Las Vegas es el producto estético que simboliza a la perfección los tiempos que vive la Fórmula 1. Una carrera urbana en la ciudad del pecado, espectáculo de luces, conciertos en la ciudad, prueba nocturna, mucho más que motores, gasolina y neumáticos, experiencia de usuario por encima de todo para los aficionados que acudan al estado de Nevada.
Casi dan igual las características del circuito, un trazado que ha conseguido brillantez y muchos adelantamientos. Son más noticia las alcantarillas de Las Vegas, tapas que se sueltan del suelo y ponen en peligro a los pilotos de F1. Es lo mismo. Que hablen, aunque sea mal.
En Las Vegas se equivoca Lando Norris porque tiene un enemigo de verdad, Max Verstappen, un piloto de una pieza, arrogante como pocos, pero indomable con un volante en las manos.
Norris trata de taponar al holandés en la salida, se va hacia la izquierda siendo el propietario de la pole, arrincona a su adversario, parece que lo tiene controlado, pero se va largo en la primera curva, apenas 185 metros desde la salida. Se come la frenada, se pasa del giro y concede la primera posición al neerlandés, y la segunda George Russell.
Por ahí se acaba la carrera porque Verstappen no perdona. Coge una ventaja y la muerde con tal fijeza que es innegociable. El neerlandés es el primero desde la curva inicial hasta el final de las 50 vueltas a este circuito siempre interesante.
Lando Norris hace demasiadas preguntas desde el McLaren volador. Es un gran piloto, pero no demuestra la personalidad de líder y número uno que han mostrado otros mismos que comparten parrilla con él. Verstappen, Hamilton, Alonso... «¿Qué queréis que haga, aprieto o espero?«, »¿Vamos al plan B o qué hacemos«?.
Poco empuje personal de un piloto que, si no comete grandes errores en las dos carreras que faltan, se va a proclamar campeón del mundo por primera vez. Su compañero Oscar Piastri se ha desvanecido en las últimas carreras y también en Las Vegas mostró que no está fino. Quinto y cada más lejos del título.
Verstappen no se rindió, gobernó la carrera de principio a fin y Lando Norris sacó la calculadora. Con inteligencia, decidió que el segundo puesto, después de adelantar a Russell, era una buena cosecha para su escalada hacia el Mundial. Tiene 42 puntos de ventaja sobre Verstappen.
Los españoles, como se podía esperar, fueron de más a menos. De un buen sábado con lluvia en la clasificación y un retroceso en el gran premio. Carlos Sainz salió tercero y acabó séptimo y Fernando Alonso partió séptimo y terminó decimotercero.