El año más oscuro de Marius Borg: 23 imputaciones, una nueva novia y ningún arrepentimiento

Daniella Bejarano

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Se cumple un año desde que Marius Borg Høiby (28 años), hijo mayor de la Princesa Mette-Marit de Noruega, fuera detenido tras protagonizar un violento altercado doméstico en el apartamento que compartía con su entonces pareja en Oslo. Sin embargo, lo que comenzó con un incidente aislado desembocó en un escándalo sin precedentes en la historia de la Casa Real noruega.

Actualmente, el joven suma 23 imputaciones penales, incluida tres presuntas violaciones, representando uno de los mayores desafíos para la monarquía escandinava, en término de imagen pública y legitimidad instuticional.

Cabe resaltar que, desde aquel 4 de agosto de 2024, Borg ha sido arrestado hasta en tres oportunidades. No obstante, en ninguna de ellas se decretaron medidas cautelares restrictivas: ni prisión preventiva, ni retirada de pasaporte, ni supervisión judicial, motivo por el cual el hijo de Mette-Marit ha seguido viajando con normalidad e incluso, ha rehecho su vida junto con su nueva novia, Andrea Shaw, hija de un empresario amigo de su padre, Morten Borg.

Pese a la gravedad de su caso, su proceso legal avanza con lentitud. La policía noruega dio por finalidad la investigación en junio, y la Fiscalía aún no ha formulado una acusación definitiva. En tanto, según los medios locales, entre 15 a 20 mujeres han presentado una denuncia contra Marius por delitos de agresión sexual, amenazas o violencia física.

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En total, Borg Høiby se enfrenta a un cargo por violación con coito, dos por violación sin coito, cuatro por conducta sexual ofensiva, uno por abuso en relaciones cercanas, dos por lesiones corporales, uno por daños, otro por amenazas, cinco violaciones de una orden de alejamiento, abuso sexual a una agente de policía y cinco infracciones de tráfico.

Aunque niega los cargos más graves, Borg ha reconocido ciertos episodios de violencia y amenazas durante los 14 interrogatorios que ha mantenido con la policía. También ha colaborado con las autoridades, aseguran fuentes policiales. No obstante, su comportamiento durante el último año, en libertad, sin actividad laboral conocida y disfrutando de vacaciones, ha generado un profundo malestar entre las víctimas y la opinión pública. Algunas de las agresiones denunciadas habrían ocurrido, además, dentro del recinto de Skaugum, la residencia oficial de la princesa Mette-Marit y el Príncipe Haakon.

La postura de la Corona

La reacción de la Casa Real ha sido tan contenida como criticada. En diciembre de 2024, un sondeo publicado por 'NKR' reflejaba que el 45% de los ciudadanos tenía una «opinión negativa» de la institución monárquica. Aunque el apoyo general a la monarquía se mantenía en un 64%, los analistas señalaban que se trataba de un respaldo «estable, pero bajo» en términos noruegos.

Luego, el Príncipe Haakon fue el primero en pronunciarse, de forma escueta pero firme: «Se enfrenta a graves cargos y la responsabilidad recae en el sistema judicial», declaró al citado medio. Su esposa, Mette-Marit, se limitó a una declaración escrita difundida por sus abogados: «Por respeto a todos los involucrados en el caso, les pido comprensión. No deseo comentar el caso en este momento».

No obstante, distintas informaciones publicadas por la prensa local apuntan a que la princesa pudo haber advertido a su hijo sobre una inminente detención y haber interferido en el proceso judicial. Según se ha publicado, habría llegado incluso a manipular un teléfono móvil implicado en la investigación y presionado a una exnovia de Marius, testigo en el caso. Estas sospechas no han sido confirmadas oficialmente, pero han contribuido a la tensión mediática.

El impacto en la monarquía

La gravedad del caso ha obligado a distintos sectores a replantearse el papel de la monarquía. El historiador Trond Norén Isaksen escribía el pasado 8 de enero en el diario Aftenposten: «¿Tiene la familia real un plan para salir de la profunda crisis autoinfligida en la que se encuentra o se proponen seguir como hasta ahora?». Y añadía días después, en respuesta al escritor Tor Bomann-Larsen, que la diferencia entre «la Familia Real y la familia Høiby radica en que la primera es una institución nacional», sugiriendo que los vínculos con Marius debían replantearse.

En el tradicional programa de 'NRK' 'El año con la Familia Real', emitido en diciembre, el Rey Harald declaró: «Las dificultades de 2024 no nos afectan en nuestro trabajo; no lo hacen». Y añadió: «Trabajamos como lo hemos hecho antes. Ninguno de nosotros está exento de dolor y problemas y cada uno debe encontrar la manera de tratar de superarlos».

Mientras tanto, Ingrid Alexandra, hija menor de Mette-Marit y segunda en la línea de sucesión, ha permanecido al margen del escándalo. Terminó su formación militar con tres meses de prórroga y ha comenzado sus estudios universitarios en Australia, un destino lejano que, según algunos, permite proteger su imagen de cara al futuro.

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Si el juicio, que se prevé para 2026, confirma las imputaciones, Marius pasará de ser el rebelde sin causa de la corte de los Glücksburg a convertirse en el mayor escándalo judicial de la historia de una casa real europea. Hasta entonces, continúa en libertad, viviendo en Oslo con su nueva pareja, sin rastro de arrepentimiento público y con el apoyo silencioso de una familia real que cada día encuentra más difícil mantener su imagen de estabilidad.

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