En torno a la defensa de Europa
Su postura crítica hacia Europa acusándola de depender demasiado de la protección militar de Estados Unidos sin asumir las necesarias responsabilidades en su propia defensa junto a las consecuencias de un posible abandono de la OTAN, por parte de Washington, que debilitaría la seguridad europea al perder su pilar principal con su respaldo de disuasión nuclear, preocupa a la Unión Europea y ha desembocado en fuertes tensiones en la relación transatlántica.
Ante esta situación, a la UE se le presentan dos hipótesis de trabajo. La primera, consiste en partir de la base de que la OTAN permanezca, pero con dos posibles opciones. Por un lado, seguir tal como está, pero asumiendo todos sus países el 2% del PIB, como gasto en defensa, con la posibilidad de que pueda incrementarse a medio plazo hasta el 3%. Por otro lado, diseñar un modelo de equilibrio que se manifestaría no únicamente en el reparto equitativo de los gastos de defensa sino también en una distribución de responsabilidades en misiones y operaciones.
La segunda hipótesis sería que la OTAN se disuelva. En este caso, se diseñaría una Defensa de Europa propia con un ejército europeo junto a una potente industria de defensa integral e independiente que responda a la autonomía estratégica que constantemente está declarando la UE. Para ello, es necesario disponer de una estructura de mandos con un sistema de mando control como premisas básicas de la defensa europea.
Me inclino por la segunda opción de la primera hipótesis a la vez que resulta imprescindible la realización del Plan de Rearme que se detalla en el Libro Blanco presentado por la Comisión Europea el pasado 19 de marzo. Por supuesto, todo ello se llevaría a cabo mediante un periodo de transición no menor de una década sin dejar de pensar en la segunda hipótesis.