

Kamla Harris ya es la candidata del Partido Demócrata a la presidencia de Estados Unidos. Exactamente un mes y un día después de que Joe Biden renunciara a presentarse a la reelección por las presiones de su partido, la sucesora que él designó ha aceptado formalmente la nominación.
Lo ha hecho ante una audiencia entregada, con las señas de identidad de su mensaje, que ha revitalizado al Partido Demócrata: alegría - como contraste frente al permanente alarmismo de Trump -, espíritu de lucha - para marcar la diferencia respecto a la letárgica campaña de Biden - y la promesa de que "no vamos a ir hacia atrás", de nuevo en relación al marcado conservadurismo de Trump y de su candidato a la vicepresidencia, JD Vance.
Es un mensaje que recuerda al de otro candidato multirracial, Barack Obama, en 2008. Pero este jueves por la noche, ante 25.000 personas en el polideportivo United Center, Harris demostró que no es Obama. Su discurso, de 39 minutos, no logró enfervorizar a sus seguidores. Claro que éstos tampoco lo necesitaban. Ya estaban entregados de antemano, después de una puesta en escena absolutamente impecable, que mantuvo la tensión durante las cuatro horas previas a la intervención de la candidata. Pero, entre el público, había una opinión unánime: los mejores discursos de la Convención fueron los de Michelle y Barack Obama, el martes.
No fue un discurso programático, porque las intervenciones en las Convenciones no lo son. Pero, aun así, la vicepresidenta marcó unas líneas de acción muy claras. En el terreno de la política interior, la candidata volvió a prometer actuar sobre la crisis de la vivienda que sufre EEUU, y que ha hecho que comprar casa sea prácticamente inalcanzable para los jóvenes, prometió un bajada de impuestos para la clase media, y recordó que los aranceles que propone su rival republicano subirán el precio de los productos importados. "Será el impuesto de Trump a las clases medias", dijo la vicepresidenta. Harris también hizo el habitual llamamiento a la unidad nacional que hacen los demócratas, con frases que podrían ser de Joe Biden o Barack Obama, como "prometo que seré la presidenta de todos los estadounidenses" y "seré la presidenta que nos una en torno a nuestras aspiraciones más altas".
Especialmente llamativa fue la atención que dio a la política exterior, una rareza en este tipo de eventos, ya que ese capítulo no da ni un voto en EEUU. "Trump amenaza con salirse de la OTAN. Anima a Putin a invadir a nuestros aliados. Dice que le va a decir a Rusia que "haga lo que diablos quiera", dijo Harris, recordando una frase que su rival ha repetido en varios de sus mítines en esta campaña. "Como presidenta, yo estaré firmemente con Ucrania y con nuestros aliados de la OTAN", declaró la candidata demócrata entre los aplausos del público. La vicepresidenta también dedicó varios minutos del final de su discurso a Israel, al que apoyó en la guerra de Gaza, si bien afirmó que "éste es el momento de una tregua".
Fue toda una declaración de principios acerca de una cuestión que provoca una división tremenda en su partido, pero en la que Harris solo logró una ovación atronadora cuando anunció su compromiso "con la autodeterminación de los palestinos". Harris también se mostró muy 'dura' en materia de defensa al proclamar que "aseguraré que Estados Unidos tenga la fuerza de guerra más fuerte y mortífera del mundo".