Felipe VI se centra en el "bien común": pide un "pacto de convivencia" y hace una "demanda de serenidad"

Las consecuencias provocadas por la dana que asoló parte de España el pasado 29 de octubre centraron el discurso de Navidad de Felipe VI. Una alocución en la que el Monarca comenzó y terminó con la riada y su gestión, que llevó a Don Felipe a reflexionar sobre el actual funcionamiento de las instituciones. «Hemos comprobado y entendido la frustración, el dolor, la impaciencia, las demandas de una coordinación mayor y más eficaz de las administraciones».

Felipe VI enmarcó en esta percepción de ineficacia que dejó la gestión de la dana un mensaje para que todos reflexionaran. Todas esas emociones, explicó el Rey, «surgen de una misma raíz: la conciencia del bien común». Felipe VI nombró al «bien común» en siete ocasiones durante el discurso, no sólo como «conciencia», también como «expresión» y «exigencia».

Un bien común que definió como «una idea nítida de lo que conviene, de lo que a todos nos beneficia y que, por eso, tenemos el interés y la responsabilidad de protegerlo y reforzarlo». El Rey entró desde ahí en materia del mensaje más político que quería enviar: «Es responsabilidad de todas las instituciones, de todas las Administraciones públicas, que esa noción del bien común se siga reflejando con claridad en cualquier discurso o cualquier decisión política», pidió. «El consenso en torno a lo esencial debe orientar siempre la esfera de lo público», recordó. Porque esa es la manera de «impedir que esa diversidad derive en la negación de la existencia de un espacio compartido».

El Jefe del Estado habló de preservar el bien común, de convivencia y del espíritu de consenso del que nació la Constitución de 1978 y que debe seguir vigente. Reivindicó Don Felipe que «a pesar del tiempo transcurrido», la concordia de la que nació la Carta Magna «sigue siendo nuestro gran cimiento». «Cultivar ese espíritu de consenso es necesario para fortalecer nuestras instituciones y para mantener en ellas la confianza de toda la sociedad», dijo el Rey. «Un pacto de convivencia se protege dialogando», recordó tras un tiempo en el que las discrepancias y el enfrentamiento entre Gobierno y oposición es norma.

Es el diálogo el que «debe siempre nutrir la definición de la voluntad común y la acción del Estado». Es por ello que subrayó la necesidad de que «la contienda política -en ocasiones atronadora- no impida escuchar una demandad aún más clamorosa: una demanda de serenidad». Si el año pasado el Rey llamó a «evitar que el germen de la discordia se instale entre nosotros», este año volvió a insistir: «No podemos permitir que la discordia se convierta en un constante ruido de fondo que impida escuchar el auténtico pulso de la ciudadanía».

Pasó entonces el Jefe del Estado a enumerar cuatro problemas que, a su juicio, preocupan y afectan «en modo diferente» a los españoles en su «vida colectiva»: «La creciente inestabilidad internacional, el clima en el que se desarrolla con frecuencia nuestro debate público y las dificultades en el acceso a la vivienda o la gestión de la inmigración». Cuatro cuestiones que quiso abordar anoche.

La inmigración puede «derivar en tensiones que erosionen la cohesión social» y recordó que los pilares que deben guiar el tratamiento del problema son «el esfuerzo de integración», «el respeto de las leyes y normas básicas de convivencia y civismo y el reconocimiento de la dignidad que todo ser humano merece».

La dificultad de acceder a una vivienda es un problema nacional y el Rey evocó la importancia de que «todos los actores implicados reflexionen, se escuchen unos a otros, que se examinen las distintas opciones y que sea ese diálogo el que conduzca a soluciones que faciliten el acceso a la vivienda en condiciones asumibles».

Fotografía elegida para el fondo del discurso
Fotografía elegida para el fondo del discursoEFE

De la inestabilidad internacional, el Monarca rememoró que España y los Estados Miembros de la Unión Europea deben «seguir defendiendo con convicción y con firmeza las bases de la democracia liberal». Europa, señaló, «es una parte esencial de nuestra identidad compartida», es, también, la «referencia más valiosa». Y en la esfera interna, Don Felipe recordó que la «gran referencia es la Constitución de 1978, su letra y su espíritu». «Trabajar por el bien común es preservar precisamente el gran pacto de convivencia donde se afirma nuestra democracia y se consagran nuestros derechos y libertades».

Las reflexiones sobre el bien común y la llamada a la convivencia y la serenidad fueron el centro de un mensaje que empezó y terminó con las consecuencias de la riada. Don Felipe puso al ciudadano en el centro, sin menciones a los diez años de reinado ni al futuro que encarna la Princesa de Asturias.

«Las personas que perdieron la vida y los desaparecidos merecen todo nuestro respeto y no debemos olvidar nunca el dolor y la tristeza que han dejado en sus familias», arrancón el Monarca, que reconoció que lo sucedido es «un hecho difícil de asumir» pero aseguró: «Todos deberíamos poder sacar las enseñanzas necesarias que nos fortalezcan como sociedad y nos hagan crecer».

Todo el protagonismo a la Dana en los detalles

Contando la interpretación del himno nacional, el discurso de Felipe VI duró algo más de 15 minutos. El Jefe del Estado envió el mensaje de Navidad desde el Salón de Columnas del Palacio Real, en el segundo año que se utiliza este emplazamiento para la alocución del 24 de diciembre.

No es casualidad la elección de ese salón, pues ahí se han celebrado numerosos eventos históricos, entre ellos, la última imposición de condecoraciones de la Orden del Mérito Civil, en junio, con motivo del X Aniversario de la Proclamación. Detrás de Don Felipe se veía a la derecha las banderas de España y de la Unión Europea y a la izquierda una mesa de la época de Carlos III sobre la que descansaban dos objetos: una fotografía y un facsímil de la Constitución. Por primera vez, Don Felipe no ha escogido ninguna imagen familiar de momentos significativos, sino que ha dado todo el protagonismo a la dana del pasado 29 de octubre.

El Rey, que ha pedido «no olvidar nunca» estas imágenes, ha escogido una en la que se ve a un militar del arma de Ingenieros del Ejército de Tierra empujar una carretilla junto a un voluntario de los que ayudaron a limpiar los primeros días tras la riada. Completa el plano un árbol y un Misterio de la colección privada del Rey.