Sánchez y Ábalos, poli bueno y poli malo en la operación que destronó a Susana Díaz
Sánchez había apuntado con su pulgar hacia abajo y encomendó ese trabajo a su secretario de Organización, José Luis Ábalos, hoy desterrado por su imputación en la trama de mordidas del caso Koldo. Puso en marcha la clásica estrategia de poli bueno y poli malo. El líder del PSOE mantenía las aparencias en sus contactos con Susana Díaz para no mancharse en una batalla andaluza de resultado incierto, mientras que las maniobras quedaron reservadas a su 'número dos'.
Cruzada contra los barones críticos
El mandatario no quería a barones críticos en la oposición ni en los gobiernos autonómicos como Javier Lambán (Aragón) y Emiliano García Page (Castilla-La Mancha), nadie que marcara un perfil propio mirando a sus electores y desmarcándose de la complicada estrategia de pactos emprendida por Sánchez para estar en La Moncloa. Susana Díaz, su rival en las primarias de 2017, se había manifestado en contra de gobernar «con cualquiera y a cualquier precio» y se hallaba en una situación de debilidad tras perder la Junta por el pacto firmado entre el PP, Ciudadanos y Vox que hizo presidente a Juanma Moreno por primera vez en casi 37 años de autonomía.
Según denunció a posteriori la líder derrocada, Ábalos «se pegó 15 días en un hotel [de Sevilla] para ganarme las primarias» reuniéndose con secretarios provinciales y mandos del partido para que cambiaran de barco y apoyara al contrincante de Díaz, el exalcalde de Sevilla Juan Espadas, un gran desconocido para muchos militantes de fuera de la capital andaluza.
Ábalos, hoy diputado del Grupo Mixto, fue el encargado de matar políticamente a la expresidenta andaluza. Los mensajes que intercambiaron tanto el exministro de Transportes con Sánchez muestran la crudeza con la que actuaron uno y otro. «La otra, Susana, sí que está jodida», le dice el presidente a su 'lugarteniente' Ábalos en un mensaje publicado por el diario 'El Mundo'. Fue enviado desde su móvil el 6 de noviembre de 2020, meses antes de las primarias celebradas en junio de 2021 en las que la expresidenta saldría derrotada.
Lo que vino después es historia del PSOE andaluz y el comienzo de un «calvario» de tres años para Susana Díaz. La actual senadora por Andalucía llegó a compararse con una leyenda como Rodrigo Díaz de Vivar porque se presentó a las elecciones internas de su partido «como el Cid Campeador en lo alto del caballo, muerta», llegó a decir. Este lunes, al conocer los mensajes de la cuenta de WhatsApp que precedieron a su caída, confesó en el programa 'Espejo Público', de Antena3, que «verlo transcrito es muy jodido, usando uno de los términos que aparecen ahí, pero insisto en que no tengo rencor».
Encuentros en un hotel
Aquella historia de traiciones, presiones y conjuras se fraguó en un hotel y en el despacho de Ferraz donde Ábalos fue llamando a los dirigentes y cargos del PSOE andaluz para convencerlos de que respaldaran al candidato oficial, Espadas, para así torcerle el pulso a la expresidenta andaluza. Se reunió, entre otros, con Daniel Pérez, el anterior secretario provincial del PSOE de Málaga. Otra de las que saltó del barco de Susana Díaz en el último momento fue la entonces secretaria provincial, Irene García, quien meses antes había escenificado su apoyo a la dirigente durante una visita de ambas en El Bosque (Cádiz).
«A mí me jodieron mucho, bastante. Yo gané las elecciones [de 2018], pero me hicieron la vida imposible. Hasta que fui a unas primarias como fui, en las condiciones que fui, y pasó todo lo que pasó», recordó ayer la expresidenta en el programa 'Todo es mentira', donde es tertuliana. Sin rencor, Díaz volvió a marcar distancias con Sánchez en la estrategia política. Él quiso saltarse «la línea roja» de gobernar «a cualquier precio» y ella defiende lo contrario. Antes y ahora.