El Papa recorta sueldos en el Vaticano: un 8% a los altos cargos y un 3% a sacerdotes y religiosos
Los empleados laicos de nivel medio y bajo no sufrirán recortes, pero no habrá aumentos por bienios
La medida, que se aplicará a partir del 1 de noviembre, afecta sólo a unos 30 cardenales con alto cargo en el Vaticano y supone un recorte que equivale a algo menos del 10% de su sueldo. La decisión permitirá ahorrar 180.000 euros al año, una cifra simbólica y un gesto que pone las bases para poder solicitar sacrificios a otros altos cargos del Vaticano.
Efectivamente, en la carta que han recibido con el anuncio de la medida se adelanta que harán falta «otras medidas, que están siendo estudiadas por los organismos competentes» y que «requerirán la contribución de todos en términos de compromiso y voluntad de renunciar a modelos de funcionamiento que en la práctica se han consolidado a lo largo de los años».
El sueldo de los altos cargos del Vaticano ronda los 5.500 euros. Lo que se ha retirado es un «extra» de 500 que comenzó a darse hace al menos 25 años para cubrir gastos de secretaría y de oficina. El motivo de este añadido es que son gastos ligados al ejercicio de la tarea que el Papa les encomienda.
El recorte no afecta a los cardenales que no trabajan para el Vaticano y que son obispos en diócesis de cualquier lugar del mundo, pues no reciben ningún sueldo de la Santa Sede.
Es la tercera vez que el Papa Francisco pide un «sacrificio» al bolsillo de sus cardenales. La primera fue en 2021, durante la pandemia del Covid, cuando anunció una reducción del 10%; en aquella ocasión solicitó un 8% a los altos cargos no cardenales, y un 3% a los empleados sacerdotes o religiosos.
El segundo recorte fue anunciado en marzo de 2023, cuando el Vaticano dejó de cubrir al menos en parte el coste del alquiler de la residencia de sus altos cargos. No tiene pinta que el recorte anunciado esta semana sea el último.
El encargado de comunicar la nueva medida ha sido el español Maximino Caballero, ministro de Economía del Vaticano. En la carta que ha enviado a los purpurados se dirige a ellos como «los principales colaboradores del Colegio de cardenales».
A continuación les comunica la decisión de «suspender el abono de la 'prima de Secretaría' y del 'complemento de Oficina' hasta ahora reconocidos entre la remuneración mensual», y les encuadra la medida en la solicitud del Papa de un «dar ejemplo concreto para que nuestro servicio se lleve a cabo con espíritu de esencialidad». Además, se despide de ellos «confiando en que esta medida sea acogida con el más auténtico espíritu de cooperación por el bien de la Iglesia».
«Nos enfrentamos a decisiones estratégicas que debemos tomar con gran responsabilidad, porque estamos llamados a asegurar el futuro de la misión», les había avisado con cierto dramatismo Francisco el 20 de septiembre. En esa misiva, el Papa primero solicitó buscar otras vías de financiación de sus departamentos, como buscar la ayuda de patrocinadores para algunas cuestiones concretas; y adelantó que los cardenales deberían «dar ejemplo concreto». También apuntó que «los organismos con superávit deberían ayudar a cubrir el déficit general», pero este tercer ámbito aún no se ha concretado.
Maximino Caballero sigue decidido a alcanzar el «déficit cero», a pesar de que en el ejercicio 2023 tuvo un déficit de 83 millones de euros. Una de las principales partidas de gasto es la de Recursos humanos. La Santa Sede cuenta con más de 3.000 empleados. Se calcula que cada mes gasta en sueldos casi 10 millones de euros. La situación empeorará a medio plazo pues también deben sostener el peso de las pensiones. El Vaticano no tiene una industria, y se mantiene a través del alquiler de inmuebles prevalentemente en Italia y por donativos de católicos de todo el mundo.
Los cardenales no ganan para sustos. Además de la carta del ministro de Economía, este martes el director de la oficina de prensa de la Santa Sede ha comunicado escuetamente que «el Papa Francisco ha aceptado la petición de Su Excelencia Paskalis Bruno Syukur, obispo de Bogor (Indonesia) de no ser creado cardenal durante el próximo consistorio. La petición está motivada por su deseo de crecer aún más en su vida sacerdotal, en su servicio a la Iglesia y al pueblo de Dios».
Ni Syukur ni el Vaticano han dado más explicaciones. Debería recibir la púrpura el próximo 7 de diciembre y convertirse en el cuarto cardenal indonesio de la historia, pero ha comunicado que no asistirá porque no se siente preparado.
Hace dos años también renunció al cardenalato el salesiano Luc Van Looy, obispo emérito de Gante, en Bélgica. Su caso era diferente pues él ya tenía más de 80 años y habría sido directamente cardenal «emérito», como informalmente se llama a los cardenales que no tienen derecho a participar en un cónclave.
Van Looy prefirió renunciar a ser cardenal para no azuzar las polémicas, pues algunos lo acusaban de no haber actuado con contundencia cuando fue informado de dos casos de abuso sexual. En su caso, lo anunció directamente la Conferencia Episcopal Belga. «Para evitar que las víctimas de estos abusos vuelvan a sufrir daños tras su cardenalato, ha solicitado al Papa que le eximiera de aceptar este nombramiento. El Papa Francisco ha acogido su petición», informó entonces un portavoz.