Dana White, el «mejor amigo» de Trump, descarta hacer una carrera política

Desde hace tiempo, Trump ha estado presente en algunos de los grandes eventos que ha realizado la UFC en territorio estadounidense, siempre en primera fila y codo con codo con Dana White. El mandamás de la UFC devolvió ese apoyo a su «mejor amigo» y, durante la campaña electoral, se prodigó de manera pública en varias ocasiones para recopilar el voto a favor del líder republicano, algo que, desde su trinchera, ha surtido efecto.

En ese contexto, muchos ciudadanos se han preguntado hasta dónde podrá llegar el máximo directivo de la UFC en su acercamiento a la política, algo que de lo que Dana White ha salido al paso para asegurar que no buscará hacer carrera en este sector. «Donald Trump es uno de mis mejores amigos. Hizo un gran trabajo en su último mandato como presidente y sé que hará un trabajo aún mejor en los próximos cuatro años. Pero no tengo aspiraciones políticas personales», señaló tajante en conversación con Sports Business Journal.

Una amistad de décadas

En Estados Unidos la imagen y el protagonismo de Dana White en la noche más importante de Donald Trump no sorpendió a nadie, pero en este lado del charco, algunos todavía se preguntan qué hacía ahí el magnate de las artes marciales mixtas.

La amistad que les une supera las dos décadas, gracias al apoyo que el nuevo presidente estadounidense le dio en un momento crítico para la UFC y la aceptación del deporte en el país que copa la mayor cuota de mercado. «Nadie nos tomaba en serio en aquel momento, excepto Donald Trump. Él estuvo ahí cuando otros no estaban», ha señalado en alguna ocasión Dana White, al respecto.

Eran los primeros años de este milenio cuando Dana White le pidió que comparan a los hermanos Frank y Lorenzo Ferttita la UFC, que estaba en bancarrota. Estos, buenos amigos suyos desde hace años y multimillonarios gracias a los hoteles y casinos que ostentaban, le hicieron caso y le pusieron a dirigir la mayor organización de artes marciales mixtas. Eran momentos donde la aceptación de esta compañía no era muy grande en EE.UU. y había movimientos en contra de esta disciplina. Pero Trump salió en apoyo de Dana White. Y este jamás lo olvidó.

Con el tiempo, la UFC fue creciendo en éxito y popularidad en Norteamérica, y Dana White comenzó a convertirse en un magnate del deporte y del entretenimiento. Por poner contexto, la UFC se compró en 2001 por 2 millones de dólares y, 15 años más tarde y gracias a la gestión de Dana White, se vendió por 4.000 millones, multiplicando por 2.000 su valor de mercado. Así el CEO de la liga de combates estadounidense explotó como una figura mediática y Dana White, lejos de seguir los consejos de mantenerse imparcial como imagen deportiva, se posicionó claramente al lado de su colega Trump.

Además, si bien en su primera carrera electoral le apoyó tácitamente, en estos últimos comicios ha participado de manera muy activa en toda la campaña y en la noche electoral. El resultado ha sido inmejorable para ambos, pues bien es sabido que, de haber ganado el lado demócrata, su sillón dentro de la UFC podría haber corrido algo más de peligro. Al final deporte y política siempre tienen conexiones que pueden acabar con ciertos puestos de poder.

Sea como fuere, Dana White, hombre de fuertes principios e infancia complicada, tenía muy claro que no iba a abandonar a quien considera «uno de sus mejores amigos». De hecho, el apoyo de Trump a la UFC y a las artes marciales mixtas se capitaliza con su presencia en numerosos eventos en primera fila. Un vínculo que la noche electoral se hizo más fuerte si cabe. Ahora, ambos disfrutarán del sabor de victoria, en forma de presidencia de Estados Unidos.