El Papa concluye esta semana sus «vacaciones de trabajo» en el Vaticano

Juan Pablo II fue el primer Papa que optó por pasar una o dos semanas lejos de Roma, en alguna localidad de montaña, para desconectar del Vaticano. No fue fácil: recibió muchas críticas cuando en 1987 anunció que pasaría nueve días en un refugio alpino para seminaristas en Lorenzago de Cadore, en las montañas Dolomitas; algunos consideraban que el único lugar de descanso adecuado para un Papa era el palacio de Castel Gandolfo. Pero tuvo tan buenos resultados que a partir de entonces alternó esas estancias veraniegas con otras en Les Combes d'Introd, una casa de los salesianos con vistas al Mont Blanc. Allí viajó incluso en julio de 2004, en el que sería su último verano.

También Benedicto XVI pasó algunos días de verano en esa misma casa en Introd, aunque además le gustaba ir a otra en Bresanona, en la región del Trentino-Alto Adigio. Aprovechaba para relajarse dedicando tiempo a la música y a la escritura, sobre todo a su última gran obra teológica, el libro 'Jesús de Nazaret'. No siempre fueron jornadas tranquilas: en el verano de 2009 tuvo un pequeño accidente doméstico en Introd, se rompió la muñeca y necesitó ser operado de urgencia en Aosta. La lesión le impidió durante unas semanas usar el lápiz y tocar el piano.

Francisco no está en contra de las vacaciones. Dice que «el trabajo es importante, pero también es importante el descanso; hay que aprender a respetar el tiempo de descanso, sobre todo el de los domingos». Pero descansa sin moverse de Roma, y no quiere ir siquiera a Castel Gandolfo. Por eso ha transformado provisionalmente la residencia papal, la 'Villa Barberini', en un museo.

Las noticias que se filtran de Santa Marta apuntan a que está pasando unas vacaciones de trabajo y de planificación. El 7 de julio las interrumpió para viajar a Trieste, en el norte de Italia, donde clausuró unas jornadas sobre «la doctrina social de la Iglesia» y avisó de la crisis de la democracia en Occidente. El 11 de julio mantuvo en su propia casa un delicado encuentro con el metropolita Antonij, el enviado del patriarca ortodoxo de Moscú, aunque no trascendieron los contenidos del diálogo. Y el 15 se reunió con los capítulos generales de seis congregaciones religiosas que mantienen asambleas en Roma.

En un encuentro con los hijos de los empleados del Vaticano les aconsejó «no irse a dormir sin haber hecho las paces»

El 18 se acercó a primera hora de la mañana a saludar a 300 niños, hijos de empleados del Vaticano, que durante julio han podido divertirse en unas instalaciones deportivas de los jardines vaticanos. Allí dio las gracias a los organizadores y mantuvo un encuentro con los pequeños. «No os vayáis a dormir nunca sin haber hecho las paces, y esto vale también para los padres, cuando discutan», aconsejó.

También ha mantenido reuniones de trabajo con exponentes de la Curia vaticana, por ejemplo con el cardenal Víctor Manuel 'Tucho' Fernández, y ha estado continuamente informado del delicado viaje a Ucrania del cardenal Pietro Parolin, quien se reunió esta semana en Kiev con Volodímir Zelenski. El único encuentro público que no ha cancelado en julio es el Ángelus de cada domingo a mediodía.

Sin Eurocopa ni Copa América

En el último mencionó los Juegos de París, y solicitó que aprovechando las olimpiadas, se establezca «una tregua en las guerras, demostrando un sincero deseo de paz». Deportivamente quizá encontró más satisfacciones en la Copa América que el 14 de julio ganó Argentina, aunque parece que no vio ningún partido, tampoco de la Eurocopa.

En estas semanas, además de recuperar fuerzas, el Papa está preparando la delicada agenda que le aguarda el próximo año. Ya en septiembre emprenderá dos viajes, el primero, a Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur, del 2 al 13 de septiembre, que incluye 44 horas de vuelos en avión; y el segundo, del 26 al 29 de septiembre, le llevará a Luxemburgo y Bélgica. En octubre tendrá la asamblea final del Sínodo sobre la Sinodalidad, que consiste en cuatro semanas de reuniones con más de 400 participantes de todo el mundo; es muy probable que en noviembre celebre un consistorio para nombrar nuevos cardenales y el 24 de diciembre inaugurará el 'Jubileo de la Esperanza', que se prolongará a lo largo de todo 2025. Quizá el mejor modo para que descanse el Papa será no pensar en todo lo que le espera.