El régimen iraní reabre la puerta al reformismo para luchar contra el boicot electoral>

A diferencia de lo ocurrido en 2021, cuando sólo se permitió competir a conservadores, esta vez el reformismo estará representado en las urnas por Masoud Pezeshkian, cirujano cardiaco y diputado en el parlamento de 69 años. Miembro de la minoría azerí del país, cuenta con el apoyo del ex ministro de Exteriores Javad Zarif en los actos de campaña y aboga por mejorar la relación con Occidente, resucitar el acuerdo nuclear y conceder una mayor apertura interna en temas como el del uso del hijab.

En sus mítines la gente grita consignas con el nombre de quien fuera líder de la «revuelta verde» de 2009, Mir Husein Musavi, en arresto domiciliario desde 2011. Quienes apoyan el boicot piensan que se trata de una maniobra del régimen para ilusionar a un electorado desencantado desde la brutal represión que se vivió aquellos días y piden que no se vote porque todo seguirá igual.

Cinco conservadores

Pezeshkian tiene en frente a cinco conservadores en el pulso por la presidencia, pero en los días previos a las elecciones algunos de ellos podrían echarse a un lado para no dividir el voto. Los dos nombres más fuertes son el de Saeed Jalili, de 58 años, y Mohamed Baqer Ghalibaf, de 63, las dos grandes bazas de la corriente conservadora para mantener el rumbo de la etapa de Raisi.

La periodista iraní Fereshteh Sadeghi califica a Jalili, ex negociador nuclear, de «representante de los principales grupos religiosos que se apegan a los valores revolucionarios, se oponen al acercamiento con Estados Unidos y asisten a las oraciones de los viernes o a funerales masivos de mártires. Son partidarios del uso obligatorio del hijab y para ellos la palabra del Líder Supremo, Alí Jamenei, es siempre la última palabra».

La gente pasa junto a un cartel electoral del candidato presidencial iraní Mohammad Bagher Ghalibaf colgado en la fachada de un edificio en Teherán AFP

El tercero de los candidatos con opción a la victoria es Ghalibaf, presidente del parlamento, ex alcalde de Teherán entre 2005 y 2017 y ex comandante de la todopoderosa Guardia Revolucionaria. Muchos le consideran el favorito del Líder Supremo y valoran la gestión que hizo al frente de la capital.

Durante la campaña los candidatos han participado en debates televisivos en los que el tema central de discusión ha sido la crisis económica que sufre un país sometido a un duro régimen de sanciones por parte de Estados Unidos. Joe Biden prometió durante su campaña volver al diálogo nuclear, levantar sanciones y recuperar el acuerdo que rompió Donald Trump de forma unilateral. El presidente estadounidense no ha cumplido su palabra y la economía iraní está muy tocada con un rial hundido y una inflación que roza el cuarenta por ciento.

Otro de los temas sobre la mesa es el hijab y nadie olvida las revueltas que se extendieron por el país tras la muerte de la joven Mahsa Amini a manos de la Policía de la Moral en 2022 cuando fue detenida por no llevar bien el velo. Hasta el momento la guerra en Gaza apenas ha ocupado la atención de los candidatos, pese a que el temor a una expansión regional gana enteros cada día que pasa y el papel iraní es clave en su apoyo a Hizbolá en Líbano.

En Irán el presidente juega un papel importante en la dirección de la política doméstica, pero las grandes decisiones de la república islámica están en manos del Líder Supremo.