Dra. Leticia Fernández-Friera, cardióloga: "En la mujer, la enfermedad cardiovascular es la primera causa de mortalidad y 10 veces más que el cáncer de mama"

¿Qué diferencias encuentran los cardiólogos entre hombres y mujeres a nivel de salud cardiovascular?
Este estudio reciente debería motivar a las mujeres a hacer ejercicio porque, además de demostrar que reduce el riesgo de mortalidad cardiovascular de una forma más marcada, a menos tiempo de ejercicio los beneficios son similares. Por ejemplo, si hablamos del ejercicio aeróbico, 140 minutos en una mujer se asemejan a tener los mismos beneficios cardiovasculares de 300 minutos en un hombre. En cuanto a la fuerza, una sesión de trabajo para la mujer equivale a tres del hombre. Sin embargo, nosotras tenemos niveles más altos de sedentarismo y de obesidad. Movernos es bueno tanto para la mujer como para el hombre, pero ellas por su capacidad aeróbica y condición física pueden sacar el mismo beneficio en menos tiempo.
¿Por qué las mujeres, teniendo más problemas musculoesqueléticos y de osteoporosis en la etapa de la vejez y también al bajar el nivel de estrógenos en la menopausia, no entrenan la fuerza, habiendo tanta evidencia científica de lo bien que les vendría?
Efectivamente, es un tema cultural. La mujer siempre se enfocó en otro tipo de deporte, más hacia la flexibilidad y el equilibrio, que son factores importantes también, pero el gimnasio y las pesas se han asociado más con la anatomía y la fisiología masculina, aunque afortunadamente está cambiando. No tienen que coger los mismos kilos ellos que ellas, ni la misma máquina. Los umbrales y los objetivos de fuerza se suelen poner iguales y a ellas les cuesta más, por eso lo abandonan.
Hay un mensaje un poco peligroso en la lectura de estos estudios: si con la mitad de tiempo consigo el mismo beneficio que el hombre o si a partir de 3.000 pasos ya hay beneficio, pues invierto el mínimo esfuerzo y dejo de hacer 10.000...
Me encanta que me digas esto. Yo soy bastante cautelosa también a la hora de dar la información de los resultados obtenidos porque los datos de los estudios nos tienen que incitar a mover nuestro corazón, no a trazar el límite de hacer lo menos posible. Cuanto más ejercicio hagamos mejor, siempre que nuestro corazón esté sano y esté adaptado a nuestra capacidad funcional. Aunque unos mínimos nos sirvan para motivarnos, entendiendo que hacer algo es siempre mejor que nada, porque parece que si no hacemos mucho, ya mejor nada.
¿Y cómo motivar, por ejemplo, a esas personas más sedentarias o con problemas de obesidad?
Siempre se puede empezar con unas pautas más simples, con menos carga o en el agua, que tiene menos impacto. También hay que distinguir la actividad física del ejercicio. Entenderla como el movimiento, desde caminar, a subir escaleras, cuestas, sacar al perro... Esa actividad física suma beneficio para el corazón. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda al menos 150 minutos a la semana de ejercicio físico moderado, pero la actividad física suma, porque es como ir llenando de bolas una cajita.
¿Nunca es tarde para empezar?
Cuanto antes mejor, pero nunca es tarde.
Mucha gente dice que le aburre la sala de pesas o qué frío meterse en la piscina a nadar en invierno. ¿Cualquier actividad sirve?
Claro, lo importante es que nos guste para poder mantener la motivación en el tiempo. Eso o hacerlo en grupo es la única manera de que nos enganche. Hay un montón de opciones: aquafitness, CrossFit, yoga, equitación, ciclismo, carreras, alpinismo... Lo importante es que se ajuste a nuestra capacidad funcional.
Algunos colegas de profesión han alertado del boom de las carreras populares y cómo la gente se lanza a lo loco a hacer un maratón, pero, ¿es este un problema importante entre la población cuando hay tanto sedentarismo?
Lo básico es hacer ejercicio físico, que para eso basta un corazón sano, pero no podemos hacer un maratón sin entrenarlo porque puede ser perjudicial para la salud. Antes de ponerse a correr es conveniente hacerse una revisión cardiovascular, una prueba de esfuerzo... Otra cosa es entrenar a pequeña escala, que basta con ir mejorando superando un nivel.
¿A qué se le achaca tanta indecencia de la enfermedad cardiovascular?
En la mujer, la enfermedad cardiovascular es la primera causa de mortalidad, 10 veces más que el cáncer de mama. El estilo de vida está cambiando pero tenemos ese rol tradicional de cuidadoras que no identificamos los síntomas a menudo, no nos sentimos vulnerables y no acudimos a consultar la urgencia y, al llegar más tarde, el daño es mayor. Además, puede haber otras causas del infarto diferentes a las del hombre. Por ejemplo, una disección coronaria, que es que se rompa el vaso, no simplemente que se tape con el colesterol. Y en el cáncer se van haciendo revisiones periódicas de formas más exhaustiva, pero del corazón no tanto. Se piensa que los problemas llegan al ser mayores.
¿Cuáles son los factores de riesgo?
El tabaquismo, el colesterol, la tensión arterial, el azúcar, la obesidad... Por eso se insiste tanto en los hábitos de vida.
¿Sirve entrenar una hora y pasar el resto del día sentado?
Entrenar un poco cada día es básico. Pero en la época actual es complicado moverse el resto del tiempo, por eso yo les digo a mis pacientes que en una reunión traten de no estar sentados o que caminen por el despacho cuando hablen por teléfono. También hay escritorios elevables para estar de pie. Y así compensamos un poco todo el tiempo que permanecemos en sedentarismo.
¿Es un problema que el ejercicio se haya relacionado siempre con la estética y no con la salud?
Sí, es un problema. Hay tanta obsesión con la imagen que se nos olvida que el ejercicio es salud cardiovascular. El ejercicio es salud y la salud nos permite ser bellos, no al revés. El objetivo debe ser salud, no la extrema delgadez.
¿Qué papel juega el estrés?
Es contraproducente porque se asocia a factores de riesgo. Nos hace fumar más, comer más y engordar más, hacer menos deporte, el sueño también se ve afectado... Se ha visto que dos horas después de un hecho que nos provoque estrés hay más riesgo de infarto por distintos mecanismos fisiopatológicos.
Todo el mundo se queja también de problemas intestinales. ¿Qué importancia tiene la alimentación en las enfermedades cardiovasculares?
Muchísima. Los cardiólogos nos guiamos por las directrices de la OMS, que se basan en una dieta mediterránea moderada con al menos tres o cinco porciones de fruta y de verdura al día, con aceite de oliva, pescado, poca carne roja y sal, sin precocinados, ultraprocesados ni bebidas azucaradas. Aunque hay que personalizar cada caso.
¿Qué pautas recomienda como médico para tener un corazón sano?
Concienciación. Si no metemos en nuestra cabeza el mensaje de que tenemos que cuidarnos, no lo vamos a hacer. Una vez sepamos que podemos tener un infarto, es cuando empezamos a cuidarnos, pero no antes. Hasta que no vemos un infarto en alguien cercano o nos da un susto la salud, no reaccionamos. Se nos olvida cuando estamos bien llevar esos buenos hábitos de comer bien, movernos a diario y manejar de la forma más adecuada el estrés y revisarnos en el médico de familia.