Contradicciones de la disuasión nuclear
Tras más de dos años de enfrentamiento, Rusia no la ha usado contra Ucrania, a pesar de todas las pérdidas sufridas; la percepción es que ambas pueden lograr sus objetivos continuando la vía militar. India y Pakistán se han atacado mutuamente en varias ocasiones, la última de ellas con especial gravedad, y salvo declaraciones tremendas de sus dirigentes, no la han usado. Corea del Norte no pasa de amenazar y hacer ensayos en dirección sur, porque tiene dos vecinos, Rusia y China, que se lo permiten. Reino Unido se encuentra en un callejón sin salida, especialmente en lo relativo a sus submarinos. Alemania no puede tenerlas, pero su fuerza aérea debe ser capaz de ofrecer esa capacidad en el ámbito OTAN. Francia, a pesar de liderar la política común de defensa de la Unión Europea, jamás cederá esta capacidad ni la compartirá con otros, ni siquiera con la «coalición de los dispuestos» en su apoyo a Ucrania. Israel, que se supone que la tiene, no permite ni auditorías ni verificaciones por parte de organismos internacionales.
El alcance de los misiles es el reflejo de la influencia diplomática que se quiere ejercer. Este perímetro marca la zona de influencia. Por esa razón Irán quiere tenerla, persiste en su empeño e Israel no lo va a permitir. Esta pretensión supone una mala noticia para Oriente Medio, una región que sufre múltiples conflictos. El coste, como estamos viendo, es muy alto para ambas partes. A eso se suma la presencia del gigante norteamericano. A pesar de todo, lo cierto es que el régimen de la no proliferación se encuentra en una encrucijada y no está en la lista de prioridades de la agenda política.