García Montero se expresó así en un desayuno informativo organizado por Nueva Economía Fórum, ante un público que recibió estas declaraciones entre murmullos, risas, algún aplauso y el desconcierto del moderador: «No sé cómo seguir». El director del Cervantes criticó la «cerrazón» de la RAE «a reconocer la riqueza» del español y de las demás lenguas del Estado. «Tenemos que colaborar e intentamos colaborar, y para eso creo que hay que respetar la independencia», añadió. «Nadie tiene derecho a ser el centro y decirle a los demás cómo tienen que hablar, sino a mantener la unidad dentro de respeto de cada cual a hablar el español».
El poeta recordó que el Cervantes colabora con los servicios diplomáticos, embajadas e instituciones latinoamericanas y con las que tienen que ver con las otras lenguas del Estado. «Y ahí estamos –dijo–. También tengo que reconocer que yo, como filólogo, estaba acostumbrado a hablar con Fernando Lázaro Carreter, con Víctor García de la Concha, con Darío Villanueva… grandes filólogos y grandes hombres de la cultura». Y acto seguido lanzó su durísima acusación contra Muñoz Machado, que dirige la RAE desde hace algo más de seis años, poco después de que Pedro Sánchez pusiera a García Montero al frente de la RAE.
Ambos coincidirán en la inauguración del CILE, a la que asistirá el Rey Don Felipe, quien, como reconoció García Montero, ha estado a punto de quedarse sin alojamiento. «En una reunión de trabajo con la Embajada, hace ocho o nueve días, me dijeron que tenían un problema porque no encontraban habitación para la delegación del Rey en el Congreso. Yo dije: si no encontramos habitación para el Rey, no sé qué va a pasar con ninguno de nosotros. Pero ya se ha arreglado para facilitar la presencia de nuestro jefe del Estado con la presidencia del Gobierno peruano».
Arequipa ultima los preparativos para acoger la décima edición del Congreso, que este año se celebra bajo el lema 'Grandes desafíos de la lengua española: mestizaje e interculturalidad, lenguaje claro y accesible, culturas digitales e inteligencia artificial'. «Arequipa ultima los preparativos para acoger la décima edición del Congreso». Puso como ejemplo las lenguas cooficiales de España y los intentos de Trump de orillar el español en Estados Unidos.
«Alguien en Estados Unidos se considera con derecho a borrar la nacionalidad de 60 millones de hispanos. Aunque parezca caricaturesco que el presidente diga que 'los hispanos vienen a violar o a comerse las mascotas', es más triste que se evite atender en español a un paciente que lo habla y se le obligue a tratarse en inglés». Para García Montero, Estados Unidos «se está convirtiendo en un referente del autoritarismo en el mundo».
García Montero se presentó en el hotel Ritz dispuesto a meterse en líos. «La gente que de vez en cuando pisamos charcos somos la más sensata: a veces hay que reaccionar». Y lo hizo criticando a la derecha, que para algo se metió años atrás en política bajo las siglas de Izquierda Unida: «Hay que estar muy faltos de humanidad para no conmoverse ante lo que pasa en Gaza. Es lógico que quienes no quieren condenar el genocidio sean los mismos que defienden la liquidación de la sanidad pública en Andalucía o en Madrid, porque les interesa hacer negocios con la privada».
También defendió que el catalán o el euskera sean lenguas oficiales en Bruselas: «Espero que los patriotas comprendan que España es un país diverso. No tiene sentido llamarse patriota y luego ir a Europa a menospreciar la riqueza y la diversidad de España». Añadió, eso sí que el valenciano es una forma del catalán: «No quiero ofender a un valenciano; respondo a lo que me han enseñado personalidades como don Fernando Lázaro Carreter. Las lenguas se adaptan al territorio donde se hablan. En ese sentido, el valenciano es un catalán que ha evolucionado y se ha adaptado al territorio valenciano».
Por último, se pronunció sobre el lenguaje inclusivo y los neologismos como 'nosotres' o 'humanes', que rechaza por falta de sentido común. «Cuando doy clase, hablo a mis alumnos y alumnas. Si tengo que saludar aquí, digo amigos y amigas. Cuando escribo, en vez de decir 'los derechos del hombre' o 'mi compromiso con los ciudadanos', digo 'mi compromiso con la ciudadanía', porque me gusta estar a la altura del tiempo en el que vivo. No me gustan palabras como 'nosotres' o 'humanes'. Me gusta hablar de hombres y mujeres, de ciudadanos y ciudadanas», explicó. «Soy partidario de un lenguaje inclusivo que tenga que ver con el sentido común».