La paradoja de Demi Moore: cuando el valor de una mujer se mide por 'lo bien que se conserva' como si fuera una lata de atún
No hace falta ser un lince para darse cuenta de la paradoja que encierra la carambola de que una actriz de 62 años con apariencia de tener 40 (o menos) y que lleva toda la vida sometida a la tiranía del físico logre el mayor éxito de su carrera encarnando a una mujer devorada por esa brutal presión que nos empuja a creer que sólo seremos visibles y exitosas en la medida que consigamos mantenernos jóvenes y bellas más allá de los límites que impone la naturaleza.
"La paradoja es que Moore ha sido tanto víctima como promotora involuntaria de los ideales de belleza impuestos por este sistema. Está muy delgada, musculosa y operada. Denunciar estos estándares con el discurso de empoderamiento que dio al recoger su premio en los Globos de Oro puede ser un intento de redimir esa paradoja y, al tiempo, de valerse de su estatus para generar conciencia sobre el impacto psicológico que tienen estas expectativas, como la ansiedad, la depresión, las adicciones o los trastornos de la imagen corporal", explica la psicóloga Lara Ferreiro.
La autora de 'Adicta a un gilipollas' señala que, "a medida que las personas envejecen, los valores y las prioridades suelen cambiar. En el caso de Moore, puede estar buscando redefinir su identidad más allá de lo físico, valorando aspectos como la sabiduría, la experiencia y la autenticidad. Su discurso refleja una evolución psicológica que prioriza su bienestar interno sobre las apariencias externas y sobre las críticas más despiadadas hacia su aspecto".
Con todo y con eso, el hecho de que, tras cuatro décadas de trayectoria profesional durante los cuales ha estado nominada cerca de una decena de veces a los Razzies -galardones con los que se 'reconoce' a la peor actriz del año-, Moore haya ganado el Globo de Oro y lo que más llame la atención sea cómo logra lucir ese cuerpo de jovencita en lugar de su sublime interpretación lo dice todo sobre cómo están las cosas. ¿Por qué se habla más de lo 'bien que se conserva', como si fuera atún enlatado, en lugar de su valía profesional? "Se pone los prismáticos en una mujer 'bien conservada' ya que parece que el valor de una mujer madura radica en parecer más joven de lo que realmente es. Esto trivializa su talento, experiencia y contribuciones, colocándolos en un segundo plano o incluso, ignorándolos por completo. El enfoque machista y superficial está siempre latente".
Encasillada en el papel de 'tía buena' desde el comienzo de su carrera, el 'precio' que la actriz ha pagado, a lo largo de los años, por mantenerse en el candelero físico se asemeja, salvando las distancias, pero de forma muy inquietante, al que se enfrenta Elisabeth Sparkle, la actriz y presentadora de un programa de aeróbic a la que da vida en 'La sustancia'.
A principios de los 90, recauchutó su estilizada figura a golpe de silicona y se machacó en el gimnasio como si no hubiera un mañana para adaptarse a ese canon de belleza tipo 'vigilante de la playa' que se estilaba por aquel entonces, Moore se convirtió en "una esclava de su cuerpo", tal y como ella misma aseguró durante una reveladora entrevista emitida en CBS Sunday Morning el pasado 22 de septiembre, en la que relató el machaque físico al que se sometió para perder el peso que 'necesitaba' para encarnar a la cándida esposa de la que se encaprichaba Robert Redford en 'Una proposición indecente'. "Me presioné mucho para conseguir adelgazar, porque ya había sufrido experiencias muy humillantes como consecuencia de mi peso en el pasado", contó en la CBS. En aquella época, la actriz acababa de dar a luz apenas seis meses antes a Scout y se hacía unos 100 kilómetros al día en bicicleta para adelgazar lo más rápidamente posible. "Le daba el pecho a mi hija por la noche. Me levantaba en la oscuridad y, con una linterna frontal, iba en bicicleta hasta la Paramount; luego rodaba durante toda la jornada, normalmente unas 12 horas, y volvía a casa en bici otra vez".
Según Moore, "la mera idea de lo que le hice a mi cuerpo era tan loca, tan ridícula... Si miro hacia atrás y me pregunto si realmente era tan importante, pienso que, probablemente, no lo era. Sin embargo, en ese momento hice que significara todo para mí".
Su enfermiza fijación por entrenar, tal y como confesó en 'Inside Out' -las polémicas memorias en las que describió con todo lujo de detalles su destructiva relación de pareja con Ashton Kutcher y como su divorcio supuso el punto de inflexión para que dejara el alcohol- alcanzó su punto más alto durante la preparación del rodaje de 'Algunos hombres buenos'. Fue, entonces, cuando se dio cuenta de que "la obsesión por hacer ejercicio me consumiría".
