Francia se prepara para la segunda vuelta del 7-J y los partidos dan sus consignas de voto
Francia tiene un gigantesco desafío el próximo domingo, que podría marcar un antes y un después en la historia del país y también de Europa. Los franceses tienen que decidir si quieren una mayoría de extrema derecha, la de la euroescéptica Marine Le Pen, que podría gobernar el país por primera vez. O si prefieren, con la unión del resto de las fuerzas políticas, seguir manteniendo vivo este frente anti extrema derecha que hasta ahora le había impedido llegar al poder. A la vista de los resultados del domingo en la primera vuelta de las elecciones legislativas, lo que sí han descartado las urnas es darle la confianza al presidente, Emmanuel Macron, para que siga al mando en la Asamblea.
En Francia este lunes empiezan dos carreras: la de Reagrupamiento Nacional, el partido de Le Pen, por lograr el máximo de apoyos posibles que le permita tener una mayoría absoluta (289 diputados) y formar Gobierno. De momento, no la tiene, aunque está a un puñado de escaños. La otra carrera, a contrareloj, es la del resto de partidos, que a partir de ahora tratan de recomponer el escudo republicano, también llamado cordón sanitario, que hasta ahora ha impedido que Le Pen ganara unas elecciones.
Este escudo se ha roto, como han revelado las urnas el domingo. Por primera vez, el partido de extrema derecha se posiciona como primera fuerza política en Francia, tras vencer en la primera vuelta de las legislativas, y logra superar al centrista y europeísta Emmanuel Macron, con quien Le Pen perdió dos elecciones presidenciales. También gana a una izquierda que se ha presentado unida a estos comicios para intentar frenarla, y que resiste bien a pesar de las divisiones internas. Logró un 28% de apoyo electoral.
Las urnas arrojan, por tanto, una Asamblea muy fracturada y polarizada en esos dos bandos y con el bando centrista, el de Macron, muy debilitado. Los partidos preparan sus estrategias de cara a la votación del próximo domingo, clave para el país y para una Europa donde, como se ha visto en las últimas elecciones europeas, la extrema derecha gana poder y peso. El bloque ganador ayer, el de Le Pen, tiene claro cuáles son los pasos a seguir de cara al domingo.
Cree que puede llegar a conseguir la mayoría absoluta, que le permitirá nombrar a un primer ministro de su formación. Sería Jordan Bardella, 28 años, el gran protagonista de estas elecciones, el que ha conseguido arrastrar gran parte del voto que Le Pen ha ganado: Ayer dobló su marca respecto a las legislativas de hace dos años).
En Francia se vota en dos vueltas. Se eligen 577 diputados, uno por circunscripción, de manera que es como si se celebraran 577 mini elecciones. A la segunda vuelta pasan los candidatos que superan el 12,5% de los apoyos de los votantes censados en cada una de estas circunscripciones. Si hay mucha participación, como ocurrió ayer, pueden pasar tres y hasta cuatro candidatos. Aquí está el problema: cuando hay tres aspirantes se dispersa el voto, que en este caso beneficia al grupo mejor posicionado, el de Le Pen.
Por eso, algunos partidos han decidido retirar a sus candidatos y así tratar de aglutinar el voto en torno al que parte en segunda posición, para que pueda hacer frente a Le Pen. Por ejemplo, si en una circunscripción pasa el candidato de extrema derecha en primer lugar, un candidato macronista en segunda posición y uno de izquierda, en tercera, éste último abandona la batalla para que sus votantes apoyen al segundo. Sacrifican su participación, que tiene pocas vías de victoria, y respaldan a uno que no quieren, pero que consideran menos malo que el de Le Pen.
Éste es el juego en el que entran ya los partidos desde este lunes. RN ha dicho que no van a retirar a sus candidatos y ha tendido la mano a todos los votantes de derechas, los centristas y también "los de derecha moderada", según ha pedido Bardella. Aquí se dirige principalmente a los socialistas, aunque es altamente improbable que le apoyen.
Sobre todo porque la izquierda ha sido la más clara a la hora de dar consigna de voto: ni un voto para Le Pen. Lo dijo ayer el líder socialista, Raphael Glucksmann: "No nos equivoquemos de enemigo". También el líder de La Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, al que la mayoría presidencial, la de Macron, considera igual de peligroso que Le Pen. En estos años se la ha desdiabolizado a ella, ya no da tanto miedo, y se ha producido el proceso inverso: se ha diabolizado a La Francia insumisa.
Esto es en parte por las posturas polémicas de Mélenchon, sobre todo con respecto a Palestina. Su presencia incomoda a su propio partido, que considera que pierde apoyos por su culpa. Bardella ha dicho que su triunfo sería "un peligro existencial" para Francia y Le Pen (cuyo padre y fundador del partido fue condenado por antisemitismo) le llamó ayer antisemita.
Por ello, el bloque de Macron mantiene la ambigüedad con respecto a la consigna de voto: no ha dicho si, en caso de tener dos candidatos de extrema derecha y extrema izquierda, hay que votar a uno u otro. Gabriel Attal, aún primer ministro, pidió el domingo que no se diera "ni un voto a RN y su proyecto funesto". Reclamó apoyo para las fuerzas republicanas, pero sin especificar si incluía ahí a La Francia Insumisa de Mélenchon.
Macron provocó un cataclismo al disolver la Asamblea hace dos semanas, tras el triunfo de la extrema derecha en las europeas del 9 de junio. Dijo que buscaba "una clarificación" nacional. La que arrojan las urnas es esta: el esquema político que había ha saltado por los aires, se ha roto el escudo republicano que impedía ganar a la extrema derecha y las lógicas que valían hasta ahora ya no sirven. Marine Le Pen ya no da tanto miedo y ahora al que se teme es al líder izquierdista Jean-Luc Mélenchon.