

De las declaraciones de Emmanuel Macron en 2019 certificando la "muerte cerebral" de la OTAN a las pronunciadas por el secretario general, Jens Stoltenberg, celebrando el 75º aniversario de la "Alianza más poderosa y exitosa de la historia" han pasado cinco años y una guerra total en Europa. La invasión rusa a Ucrania ha provocado un cambio de paradigma en la arquitectura de seguridad europea y ha dado al foro militar más grande del mundo una nueva razón de ser. Desde el inicio de la invasión rusa a Ucrania, la Alianza Atlántica ha vivido hitos que eran impensables antes de que los tanques acechasen a Kiev.
La OTAN, que sopla las 75 velas del Tratado del Atlántico Norte, nació en los vientos de Guerra Fría con el objetivo, en palabras de su primer secretario general, Lord Ismay, de "mantener a los rusos fuera, a los estadounidenses dentro y a los alemanes abajo". Hoy se asoma al contexto más volátil, complicado, hostil e impredecible desde la caída del muro de Berlín. Desde su fundación, la Alianza ha pasado de contar con 12 miembros a los 32 actuales.
"Contamos con la Alianza más poderosa y exitosa de la historia. En los últimos 75 años, la política de puertas abiertas de la OTAN ha ayudado a llevar la democracia y la prosperidad a toda Europa. Pero mientras celebramos sus logros, no nos confiamos. Europa se enfrenta a una guerra de una escala que pensábamos que era cosa del pasado", ha señalado su secretario general, Jens Stoltenberg, durante la primera jornada de cumbre de ministros de Exteriores en Bruselas. La expansión de la OTAN ha sido una de las consecuencias directas de la guerra de Vladimir Putin, pero eso no se va a traducir en el corto plazo en la bienvenida a Ucrania.
El objetivo a corto plazo, el prioritario, es que Ucrania no pierda la guerra. Los países aliados han aportado a las filas que dirige Volodimir Zelenski el 99% de las donaciones en materia militar. "Un papel más fuerte de la OTAN en la coordinación y la prestación de apoyo es una forma de poner fin a esta guerra", ha subrayado el ex primer ministro noruego. Pero en los cuarteles generales de Bruselas y en los centros de mando de Kiev reconocen que no es suficiente. Y los Bálticos sacan los dientes para redoblar el gasto militar y la ayuda a su país vecino. Stoltenberg recoge este testigo: "El apoyo a Ucrania no es caridad, es una inversión para nuestra seguridad".
Ucrania llega al mes número 26 de enfrentamientos en un contexto difícil. El conflicto ha entrado en fase de estancamiento. Las líneas del campo de batalla apenas se mueven. "No es una buena noticia. Es posible que este sea un año de 'impasse'. Todo apunta a que será un conflicto de largo aliento", analizan fuentes aliadas. La guerra actual es una guerra de artillería. Y Ucrania está acusando la escasez y la demora del material occidental en el campo de batalla. "A los ucranianos no les está faltando la valentía, les está faltando la munición", ha reconocido el ex primer ministro noruego.
Durante los primeros compases de la contienda, el júbilo se extendió entre los socios de Ucrania. Su escenario base pasaba por que Putin tenía planeado tomar la capital en días y librar una guerra fugaz que desembocase en un Gobierno títere como ocurre en Bielorrusia. Pero el Ejército ucraniano resistió como pocos anticipaban.
Dos años después, la radiografía es distinta. La estrategia del Kremlin ha experimentado una metamorfosis. Pasa por forzar una guerra de guerrillas, larga y de desgaste que desmoralice a las opiniones públicas occidentales y que degenere en una pérdida de apoyos a Ucrania. En este cálculo entra el actual 'macroaño' electoral. Las elecciones al Parlamento Europeo de junio auguran una presencia mayor de fuerzas prorrusas y los comicios de noviembre en Estados Unidos pueden suponer el retorno de Donald Trump, que amenaza con cortar la bazuca financiera a Kiev.
En 2016, la llegada del huracán Trump pilló a sus socios europeos con el paso cambiado. El republicano calificó la Alianza como "obsoleta", reventó cumbres de aliados y puso en cuestión la cláusula de defensa colectiva preguntándose que por qué sus soldados debían morir por Montenegro, el país más pequeño del foro. Ahora y con una guerra en los confines europeos, Trump ha sugerido que Rusia tenía vía libre para atacar a los países que no cumplan el objetivo de Gales de destinar el 2% del gasto en seguridad y defensa. Su ex asesor de seguridad nacional John Bolton afirma con asiduidad que de revalidar mandato, sacará al país que es el núcleo y bolsillo de la Alianza. Pero el miedo a esa hipotética etapa se está intentando templar con acción.
La Alianza Atlántica no es la que dejó tras su primer mandato. Por aquel entonces, el objetivo de invertir el 2% en partidas de seguridad y defensa era el techo. Ahora es el suelo. La guerra de Ucrania ha supuesto en Europa un despertar. Los conflictos a gran escala ya no eran algo que ocurría en territorios lejanos. Todo ello se ha traducido en el mayor rearme e inversión de material bélico desde la Segunda Guerra Mundial.
Este 2024, 18 aliados alcanzarán o superarán ese umbral del 2%. Uno de los cambios de paradigma es que los países europeos, a los que todas las Administraciones estadounidenses han reprochado que no asuman sus responsabilidades en materia de gasto militar, ya no se plantean si llegar o no ese objetivo, sino el cómo. Europa invertirá solo este año 380.000 millones de euros en defensa.
Sin embargo, la historia, las sensibilidades, las prioridades geográficas o la percepción del riesgo son distintas en cada capital. Las llamadas recientes a la posibilidad de una guerra directa entre Occidente y Rusia están teniendo un impacto pronunciado en el Este y se ven con distancia en el sur. Mientras Estonia destinará el 0,25% del PIB del país a la defensa de Ucrania, España se encuentra a la cola de los 32 y prevé alcanzar el objetivo de Gales en 2029.
En paralelo, los aliados se disponen a blindar la ayuda a Ucrania de futuras tempestades. En estos momentos debaten una propuesta sin precedentes para crear un macropaquete de asistencia militar a Kiev para los próximos cinco años. "El secretario general ha hecho una propuesta de constituir 100.000 millones en cinco años", ha confirmado la ministra de Asuntos Exteriores belga, Hadja Lahbib. La iniciativa está todavía muy poco madura. Pero el objetivo es cerrarla en la cumbre de julio en Washington con la doble intención de proteger la lluvia de ayuda a Ucrania y hacerlo de forma anual y predecible. "La realidad es que, si queremos que esta guerra termine, tenemos que convencer a Moscú d que no ganará sobre el campo de batalla", advierte Stoltenberg.