España se queda atrás en privatizar los bancos rescatados en la crisis
Alemania, Países Bajos, Italia o Reino Unido aprovechan las subidas en Bolsa para reducir sus participaciones
Monte dei Paschi, fundado en 1472 y rescatado por el Estado italiano en 2017, propone canjear 23 de sus acciones por cada 10 de Mediobanca, con una prima del 5 % respecto al último valor de cierre de las acciones de esta última. La transacción se traduciría en un desembolso aproximado de 13.300 millones de euros en títulos, con el objetivo de crear un nuevo coloso bancario capaz de abordar tanto el negocio minorista y comercial (MPS) como el de banca de inversión y gestión patrimonial (Mediobanca). MPS asegura que la fusión generaría sinergias cercanas a los 700 millones de euros anuales antes de impuestos, sobre todo gracias a la complementariedad de las carteras de clientes y a la oportunidad de unificar estructuras internas.
Para los directivos de MPS, liderados por el consejero delegado Luigi Lovaglio, esta oferta aspira no solo a la rentabilidad y al crecimiento, sino también a asentar un grupo financiero con dos marcas históricas - Mps y Mediobanca- protegidas bajo un mismo paraguas. Así lo explicó Lovaglio: «Queremos marcar un nuevo enfoque en el proceso de consolidación del sector bancario, para crear valor de inmediato tanto para los accionistas de MPS como de Mediobanca, y también para todo el sistema país. Apuntamos a un nuevo campeón nacional, con dos marcas de excelencia». Sin embargo, Mediobanca, que se enteró de los planes de MPS sin haber sido consultada formalmente, considera la propuesta del banco de Siena como una OPA «hostil». La institución milanesa planea estudiar el dossier en los próximos días y, según los medios italianos, no descarta la búsqueda de medidas defensivas que impidan su absorción. En paralelo, el mercado ya ha reaccionado de forma notoria: las acciones de MPS cayeron cerca de un 7 % el viernes, mientras que las de Mediobanca repuntaron alrededor de un 8 %, reflejando la incertidumbre de los inversores y la expectativa de que, si el trato sigue adelante, quizá se mejore la oferta.
Buena parte de la sorpresa y del gran interés mediático radica en que MPS -un banco que estuvo en épocas pasadas por la izquierda- estaba, hace apenas unos años, al borde de la quiebra. En 2017, el Gobierno italiano tuvo que inyectar 5.400 millones de euros para salvarlo. Durante un tiempo, el ministerio de Economía llegó a poseer el 68 % de la entidad, lo que desató múltiples críticas por el empleo de fondos públicos en medio de la crisis financiera. Con los años, la gestión de Lovaglio y la estrategia de ir reduciendo la participación estatal han dado sus frutos: el Estado conserva ahora cerca del 12 % de la entidad, pero ha ido cediendo paquete tras paquete a inversores privados, fundamentalmente a fondos anglosajones y a potentes grupos nacionales. Entre estos grupos destacan Delfin, la sociedad de inversión de la familia Del Vecchio fundadora y propietaria de Luxottica, y el magnate de la construcción romana Francesco Gaetano Caltagirone -propietario también de medios de comunicación como Il Messaggero de Roma-, quienes adquirieron participaciones en MPS hasta acercarse al 10 % y al 5 %, respectivamente. Paradójicamente, ambos inversores son también de los principales accionistas de Mediobanca (con cerca de un 27,6 % entre ambos).
Este juego de participaciones cruzadas otorga a los dos empresarios una influencia decisiva en la OPA y en el futuro de la banca italiana. A su vez, Mediobanca, Delfin y Caltagirone son los tres principales accionistas de la aseguradora italiana Generali, donde Caltagirone ha estado en desacuerdo con el consejero delegado, el francés Philippe Donnet. No es casual que la oferta de MPS por Mediobanca llegue después de que Generali anunciara la pasada semana un acuerdo con Natixis -banco de inversión y servicios financieros francés-. para crear un gigante europeo de gestión de activos. La medida fue mal acogida por el Gobierno italiano, que expresó su preocupación por la posibilidad de que los ahorros italianos se gestionen en el extranjero y el riesgo de fuga de capitales del país. Caltagirone también se opuso a la fusión con Natixis. «No se puede ceder el control del ahorro italiano a los franceses», ha dicho el líder del partido centrista Azione, Carlo Calenda, exministro de Desarrollo Económico.