Antes de que eso sucediera, paró en seco en 1997, nada más terminar el rodaje de 'La teniente O'Neil'. Convirtió en un despacho la habitación de su casa en la que, hasta aquel momento, había estado el gimnasio y empezó a tomarse las cosas con más calma. Tan es así, que esa Demi Moore tan fibrosa y delgada que pasea por las alfombras rojas asegura que apenas entrena. Baila -en 2019 publicó un post en el que 'presumía' de haber completado un entrenamiento de 15 minutos con The Mirror (también conocido como Lululemon Studio) tras cuatro años sin ejercitarse- hace pilates, yoga... Pero todo suave y de forma respetuosa con su cuerpo.
Al igual que la suma pontífice del wellness en Hollywood, Gwyneth Paltrow, Demi Moore se declara adicta a la dieta crudivegana y todos esos licuados verdes que, por cierto, no son tan saludables como los pintan (¡ojo con los oxalatos!). "Aunque no suele hablar abiertamente de su dieta, se sabe que cuida al máximo su alimentación, priorizando la ingesta de alimentos antiinflamatorios (frutas y verduras), practica ayuno intermitente, lleva un estilo de vida activo y, algo muy importante, es una persona muy vital que cuida mucho su salud emocional, rodeándose de familiares y amigos", explica María Amaro, especialista en nutrición.
Farmacéutica, fundadora del primer club de la menopausia en España y del espacio de bienestar MM Madrid, Marta Masi señala las claves para estar tan estupenda como lo está Moore a los 60 años. "Hacer ejercicio de fuerza y mantenerse activa todos los días (10.000 pasos diarios) para aumentar o mantener el metabolismo basal que se ralentiza en la menopausia. Tomar activos que activen el metabolismo y contribuyan a movilizar la grasa, como el ácido alfa-lipoico. Aumentar el consumo de proteínas. Evitar el consumo de alcohol (algo que la actriz no cata desde que se divorcio de Kutcher) y de ultraprocesados".
Tratamientos estéticos
Pero, más allá de la dieta, el ejercicio moderado y un ADN privilegiado, a nadie se le escapa que Moore, al igual que todo hijo de vecino en el mundo de las 'celebrities' (salvo contadas excepciones), lleva recurriendo desde sus tiempos mozos a la ayuda de la medicina estética. Carmen Górriz, médico estético de IMR, detalla cuáles son los tratamientos a los que podría haberse sometido para estar tan bella y radiante a los 62. "Para mejorar la calidad de la piel, seguramente habrá recurrido a diferentes tipos de láser -luz pulsada, picosegundos y ablativo fraccional y 'peelings' químicos suaves combinados con retinoides".
En busca de atenuar las arrugas, "utilizará neuromoduladores (toxina botulínica), porque son ideales para relajar las líneas de expresión en áreas como el entrecejo, la frente o las patas de gallo, consiguiendo una apariencia más descansada y natural".
Los inductores de colágeno forman parte, sin duda, de sus cuidados de belleza. "La hidroxiapatita cálcica se utiliza en cara y cuello para estimular la producción de colágeno, mejorando la firmeza y elasticidad de la piel con un efecto progresivo y duradero. Y los polinucleótidos, que son moléculas regeneradoras que hidratan en profundidad y estimulan el colágeno, restauran la vitalidad de la piel".
También sería lógico pensar que se pincha "ácido hialurónico en pequeñas cantidades para reposicionar volúmenes perdidos de forma natural en áreas como los pómulos, el contorno mandibular o el mentón, logrando un efecto rejuvenecedor sutil".
Y que se somete a tratamientos para combatir la flacidez como "Ultherapy, ultrasonidos focalizados de alta intensidad que estimulan la producción de colágeno en las capas profundas de la piel, tensando y reafirmando áreas como la cara y el cuello; y radiofrecuencia con microagujas (Potenza), que combina la estimulación del colágeno con un efecto tensor, siendo especialmente eficaz en pieles con flacidez moderada".
Con la imagen de esa Demi Moore imponente y cada día más guapa y esbelta a los 62 años, la pregunta es: ¿hasta qué punto, a las 'mujeres normales', nos machaca la autoestima y nos somete a una presión extra -como si necesitáramos una más- este bombardeo de celebridades maduras con caras y cuerpos de treintañeras? "El bombardeo de imágenes de mujeres bellísimas que lucen impecables pasados los 50 puede tener un impacto negativo en las mujeres que, aunque no están sometidas al mismo nivel de presión mediática, absorben esos estándares como parte de la cultura. Aunque si se tiene una buena autoestima, influirá menos, esto es como la humedad, el mensaje silencioso y cruel de 'vieja vales menos', va calando hasta destrozarte lentamente", concluye la psicóloga Lara Ferreiro. Estamos 'apañadas'...