Payasos tristes y renos malos>

Ser amable está sobrevalorado. Que se lo digan a Donny, que por apiadarse de una señora pasada de kilos que lloraba en la barra de un pub e invitarla a una taza de té se metió en un lío del que ni MacGyver saldría fácil. Donny, por cierto, es el alter ego del cómico Richard Gadd, protagonista y creador de 'Mi reno de peluche', el nuevo fenómeno de Netflix que te sacude por dentro. Todo lo que cuenta, desde la obsesión enfermiza, el acoso, a (ojo, aquí va spoiler) la brutal agresión que detona todos sus traumas es real, lo sufrió en sus propias carnes Gadd, que hace como Phoebe Waller- Bridge en 'Fleabag' y se ahorra el psicólogo convirtiendo en serie el número que presentó en el Festival Fringe. Los monólogos son más baratos que pagar una terapia.

El personaje de Donny, igual que Gadd, es en la serie aspirante a humorista, y tiene muchas cosas, sobre todo bártulos en una maleta y líos de pantalones y de faldas, pero va escaso de gracia. Le sobran en cambio las desgracias, porque es incapaz de no empatizar, en bucle, con la gente que le hace daño. Le pasa un poco lo que a tantos genios del humor, payasos tristes muchos de ellos y alguno, como Robin Williams o John Belushi, con destino aciago. Personas hipersensibles que después de provocar tantas risas en los demás terminan desarrollando inmunidad a las carcajadas. Claro que es hasta comprensible, porque sus chistes gustan a todos pero a ellos no los salvan.

El mundo a veces funciona un poco al revés. La risa no cura, pero la gasolina son las lágrimas.