años, en una sabana calurosa y repleta de vida salvaje cerca de la orilla de lo que algún día se convertiría en el lago Turkana en Kenia, dos especies de homínidos caminaron juntas.
Tras desenterrar fósiles de hace 1,5 millones de años, los científicos hallaron el primer ejemplo de dos conjuntos de huellas de homínido hechas al mismo tiempo en la orilla de un antiguo lago del paisaje africano, en el famoso yacimiento de fósiles de Koobi Fora. Según acaba de publicar Science, el Homo erectus y Paranthropus boisei, las dos especies humanas vivas más comunes del Pleistoceno, convivieron en el mismo tiempo, evadieron a los mismos depredadores, y buscaron los mismos alimentos.
Ambas especies caminaban erguidas y eran muy ágiles, aunque aún se sabe poco sobre cómo interactuaban tanto cultural como reproductivamente. "El descubrimiento proporcionará más información sobre la evolución humana", apunta Craig Feibel, autor del estudio y profesor del Departamento de Ciencias de la Tierra y Planetarias y del Departamento de Antropología de la Escuela de Artes y Ciencias de Rutgers.
Feibel, que ha realizado investigaciones desde 1981 en esa zona del norte de Kenia, aplicó su experiencia en estratigrafía y datación para demostrar la antigüedad geológica de los fósiles, reduciendo el tiempo de paso de las huellas a unas pocas horas, y demostrando que se formaron en el mismo lugar de sedimentos blandos donde se encontraron. "Si los homínidos no se cruzaron, atravesaron la orilla con unas horas de diferencia", apunta Feibel.
Si bien los fósiles de esqueletos han proporcionado durante mucho tiempo la evidencia principal para estudiar la evolución humana, las huellas fósiles están revelando detalles fascinantes sobre la evolución de la anatomía y la locomoción humanas, además de proporcionar más pistas sobre los comportamientos y entornos humanos antiguos, según apunta Kevin Hatala, experto en anatomía del pie, primer autor del estudio y profesor asociado de biología en la Universidad Chatham en Pittsburgh, Pensilvania.
"Las huellas proporcionan instantáneas que dan vida a nuestros parientes", apunta Hatala. "Con estos datos podemos ver cómo individuos vivos de hace millones de años se movían por sus entornos y interactuaban entre sí, o incluso con otros animales, que es algo que no podíamos saber examinando huesos o herramientas de piedra".
"La huella del Paranthropus boisei tenía un dedo gordo del pie más móvil y divergente, es decir, un bipedismo más primitivo y menos eficiente, que la otra, del Homo erectus, mejor diseñada para caminar y correr largas distancias", apunta Juan Luis Arsuaga, paleontólogo y director científico del Museo de la Evolución Humana de Burgos en declaraciones al Science Media Centre.
"Las diferencias en el bipedalismo podrían reflejar adaptaciones ecológicas específicas, reduciendo potencialmente la competencia directa y favoreciendo la coexistencia", razona M. Gema Chacón, investigadora del Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social de Tarragona.
El descubrimiento se realizó, según Feibel, "un poco de casualidad". Los investigadores descubrieron las huellas fósiles en 2021, cuando un grupo de científicos kenianos altamente que viven en la zona y recorren este paisaje después de fuertes lluvias, observaron fósiles en la superficie, y excavaron para intentar encontrar la fuente. Mientras limpiaba la capa superior de un lecho, Richard Loki, uno de los excavadores, descubrió huellas de aves gigantes, y después la primera huella de homínido, que no sería excavada hasta julio de 2022.
Feibel señaló que desde hace tiempo se había planteado la hipótesis de que estas especies humanas coexistieron. Según los registros, el Homo erectus, sobrevivió durante un millón de años más, pero el Paranthropus boisei se extinguió en los siguientes cientos de miles de años, aunque los científicos no saben por qué. "La idea de que vivieron contemporáneamente puede no ser una sorpresa, pero es la primera vez que se demuestra", apunta Feibel.