La amistosa relación con Toledo de Ohio. Los orígenes (1835-1934)>

Vínculos tarnsatlánticos

Unido al origen de la ciudad fue el periódico The Toledo Blade (hoja de acero). Nació el 19 de diciembre de 1835 y, según evoca la empresa editora, el nombre se inspiró en la historia espadera del Toledo español, siendo muy adecuada la cabecera ante el conflicto que entonces vivían Ohio y Michigan por el condado de Luca. The Blade podría «desenvainarse» para defender los derechos de la comunidad. Por otra parte, hay referencias que señalan en Ohio la conservación de unas hojas de espadas enviadas por la Fábrica de Armas a la Exposición Universal de Filadelfia de 1876. En una Memoria firmada, por D. de Cortázar (Madrid, 1878), Ingeniero-Jefe del Cuerpo de Minas y Jurado de aquella muestra, cita la exhibición de productos toledanos como fueron jabones, mazapán, trigos, cartuchos Regminton y «dos grandes panoplias de armas blancas». Estas, al parecer, debieron quedar ya al otro lado del Atlántico.

El siguiente vínculo entre ambas ciudades llegó en 1923 al nombrar académico correspondiente de la Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo a Arthur M. Stowe, rector de la Universidad de Toledo de Ohio. En 1926, con motivo del Congreso Eucarístico Internacional de Chicago, el cardenal Reig Casanova visitó al mayor de Toledo de Ohio y al obispo de la diócesis que promovía la construcción de una moderna catedral inspirada en históricos estilos españoles. En 1929, un periodista toledano, Francisco Gómez-Hidalgo (Val de Santo Domingo, 1886 - Ciudad de México, 1947), exiliado en Estados Unidos durante la Dictadura de Primo de Rivera, tras visitar la industriosa Toledo yanki, animaba desde las páginas de ABC a nuestros políticos locales a entablar útiles intercambios de comisionados como así hacían otras ciudades europeas.

Primeras gestiones

Estrenada la II República, el 10 de julio de 1931, la nueva corporación presidida por José Ballester Gozalvo autorizaba el empleo del escudo de la ciudad como emblema de la Universidad de Toledo de Ohio tras recibir la petición de Henry J. Doermann (1890-1932), rector de aquella institución, deseoso de estrechar lazos con la histórica ciudad que había descubierto en su viaje por España. Según escribió el periodista toledano, Adoración Gómez Camarero, a sugerencia del filólogo Tomás Navarro Tomás -de la Junta de Ampliación de Estudios-, en 1933 empezaron los contactos con el Club Español de la Escuela Superior de Vilbiss en Ohio, que atendía el profesor de español, Russell G.C. Brown para intercambiar correspondencia. Aquello aquí motivó el origen de un Comité de Relaciones formado por Gómez Camarero, el teniente de la Academia, Fernando Ledesma Navarro, el oficial de Telégrafos Jesús López Alonso y el fotógrafo Pablo Rodríguez. Luego se sumarían dos concejales designados por el Ayuntamiento: Manuel Conde Fernández y Vidal Arroyo Medina. En junio de 1933, siendo alcalde Guillermo Perezagua se agradeció a «D. Germán Erausquin» (1899-1951) «como único español en Ohio» el interés para fomentar una creciente relación entre ambas ciudades.

Preparativos de la visita

El 3 de abril de 1934, en una sesión extraordinaria, el Ayuntamiento ya había aprobado las tres propuestas esenciales del flamante Comité de Relaciones: galardonar al «Toledo americano» con la Medalla de Oro de la Ciudad, cambiar el nombre de la calle de Belén por el de Toledo de Ohio y recibir a una comisión de aquella capital a finales de mayo, coincidiendo «con las fiestas de primavera». La invitación se hacía al mayor de la city, representantes universitarios, de la industria y el comercio, de la prensa, alumnos de escuelas superiores y de los obreros. Para «estrechar lazos de amistad», se enviaron mensajes al embajador norteamericano en España, al Gobernador del Estado de Ohio y al Presidente de Estados Unidos que entonces era Franklin D. Roosevelt.

También se acordó dirigirse al Ministro de Estado y al Presidente del Patronato Nacional del Turismo para que diesen forma oficial a sus ofrecimientos y difundiesen el encuentro entre los medios de información nacionales y extranjeros, más la concesión de ayudas para sufragar los gastos del viaje y la estancia de la Comisión americana en nuestro país. En relación con esta petición, tan sólo se concederían 1.940,3 pesetas para adquirir «seis billetes kilométricos», quedando sin subvencionar el resto de los capítulos. Esta respuesta determinó que, el 25 de mayo, en sesión de urgencia, el Ayuntamiento acordase «facultar a la Alcaldía para disponer de las consignaciones» que se precisasen a fin de agasajar a la Comisión americana, pues ya estaba formalmente aprobado el programa oficial previsto entre el 30 mayo y el 5 de junio.

Mientras, el Ayuntamiento ya había cursado una carta al doctor Marañón, presidente de honor del Comité de Relaciones, para que pronunciase un discurso en el acto de imposición de la Medalla de la Ciudad y recibiese a los «delegados del Toledo transatlántico» en su cigarral y los obsequiase «personalmente». Esto último también se había comunicado al diplomático Salvador de Madariaga al idearse un recorrido por los alrededores del Valle. En el expediente conservado en el Archivo Municipal referido a los honores dispensados a la ciudad homónima, aunque no hay muchos escritos solicitando apoyos institucionales o de cargos y personas concretas, durante la visita hubo una plena implicación de la ciudad como recogieron las crónicas de El Castellano y así lo reconoció la alcaldía en un bando publicado el 19 de junio de 1934.

La relación de actos habidos en aquel recordado encuentro de los «dos Toledos» y sus epígonos hasta 1936 quedan aquí para una siguiente entrega.

SOBRE EL AUTOR
RAFAEL del CERRO MALAGÓN

Maestro, profesor de Secundaria e inspector de Educación. Doctor en Historia del Arte. Investigador especializado en la fotohistoria e imagen de la ciudad Toledo

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