«Organicé una comida entre Aznar y González en 1996 para que se aceptara que gobernara la lista más votada»

Cuenta con la Gran Cruz de la Orden de Carlos III, la Gran Cruz de la Orden de San Raimundo de Peñafort, la Orden del Mérito Constitucional, la Medalla al Mérito en el Trabajo, la Medalla de Andalucía y la Medalla de Huelva. Es Hijo Predilecto de Andalucía y ha recibido el Premio Pelayo, el Premio Jurídico ABC-BBVA, el Premio Juan Antonio Sagardo, el Premio de la Asociación Nacional de Laboralistas y el Premio Plaza de España, entre otros. La calle donde se ubica la Facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla lleva su nombre.

-Veo aquí sobre esta mesa una foto dedicada de Felipe González. ¿Tiene amistad con él?

-La foto está dedicada a dos de mis hijos que en aquel momento me pidieron una foto dedicada de Felipe González, que fue alumno mío y estuvo en mi cátedra de Derecho del Trabajo. Tuve con él una magnífica relación.

-¿Qué le parece todo lo que dice ahora sobre la situación política en España y sus críticas a las decisiones del Gobierno de Pedro Sánchez?

-Yo creo que él hace una llamada al consenso y que en el trasfondo de su discurso está la ruptura de las reglas del juego de la Transición. Recuerdo que tuvimos una comida en el Consejo de Estado, después de dejar la presidencia del Tribunal Constitucional, en la que me dijo que el colectivo que no tuvo ningún problema en aceptar las reglas del luego de la Transición y el modelo constitucional fue el colectivo militar.

-Organizó una comida entre Felipe González y Aznar poco antes de las elecciones generales de 1996, el año de las elecciones que ganó este último por un porcentaje mínimo de votos. ¿Cuál fue el objetivo de esa reunión?

-Quería que hubiera un pacto PSOE- PP para que gobernara siempre el partido más votado. Aunque la Constitución establece que gobierne el partido más votado en las Cortes, quería que los dos partidos se comprometieran a aceptar la lista más votada. Y Felipe parece que estaba dispuesto a aceptar eso, pero al final no se pudo negociar. No tenían buena relación personal y yo quería que hubiera mejores relaciones personales entre ellos. En esto hay filias y fobias y las fobias son mala política.

-Si se hubiera alcanzado ese pacto, los independentistas catalanes no tendrían tanta influencia en el Gobierno.

-Claro. ¿Cuántos votantes tiene Cataluña? Los alemanes han sabido hacer mejor eso pero en España falta esa cultura de la coalición. Resulta que existe en todos los demás países. El sistema se hunde cuando ninguno obtiene mayoría absoluta. Y cuando además los únicos partidos con que se plantean pactos están en la frontera del sistema.

-¿No le hubiera ido mejor a España con un pacto PP-PSOE?

-Sí, como se hace en Alemania. Pero eso requiere una cultura que no tenemos y una cultura de «fair play» (juego limpio). Hay una idea de que la oposición consiste en atacar al contrario a cualquier nivel, municipal, autonómico o estatal. Y el espectáculo que están transmitiendo las reuniones del Congreso es bochornoso. Lo primero que hay que hacer es establecer límites a los gastos de los partidos.

-¿Es partidario de una reforma de la Ley Electoral en España?

-La Ley Electoral se hizo para que ganara la UCD con un gran peso de la provincia que no se corresponde con su población. Este sistema electoral, no digo que sea tramposo, pero se hizo en un momento en el que todo el mundo pensaba que el Partido Comunista iba a ser un partido importantísimo.

-¿Y esta ley electoral a quién favorece ahora? 

-En Alemania creo que hace falta el 3% de los votos para acceder al Parlamento. Si no se pone un mínimo se favorece a esos partidos regionales, que tienen una puerta de entrada ancha mientras los otros tienen una puerta pequeña. En la época de Pujol esto se hacía de una manera más oculta. Y luego se descubría un pacto para favorecer por ejemplo a las peras de Lérida.

-Lo de las peras de Lérida se ha multiplicado por mil.

-Pero, a pesar de eso, Cataluña ha perdido peso nacional con todo esto, porque Madrid ha atraído mucho más capital. Pero ha resultado que con el sistema de autonomías no se ha equilibrado la economía sino que los desequilibrios regionales se han acentuado. Porque el que tiene poco, pues recibe poco, y el que tiene mucho, recibe más.

-¿Hay ciudadanos en España de primera y de segunda categoría en cuanto a la calidad de sus servicios públicos, sanidad, justicia o educación, por ejemplo?

-Esa expresión no la acepto pero el capital está mal distribuido. La riqueza está mal distribuida porque unas comunidades autónomas están más avanzadas que otras. En Andalucía hemos vivido del campo, que tiene una productividad escasa, pese a que hemos avanzado mucho en eso. Y no es lo mismo vender naranjas que coches. Y también está el carácter regional.