Ma Jian, superviviente de la matanza de Tiananmen
Uno de los más afamados escritores chinos conversa con ABC para reflexionar sobre su participación en las protestas y su evocación literaria en el 36º aniversario de la matanza
Tras una jornada entera de especulaciones, en las que incluso llegó a circular el rumor de que iba a introducir la pena de muerte, sus detalles solo se hicieron públicos con su promulgación en el Boletín Oficial de Hong Kong. En ese momento, además, quedó incluida en el Anexo III de la Ley Básica de esta antigua colonia británica, que sirve a modo de breve Constitución.
Con penas de entre tres años de cárcel y cadena perpetua para la subversión, la secesión, la injerencia de fuerzas extranjeras y el terrorismo (que incluía el vandalismo), Pekín servía fría su venganza contra la revuelta que venía reclamando democracia desde hacía ya un año.
En junio de 2019, habían estallado en Hong Kong las manifestaciones más masivas de su historia para protestar contra una polémica ley de extradición a China. Debido a la falta de garantías legales en el autoritario régimen del Partido Comunista, la propuesta de dicha norma rebeló durante semanas a millones de hongkoneses, que tomaron las calles porque consideraban que violaba la autonomía de su ciudad, contemplada en el principio de 'Un país, dos sistemas'.
Dichas protestas derivaron en una violenta guerrilla urbana que puso en jaque tanto a las autoridades de Hong Kong como de Pekín, cuya imagen internacional quedó muy dañada por los seis meses que duraron los graves disturbios y las cargas policiales con cientos de detenciones que se repetían cada fin de semana.
Pero, en enero de 2020, estalló el Covid en la ciudad china de Wuhan y el mundo entró en pausa, incluidas las protestas semanales de Hong Kong. Aprovechando ese parón global por el coronavirus, Pekín impulsó por fin la 'ley antisubversión' que llevaba intentando imponer en el antiguo enclave británico desde su devolución en 1997.
Para ello, no encontró mejor fecha que el 1 de julio de 2020, coincidiendo con el 23º aniversario del traspaso de soberanía y, además, con el año que había pasado desde el asalto del Parlamento de Hong Kong por miles de manifestantes, que lo vandalizaron.
Con toda esta premeditación, rumiada durante esos 365 días, Pekín actuó también con la alevosía necesaria para imponer sus durísimas penas sin consultar con el Parlamento local y sin que los hongkoneses las supieran hasta que fueron finalmente promulgadas ya de madrugada, con mucha nocturnidad.