El Papa que murió con el Rocío

El obispo de Roma que había soñado con «un nuevo Pentecostés» en la Iglesia cuando anunció el concilio ecuménico en la festividad de la Conversión de San Pablo de 1959, fue a morir en fecha tan señalada como lo ha hecho ahora el Papa Francisco. Sevilla y los sevillanos sintieron profundamente la pérdida del Papa Roncalli, que tiene barriada a su nombre en la ciudad porque empezó a construirse al mes de su fallecimiento.

La muerte de Juan XXIII se certificó a las 19.49 de aquel lunes de Pentecostés poniendo fin a cuatro días agonizando e inmediatamente el alcalde de Sevilla, Mariano Pérez de Ayala, destacado miembro de la Asociación Católica de Propagandistas, hizo un llamamiento a la ciudadanía: «Sevilla, siempre unida a la Iglesia y al Papado, lo ha estado singularmente en estos años del reinado de Juan XXIII, por especiales atenciones que con la archidiócesis hispalense tuvo ese gran Pontífice. Por ello, todo el pueblo de Sevilla, en estos momentos y durante estos días, tengo la seguridad, se ha de unir a las plegarias de toda la Iglesia, implorando al Señor haya acogido en su santa gloria a su siervo fiel y gran Padre de la humanidad».

El cadáver del papa Juan XXIII ABC

De seguida, el gobernador civil, el alcalde, el subjefe provincial del Movimiento y el delegado provincial de Sindicatos «acudieron al Palacio Arzobispal a testimoniar al prelado el sincero pesar». El prelado era José María Bueno Monreal, creado cardenal por Roncalli y que participó en el cónclave que eligió a Pablo VI.

El mismo día del fallecimiento dictó una circular en la que disponía «solemne funeral pontifical, seguido de responso, el 10 de junio, primer día litúrgicamente hábil» en la Catedral. Y en la colegial de Jerez, oficiado por el auxiliar. Otro paralelismo más: ahora, el arzobispo Saiz presidirá el funeral a la semana justa, en el primer día fuera de la octava de Pascua. También dispuso el cardenal Bueno tres días de rogativas en todos los templos parroquiales de la archidiócesis «por la elección del nuevo Papa».

Paralelismo litúrgico

El cardenal Bueno Monreal dispuso la misa funeral al lunes siguiente, primer día litúrgico hábil, lo mismo que ahora con Francisco

En la aldea del Rocío, la noticia de la muerte llegó cuando la procesión había culminado, pero todo el fin de semana estuvo marcado por las noticias de Roma. El periodista Benigno González daba cuenta de lo sucedido en la romería: «Hemos unido nuestro filial sentimiento al coro de voces con sollozos contenidos en las gargantas que pedían por la salud de ese hombre bueno llamado Juan, vigesimotercero de su nombre, del que sólo sabíamos en aquella soledad y lejanía marismeña que estaba próximo a dormirse en el sueño tranquilo de quien ha empezado bien su día… sus días… su vida. Hemos podido ser testigos de que en muchísimos lugares de la aldea la alegría tradicional iba desapareciendo al propio tiempo que la vida luminosa cuya extinción llora hoy toda la cristiandad».