El Pentágono advierte de que la ofensiva antidroga en el Caribe no se detendrá con el primer ataque
El martes, el presidente Donald Trump anunció que aviones de las Fuerzas Armadas destruyeron una lancha rápida que navegaba en aguas internacionales con un cargamento de cocaína, en lo que Washington identifica como parte de las redes de «narcoterroristas» vinculadas al presidente Nicolás Maduro. Fue la primera acción ofensiva desde que la Casa Blanca desplegó buques de guerra adicionales en la región bajo el mando del Comando Sur. «Quien trafique en esas aguas y esté identificado como designado narcoterrorista se enfrentará al mismo destino», advirtió Hegseth.
La operación se enmarca en una estrategia mayor lanzada a mediados de agosto que incluye el despliegue de siete buques de guerra y un submarino nuclear en el sur del Caribe. Más de 4.500 marinos e infantes de marina participan en una misión que combina vigilancia aérea con aviones P-8, inteligencia electrónica y capacidad de ataque con misiles Tomahawk desde el mar. Entre los navíos desplegados figuran el USS San Antonio, el USS Iwo Jima y el USS Fort Lauderdale, además del crucero USS Lake Erie y el submarino USS Newport News.
El regimen de Maduro calificó la maniobra de amenaza a la soberanía venezolana y alertó sobre un intento de «cambio de régimen». Washington sostiene que el objetivo es estrictamente combatir al crimen organizado, en particular al Tren de Aragua, designado organización terrorista.
En paralelo, la presión política aumenta en el Congreso. El senador republicano de la Florida Rick Scott ha impulsado una iniciativa para duplicar de 50 a 100 millones de dólares la recompensa por la captura de Maduro, con el fin de reforzar la presión judicial y económica sobre un líder ya procesado en tribunales de Nueva York y Florida por narcotráfico y conspiración.