Trump despide a la responsable de estadísticas de empleo tras malas cifras
El Gobierno estadounidense sostiene que la economía está en pleno auge y quiere que la Reserva Federal (Fed) lo apoye aún más bajando las tasas
Powell vive instalado en una olla a presión sobre las decisiones monetarias que debe tomar la Fed en los próximos meses, entre las exigencias agresivas de Trump de que baje los tipos de interés, los desencuentros internos y las últimas dudas que ofrecen los datos económicos. La última embestida del multimillonario neoyorquino contra un regulador que actúa con independencia del poder ejecutivo ha sido la exigencia este miércoles de que dimita uno de los miembros del comité de política monetaria que toma las decisiones sobre tipos por acusaciones de fraude en la tramitación de una hipoteca.
El clímax de la reunión en Jackson Hole será el discurso de Powell del viernes. Lo único seguro al respecto es que será su última intervención en el cónclave anual como presidente de la Fed. Trump no ha podido dar más señales de que desprecia a Powell y de que no puede esperar a que acabe su mandato en mayo del año que viene. En una decisión que sacudiría a los mercados y que no tendría precedentes, Trump ha amagado incluso con el despido fulminante de Powell.
De momento, se ha limitado al insulto y a la presión constante contra Powell desde que la Fed no ha actuado como a él le gustaría. Es decir, con bajadas pronunciadas de tipos, lo que echaría combustible inmediato a la economía de EE.UU.
El último recorte de tipos de la Fed, después de un periodo de intereses altos para hacer frente a la inflación disparada que lastró a EE.UU. en la segunda mitad de la presidencia de Joe Biden, fue el pasado diciembre. Desde entonces, Powell y el comité de política monetaria de la Fed no han tocado los tipos, lo que ha enfurecido a Trump. El multimillonario neoyorquino repite el mote de Jerome 'Demasiado Tarde' Powell para el banquero central, le acusa de ser un agente político que benefició a Biden y que quiere perjudicarle a él y le acusa de incompetente.
El clímax de la reunión en Jackson Hole será el discurso de Powell del viernes. Lo único seguro al respecto es que será su última intervención en el cónclave anual como presidente de la Fed
Las razones de la Fed para contrariar a Trump son variadas. Por un lado, la incertidumbre por el impacto en los precios de la guerra arancelaria del presidente de EE.UU., lo que es una afrenta para él, con las tasas a las importaciones como un pilar de su política económica. Pero la Fed también duda por los datos de los dos principales indicadores que tiene que cuidar: la inflación y el mercado laboral. Sobre todo, después de unos últimos datos que incomodan a los reguladores. El indicador de inflación en el que más se fija la Fed, el de los gastos en consumo personal (PCE, en sus siglas en inglés), ha pasado del 2,1% en abril al 2,6% en junio, mientras que el objetivo es que el incremento de los precios se mantenga por debajo del 2%. Además, el dato de empleo de julio fue preocupante: se crearon menos puestos de trabajo de los esperados, se revisaron a la baja los datos de mayo y junio, se constató la dificultad de los jóvenes recién titulados para encontrar trabajo y se consolidó la tendencia a que los nuevos empleos se concentren en un número bajo de industrias.
Con la respiración contenida en los mercados, el discurso del viernes de Powell podría arrojar luz sobre los próximos pasos de la Fed, empezando por qué decisión de tipos tomará en su próxima reunión, a mediados de septiembre, una cita en la que se prevé que empezarían las bajadas.
Pero las tensiones dentro de la Fed van más allá. En su última reunión se produjo la primera discrepancia en más de tres décadas de dos de los gobernadores de la Fed que participan en el comité de política monetaria sobre una decisión de tipos. Ambos mantuvieron que los aranceles no supondrán una presión peligrosa para la inflación, lo que dio alas a las críticas de Trump contra Powell.
El presidente de la Fed también se enfrenta a acusaciones por parte de Trump de despilfarro en la renovación de la sede del banco central en Washington y ahora acudirá a Wyoming con el frente abierto de la exigencia de dimisión contra Lisa Cook, la gobernadora de la Fed acusada de procesar de forma irregular una hipoteca. Según Bill Pulte, director de la Agencia Federal de Financiación Inmobiliaria, Cook «falsificó» documentos bancarios para conseguir mejores condiciones para una hipoteca (dijo que un inmueble era su residencia habitual cuando no lo era, según la acusación). Pulte es un aliado acérrimo de Trump que redactó una carta de despido contra Powell, que después Trump no llegó a firmar.
En medio de todos esos incendios, Powell tomará la palabra. Con los mercados y el presidente de EE.UU. listos para reaccionar.