El Papa permite bendecir a parejas casadas civilmente y homosexuales, siempre que no se confunda con una boda

Francisco ha establecido que no haya un rito especial para esta bendición, precisamente para distinguirla de una boda, y ha establecido que cuando se imparta o se reciba no se usen «ni las vestimentas, gestos o palabras propias de un matrimonio».

Sugiere que el sacerdote bendiga a las parejas que lo soliciten, pidiendo para ellas «la paz, la salud, un espíritu de paciencia, diálogo y ayuda mutuos, pero también la luz y la fuerza de Dios para poder cumplir plenamente su voluntad».

En la nota explicativa de esta decisión se aclara que, quienes la reciben, «reconociéndose desamparados y necesitados de la ayuda de Dios, no pretenden la legitimidad de su propio status, sino que ruegan que todo lo que hay de verdadero, bueno y humanamente válido en sus vidas y relaciones, sea investido, santificado y elevado por la presencia del Espíritu Santo».

Subraya que la bendición no presume la moralidad intachable de quien la recibe, sino que «suplica a Dios» que ayude a que «las relaciones humanas puedan madurar y crecer en la fidelidad al mensaje del Evangelio, liberarse de sus imperfecciones y fragilidades y expresarse en la dimensión siempre más grande del amor divino».

El cardenal Víctor Manuel «Tucho» Fernández, autor de la declaración que justifica la decisión del Papa, recuerda que quien solicita una bendición «expresa y alimenta la apertura a la trascendencia, la piedad y la cercanía a Dios en mil circunstancias concretas de la vida, y esto no es poca cosa en el mundo en el que vivimos. Es una semilla del Espíritu Santo que hay que cuidar, no obstaculizar».