Mediobanca fue durante décadas el gran orquestador de las finanzas italianas, el banco de inversión que diseñó fusiones y adquisiciones para los grandes grupos industriales del país. Hoy, bajo la dirección de Alberto Nagel, Mediobanca mantiene una posición privilegiada en Generali, la mayor aseguradora italiana y una de las más importantes de Europa. El 13 % que Mediobanca posee en Generali es una de las joyas de la corona. Controlar Mediobanca implica, de hecho, tener la llave de la aseguradora, que gestiona más de 800.000 millones de euros en ahorros de sus clientes. No es ninguna sorpresa, por tanto, que el consejero delegado de MPS Lovaglio, el constructor Caltagirone y Delfin -el holding de la familia Del Vecchio- vean en Generali una oportunidad estratégica para reforzar su conglomerado financiero. Este anhelo choca con la visión de Nagel, quien ha fomentado la independencia de Mediobanca y ha sabido ganarse el favor de buena parte del consejo de administración.
El Gobierno Meloni, por su parte, ha adoptado un rol activo en la contienda de las fusiones bancarias, hasta el punto de llegar a amenazar con utilizar el «golden power» (facultad que permite vetar inversiones extranjeras en sectores estratégicos) contra la OPA que Unicredit lanzó sobre Banco BPM en noviembre pasado. Ahora, muchos ven en la ofensiva de MPS sobre Mediobanca otra jugada en la que el Gobierno Meloni, no se mantiene como árbitro neutral, sino que favorece la OPA de Monte dei Paschi de Siena sobre Mediobanca. «Si el mercado responde positivamente, estaremos contentos; si no, lo aceptaremos», declaró Giancarlo Giorgetti, ministro de Economía del Gobierno de Meloni, a propósito de la oferta de MPS.
Este respaldo no sorprende a nadie: el Ejecutivo Meloni tiene un especial interés en consolidar un tercer polo bancario italiano que compita con Intesa Sanpaolo y Unicredit. La creación de ese tercer polo era, de hecho, la gran esperanza del Gobierno, que intentó crearlo con la fusión de Monte dei Paschi con BPM (la que fue Banca Popolare de Milán), pero el consejero delegado de Unicredit, Andrea Orcel, lanzó una OPA hostil sobre BPM en noviembre pasado y torpedeó esos planes. A juicio de algunos analistas, la ofensiva actual sobre Mediobanca es una suerte de «Plan B», con el aliciente de que en Mediobanca también hay un ramal clave hacia las grandes aseguradoras, en particular Generali.
Por el momento, MPS sostiene que confía en cerrar la operación en el tercer trimestre de 2025, si logra el respaldo de los accionistas de Mediobanca, el visto bueno de la Comisión Europea y, especialmente, de las autoridades supervisoras como el Banco Central Europeo (BCE) y el Banco de Italia. Hay algunas incógnitas. Mediobanca podría presentar una contraoferta o buscar nuevos socios. El BCE, que ya supervisó con lupa el rescate de MPS en 2017, no verá con indiferencia un cambio de propietarios en uno de los pilares de la banca de inversión europea.
No son casuales estos movimientos de fusiones y adquisiciones en el sector financiero italiano, con intervención de actores institucionales y poderosas familias de gran tradición y riqueza, como son los Del Vecchio, artífices del imperio Luxottica, y Caltagirone, constructor romano y coleccionista de monedas imperiales, que llevan años tratando de ganar influencia en Mediobanca y Generali. Esos movimientos responden también a la necesidad de las entidades de ganar tamaño en Europa. Por eso, los analistas consideran que la aspiración de consolidar grupos de gran envergadura seguirá adelante, a pesar de las dificultades. El Gobierno por medio del ministro de Economía, Giancarlo Giorgetti, asegura que no intervendrá más allá de respaldar la propuesta «en beneficio de la economía italiana». Pero pocos dudan de que en los próximos meses el Gobierno Meloni y las grandes familias emprendedoras del país seguirán moviendo hilos, ya sea para «proteger» Mediobanca o para lograr que la fusión con MPS salga adelante.