Candela Peña: "¿MeToo en el cine español? No puedo hablar, porque el miedo me invade. Mejor calladita, que quiero seguir trabajando"
La entrevista comienza con cierto naufragio, porque esta periodista pretende adelantarse al enjambre de profesionales que esperan a Candela. Es decir, quiero colarme haciendo mi trabajo primero y después lanzarla a maquilladores, peluqueros y estilistas para que luzca así de increíble en las fotos.
Pero la actriz, que llega al estudio después de dejar a su hijo en el colegio, se quita las gafas de sol y oh, lleva pegados unos parches antiojeras. Nuestra conversación, que debe ser grabada en vídeo, no puede desarrollarse con esos apósitos bajo los ojos, así que, impepinablemente, Candela Peña (Gavá, Barcelona, 1973) tiene que pasar por el set de chapa y pintura antes de la charla.
Cuando la maquean, urgen las fotos, así que a esta plumilla le toca esperar; mi gozo en un pozo. Al salir del camerino, está maravillosa de rojo sangre, un color inventado ex profeso para las morenas como ella. Así, en frío, le piden encaramarse a un columpio sobre el que se pone de pie, en equilibrio, a más de un metro de altura. No rechista. Candela, lo dirá ella misma varias veces, es obediente. Siempre lo ha sido, insiste. Tras unos cuantos looks, llega mi turno. Se sienta, café en mano, y aguarda las preguntas, pero reconoce que no esperaba ni tantas ni tan intensas.
Su trabajo en Te doy mis ojos (2003), Princesas (2005) y Una pistola en cada mano (2012) le ha valido tres premios Goya y por la serie Hierro (2019) recogió un Feroz, un Ondas y un Forqué. En abril de este año se estrenó El caso Asunta, una miniserie sobre el asesinato de una niña a manos de sus padres adoptivos. Candela echó el resto con su magistral interpretación de la madre, Rosario Porto, un papelón que tardó 10 meses en construir.
Su nombre suena en las quinielas para más premios, aunque el mejor para ella es tener trabajo. Esta, más que la otra, es su palabra preferida. En varios momentos de esta entrevista sorprende su mirada vidriosa, aunque esta mujer, que es todo temperamento, consigue sujetar su emoción. Le cuesta, pero pone diques para no desbordarse, porque Candela es mucha Candela. Aquí larga por un tubo, pero calla de lo lindo. Al terminar, me clava los ojos buscando refugio y sororidad por si acaso ha rajado de más. Sí, Candela es vulnerable. Y por si no queda claro, repite varias veces: «Lo único que queremos todos es que nos quieran».
- En una profesión como la tuya, con tanto postureo, has pedido trabajo, has reconocido no haber sido la primera opción en muchos papeles, que te han cortado la luz... ¿Cómo te has atrevido a tanta exposición?
- Sólo muestro la persona que soy y contesto lo que pienso. Soy la hija de una mujer con 14 hermanos y creo que vivió ciertas complicaciones para alzar la voz. Tuvo una hija y siempre peleó para que pudiera hablar y mi palabra tuviera valor, aunque estuviese equivocada. Así que si he tenido libertad para decir lo que pienso en mi casa, he hecho lo mismo fuera.
- ¿Es verdad que te han cortado la luz?
- Sí, y no hace tanto. Aunque no soy malgastadora, creo que no gestiono bien ciertas cosas. He necesitado hacer algunas inversiones en mi casa que no me han salido bien. He aprendido que debo dedicarme a mi trabajo como actriz y ya está.
- ¿Esto le puede pasar a una actriz como tú?
- El año pasado me dediqué 10 meses a El caso Asunta, se estrenó en abril de este año y ahora estamos en noviembre, pero la gente tiene la sensación de que yo estoy a tope de trabajo. Me tienen cariño y siento una cierta alegría colectiva cuando me dicen que estoy en un momentazo, pero tengo que frenarlos porque no tengo 400 euros en el banco. Mi vida es absolutamente normal. Habrá actrices con grandes cachés, habrán sido ahorradoras o tendrán casas que puedan alquilar... Yo no me he debido de organizar muy bien. Cuando oigo en La Revuelta [el programa de David Broncano] los millones de euros que tiene la gente, pienso ¿qué he hecho yo mal? Sería un sueño para mí tener dos millones en el banco, pero no me quejo porque tengo trabajo para el año que viene. Voy a hacer una película con actores fascinantes y desde hace seis años, cuando rodé La boda de Rosa, no hago cine. Esa es la realidad, no me la invento.
- ¿Eres actriz de método o de tripas?
- Para ser actor hay que estudiar mucho y aprenderse los guiones. Quien no lo haga no es actor. Somos vehículos para contar las historias de otros y estamos a su servicio.
- Te has quejado porque te tachan de actriz difícil por querer, por ejemplo, leerte los guiones antes de aceptar un trabajo.
- Lo que sucede es que alguien, a quien le habré dicho que no a algo, difunde un bulo sobre mí del que no puedo defenderme. La prensa también tiene responsabilidad, porque ahora tú me preguntas otra vez por eso. Estoy harta, cansada y dolida porque frente a eso no tengo ningún poder. Pago muchos euros en terapia por cosas como esta. Sólo soy una persona que vive en Carabanchel, que a las 16:30 recoge a su niño del colegio y mi único drama es saber si tengo que descongelar algo para la cena.
- ¿Fuiste buena estudiante?
- Sí. Siempre he sido y sigo siendo muy obediente. Si mis padres me decían «tienes que aprobar», yo aprobaba.
- ¿Qué serías de no ser actriz?
- Periodista o psicóloga, pero también haría algo creativo. De todos modos, ser actriz es lo único que quiero ser en mi vida. Yo soy la niña del bar que estaba pegado al cine de mi pueblo. Nunca hablo de esto porque es algo intimísimo. Mi vocación es muy profunda.
