

Susana Vilar Bühler, su hija Elena Schröder Vilar -ambas farmacéuticas- y el químico Ramón Bellmas son los tres españoles asesinados el viernes durante un asalto en Bamiyán, una zona montañosa en el corazón de Afganistán, 180 kilómetros al noroeste de Kabul, que alberga unas cuevas declaradas Patrimonio de la Humanidad, su principal reclamo para atraer un creciente número de turistas que visitan las cuevas milenarias y el primer parque nacional del país, famoso por sus lagos color turquesa.
Por el momento ninguna organización se ha atribuido el ataque, aunque todo apunta que podría haber sido el Estado Islámico, autor de todos los asaltos y atentados que han ocurrido en el país desde que los talibanes asumieron el poder en el año 2021. «Siete sospechosos han sido arrestados, uno de ellos herido, la investigación continúa y el Emirato Islámico está investigando seriamente el asunto», señaló el portavoz del ministerio del Interior talibán, Abdul Mateen Qani.
Los tres españoles asesinados llegaron a la capital afgana el miércoles y viajaron a Bamiyán con un grupo de trece turistas, entre los que había tres españoles más. En el ataque cuatro personas resultaron heridas, todas turistas procedentes de España, Australia, Lituania y Noruega. El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, desveló ayer que la española herida es una mujer que fue operada en Kabul, donde al cierre de esta edición continuaba ingresada en el hospital.
Los muertos son un hombre y dos mujeres, madre e hija, que querían descubrir el interior de Afganistán. Se trata de Susana Vilar Bühler y su hija, Elena Schröder Vilar. Junto a ellas también murió Ramón Bellmás, un químico de Girona de 72 años. Susana Vilar nació en Figueras hace 65 años, pero tras estudiar Farmacia comenzó su vida en Barcelona. De padre de origen suizo, en la Ciudad Condal nacieron sus cuatro hijas y allí regentaba la farmacia de la estación de Sants, donde su hija pequeña, Sara, actúa como gerente.
Porque Susana trasladó la vocación por la farmacia a sus cuatro hijas. Así Susana, María y Elena regentaban la farmacia de Las Arenas, mientras que Sara trabajaba con su madre. Ni Susana ni María se encontraban en Afganistán en el viaje familiar. Pero se desconoce dónde estaba Sara. Las jóvenes de entre 35 y 40 años atraviesan ahora el dolor propio de quien recibe la noticia del asesinato de una madre. Sumado a la incertidumbre de cuándo podrán enterrarlas.
En la misma situación se encuentran los tres hijos de Ramón Bellmás. Un empresario nacido en Girona pero empadronado en Tarragona que se dedicaba al sector químico. De 72 años, era padre de tres hijos. El Ministerio Fiscal confirmó ayer que abrían diligencias de investigación preprocesal con el fin de «determinar los hechos acontecidos, su consideración como un delito de terrorismo, esclarecer las responsabilidades a que haya lugar y adoptar las medidas precisas para restaurar el orden jurídico perturbado, todo ello en el marco de las facultades que legalmente se le atribuyen al Ministerio Fiscal».
Según confirmó a Efe el director de Información y Cultura de Bamiyán, Safiullah Rayed, «los cadáveres han sido entregados al Ministerio de Justicia para que planifique y organice el proceso restante». Además, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, explicó que «un grupo de diplomáticos se trasladaron desde Pakistán y desde Qatar, donde se sitúa nuestro embajador, que por motivos de seguridad no se encuentra en Afganistán» para prestar asistencia a los supervivientes y ayudar en el traslado de los cadáveres. Todas las víctimas ya han sido identificadas y viajaban con seguro, lo que facilita las cosas.
El ataque coincide con el anuncio de las autoridades talibanes de abrir una oficina de turismo e impulsar la hostelería para fortalecer la economía del país. Pese a que la situación es insegura y decenas de países recomiendan a sus ciudadanos que no viajen a Afganistán, el país ha experimentado un número creciente de turistas extranjeros, que alcanzó los 7.000 el año pasado, según cifras oficiales.
El asalto contra los turistas españoles es el primer ataque que ha afectado a nacionales extranjeros desde que los talibanes asumieron el poder. El Ministerio de Asuntos Exteriores español es explícito en su página de información sobre Afganistán: «Se recomienda no viajar bajo ninguna circunstancia. Se recuerda que existe riesgo de secuestro o atentado en todo el país».
La mayoría de los visitantes pasan por Bamiyán -la provincia donde los españoles fueron atacados- para visitar los restos arqueológicos de los Budas de Bamiyán, unas estatuas talladas en acantilados hace más de 1.500 años. Las figuras fueron destruidas con explosivos por los talibanes en 2001 por considerarlas blasfemas. Ahora es el propio gobierno talibán, que tomó el poder en 2021 tras la retirada de los estadounidenses, quién ha impulsado el turismo para visitar el patrimonio que ellos destruyeron.
Las cuevas aún albergan restos arqueológicos de las estatuas y recientemente se descubrieron unas de las pinturas al óleo más antiguas del mundo. Sin embargo, la restauración y el proyecto turístico de los talibanes funciona a medio gas. Los arqueólogos que trabajan para preservar el patrimonio cultural restante han denunciado que en el valle se explotan minas en medio de restos arqueológicos, hay constantes saqueos e incluso los talibanes practican tiro contra los restos de las estatuas destruidas.
A esta situación se le añaden unas duras políticas de represión contra las mujeres, para limitar su presencia en el espacio público. Bamiyán alberga uno de los parques nacionales más importantes del país, Band-e Amir, que atrae cada año a miles de turistas nacionales y extranjeros para visitar sus valles y lagos azul turquesa. El verano pasado el régimen talibán prohibió a las mujeres entrar en el parque, recortando de nuevo los espacios donde pueden socializar. Desde que tomaron el poder hace tres años, han prohibido a las mujeres y niñas el acceso a la educación, el acceso a la mayoría de empleos y han limitado su libertad de movimiento y vestimenta.