¿Por qué la democracia de Estados Unidos no llega a fin de mes?

A partir de todo este colosal mangoneo de lo público para beneficio de lo muy privado, en el que el presidente ha llegado a forzar el cambio en la fórmula de la Coca-Cola que se vende en Estados Unidos, Trump ha dejado una huella indeleble en la mayor economía del mundo. A partir de ahora, tanto los triunfos como los fracasos le pertenecen y no podrá utilizar de forma creíble el socorrido cuento de la herencia recibida.

Sin embargo, hay una gran asignatura pendiente en este disruptivo experimento económico hecho realidad, a pesar de toda clase de advertencias sobre sus resultados catastróficos. Ese ignorado problema principal no es otro que los prohibitivos precios de aeropuerto que sufren los estadounidenses. Y que explican, entre otras cosas, el inesperado triunfo de Zohran Mamdani en las primarias demócratas a la alcaldía de Nueva York con un giro radical a la izquierda del Partido Demócrata.

Este autodenominado socialista empieza a resultar tan atractivo como lo fue el propio Trump en el pasado para toda esa gente que no le alcanza para vivir en Estados Unidos, mucho menos en una ciudad como Nueva York. La democracia no llega a fin de mes con colas de jóvenes frustrados en búsqueda de apartamentos para alquilar con precios imposibles. O con el icónico sándwich de jamón y queso que cuesta 29 dólares en el Upper East Side, con la excusa de estar hecho con «pan saludable». Hacer América asequible de nuevo debería ser una prioridad, incluso para populistas como Trump o Mamdani.