- algo intimísimo. Mi vocación es muy profunda.Tus intervenciones en los programas de Marc Giró ('Late Xou') y David Broncano (antes en 'La Resistencia') son divertidísimas.
- Yo voy por ellos, porque son cultísimos e interesantísimos, pero no soy colaboradora de televisión. No sigo ningún guion y cuento lo que me sale en el momento. Me ha venido un poco Dios a ver, porque hago gracia y me pagan para hacer la compra, pero insisto: soy actriz. Me encantaría ser la Isabelle Huppert española, pero si no me sale o no me dan proyectos, iré a la tele para comer, como si tengo que ir a fregar el suelo a 12 euros la hora. No a 10, a 12 [repite seria]. Hay que ser cochambre pura para pagar 10.
- ¿Sufres el síndrome de la impostora?
- Sí, claro. Es uno de mis tomatones. Cuando hago un trabajo y me celebran mucho pero luego no me llaman, pienso: «¿Seré yo buena actriz?». Preferiría que no me alabaran tanto y me llamaran más.
- Has participado en 'Furia', de Félix Sabroso, una serie que se estrena el año que viene con Carmen Machi, Cecilia Roth, Nathalie Poza y Pilar Castro.
- Él es de los mejores directores de España y de Europa para hablar de las mujeres de más de 40. Tenemos cosas interesantísimas que contar, pero parecemos inexistentes, y eso que nos queda casi un tercio de vida por delante. También nosotras tenemos que asumir nuestra edad y reconocer quiénes somos. He trabajado con Ana Torrent, a quien no conocía, y he tenido un flechazo total. Ojalá yo, el resto de mi vida, sólo rodara ya con ella.
- ¿Habrá un auténtico MeToo en el cine español? ¿Qué has visto o sufrido tú?
- No puedo hablar, porque el miedo me invade y me queda mucho tiempo de pagarle el colegio a mi hijo. No creo que vaya a salir nada. Oigo a algunos criticando a los abusadores, pero ellos mismos han abusado. Así que mejor calladita y simpática, porque yo quiero seguir trabajando.
- ¿Te gustaría ser tu propia productora ejecutiva?
- No me dan espacio, aunque hace poco me ha llamado una mujer que ha abierto una productora para decirme que esa es mi casa. Es lo mejor que me ha pasado en la vida. Hay gente que te quiere y te valora.
- Eres madre soltera de un niño de 12 años. ¿Cómo llevas esa responsabilidad?
- Con miedo, porque mientras me sale el siguiente trabajo, mi hijo sigue comiendo.
- ¿Cumples el perfil de madre abnegada?
- Para nada. Yo le digo a mi hijo: «Soy artista y ser madre a veces es un coñazo y hoy no me apetece hacer la cena», aunque la haga. Cada uno hace lo que puede. Soy un cuadro como persona, como mujer, como amiga y como madre también. Y eso se lo digo a mi hijo y le cuento mis dramas. No sé si debo, pero como estamos los dos solos, lo comparto con él porque somos equipo.
- Admiras a las hermanas Pombo y dices que Eugenia Silva te parece una diosa.
- Es que lo fácil es criticarlas, y lo digo porque a mí se me critica mucho. Me parecen un sueño esas señoras. Yo quiero ser como ellas. ¿Y a quién puede no gustarle Eugenia? Ella me dijo que me quitara el flequillo y me lo he quitado. Son mujeres que me inspiran y de todo el mundo se aprende.
- ¿Haces dieta para no estar 'estofada', como tú dices?
- Siempre estoy peleando. No sé si todas queremos estar delgadas, pero queremos ir donde Amancio y que las cosas nos queden bien. Cuando hice Rosario Porto acabé muy delgada y cómo me lo celebraba todo el mundo... Ahora, para otro personaje, me han puesto un entrenador y una nutricionista, porque tengo que estar fuerte.
- ¿Cirugía estética para una actriz, ¿sí o no?
- Recuerdo el revuelo cuando salió Renée Zellweger y todo el mundo hablaba de lo que se había hecho. La gente se mete en todo. Aquí nadie reconoce haberse tocado, pero todas lo han hecho. Yo me puse ácido hialurónico en las ojeras con la doctora Carla Barber, que es una trabajadora increíble, está buena, entrena, se lo curra y encima la critican. A esas les digo: «Cúrratelo tú también». A mí la belleza me sobrecoge. Podría estar horas mirando a Penélope Cruz. Cuando se hicieron los repartos, yo debía de estar en otro sitio.
- Me ha chivado Jorge Redondo que entiendes de moda.
- Además de admirarlo infinito como diseñador, nosotros somos amigos. Yo no me pongo su ropa para una gala, sino que entre los dos construimos proyectos. Cuando estrenamos 'El caso Asunta' yo quería llevar algo como de entierro e hicimos una cosa preciosa [traje con falda tubo, capa de tafetán y redecilla cubriendo el rostro; todo de negro riguroso].
- ¿Cómo definirías tu estilo?
- No tengo ninguno. No compro ropa, sino que me pongo lo que me regalan, lo que heredo de un rodaje... La moda para mí es una expresión artística de disfrute. Me gusta para comprarme una revista, pero no un bolso de 3.000 euros. ¡Ya los quisiera tener yo en la cuenta!
REALIZACIÓN Cristina Terrón.
ASISTENTE DE ESTILISMO
Natalia Muñoz.
ASISTENTES DE FOTO
Luis Spínola y Juan Martínez.
DISEÑO DE SET Eduardo Boíllos.
ASISTENTE DE DISEÑO DE SET
Javi Rico.
MAQUILLAJE Y PELUQUERÍA Cynthia de León.