La UE teme que Sánchez perjudique el acuerdo arancelario con Estados Unidos

La muestra de que después de la cita de La Haya el presidente norteamericano ha empezado a mirar a la UE con otros ojos ha sido el mensaje que envió poco después la Casa Blanca diciendo que no descartaba precisamente ampliar ese plazo, para que los negociadores puedan tener espacio para seguir discutiendo, de modo que se aproveche ese buen ambiente.

En Bruselas, durante la cumbre europea del pasado jueves y a pesar de las diferencias claras en temas como el de Ucrania o Israel, fueron innumerables las menciones que podrían servir precisamente para halagar a Trump. El primer ministro del Gobierno polaco, Donad Tusk, dijo que «se han acabado las vacaciones militares en Europa» al reivindicar la necesidad de elevar el gasto en defensa hasta el 5% del PIB según lo acordado en el «pacto transatlántico» en referencia a la cumbre de La Haya en la que él mismo también estuvo presente. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, llegó a decir que los europeos «tenemos que alinearnos con la OTAN» en este sentido, tal como exigió Trump.

El caso es que no consta que Sánchez hiciera en la cumbre europea de Bruselas ningún tipo de comentarios sobre esto, ni siquiera para ponerse bajo la protección de la Comisión Europea ante los ataques directos contra España que suscitó su excéntrica posición en La Haya. De hecho, la presidenta de la Comisión tampoco mencionó ninguna de las peripecias del líder socialista español, algo que se puede interpretar como parte de esa estrategia que se ha aplicado hasta ahora y que consistiría en no dejar espacio ni dar aire a la confrontación entre Sánchez y Trump. A pesar de las varias ocasiones en las que las instituciones comunitarias podrían haber salido en defensa de Sánchez, nadie lo hizo.

Estrategia negociadora

En el Consejo Europeo, además, los dirigentes más interesados en el tema ya empezaron a debatir con sus distintos puntos de vista sobre la estrategia negociadora. El presidente francés, Emmanuel Macron, no rechaza un acuerdo comercial rápido entre la Unión Europea y Estados Unidos, siempre que no se logre a cualquier precio. «Francia defiende una conclusión rápida de un acuerdo; no queremos que se alargue indefinidamente y existe un deseo real por parte de los europeos de cerrar el acuerdo pero no quieren un acuerdo a cualquier precio».

Friedrich Merz, el nuevo canciller alemán que ya se ha reunido en la Casa Blanca con Trump, también pidió un acuerdo rápido con Estados Unidos. «Hemos animado a la presidenta de la Comisión a alcanzar un acuerdo rápido con los estadounidenses en las menos de dos semanas que quedan». Sánchez no estuvo en esta discusión, sobre la cual se limitó a decir a los periodistas que no temía las represalias de Trump porque España es un país que compra más de lo que vende a Estados Unidos.

En realidad, los responsables europeos ya se temían que Sánchez optase en La Haya por marcar sus diferencias con Trump por razones de política interna y han querido hacer evidente que estaban molestos con ello. Después de que fuera el norteamericano el que suscitó abiertamente el tema con su amenaza de que le haría «pagar el doble» a España por sus reticencias en el presupuesto militar, lo único que han hecho desde las instituciones comunitarias es ignorar a Sánchez, tal vez esperando que Trump haga lo mismo.

De todos modos, la Comisión mantiene todas las opciones abiertas. En el Consejo Europeo se habló de los límites hasta los que pueden llegar en posibles concesiones a Washington, incluyendo las cuestiones no arancelarias (las regulaciones técnico-comerciales de los productos importados) pero también de la creación de una alternativa a la Organización Mundial del Comercio (OMC) con la fijación de nuevas reglas comerciales con organizaciones de la zona Asia-Pacífico con las que existen ya tratados comerciales.