En las entrañas de la Castellana: cómo soterrar el norte sin cortar suministros a Las Cuatro Torres y La Paz ni árboles centenarios

«Son como enormes sacacorchos», trata de explicar a ABC, en un lenguaje cercano, el Jefe de Servicio de Estructuras del área de Obras y Equipamientos, Javier Nájera, mientras señala con el índice los aparatos que rellenan de cemento los numerosos pilotes ya instalados en el primer tramo de la obra. Desde las entrañas de la Castellana, el experto destaca la técnica seleccionada para acometer dicho túnel y cómo ha atraído la curiosidad de otros países que han visitado la intervención y buscan aprender de este modelo «de referencia en toda Europa». También, subraya los avances de las tareas, dado que en poco tiempo se ha logrado instalar cientos de pilotes, las estructuras que servirán de columnas para el túnel y que quedarán cubiertas. Pero, sobre todo, explica cómo se soterra el norte de Madrid sin cortar suministros ni árboles.

Porque si bien la mayoría de obras de esta envergadura conllevan unos trabajos para tratar de que no colapse el barrio –ya sea con los desvíos del tráfico que irritan a los vehículos que atraviesan a diario la zona, o con los cortes de suministros a los vecinos, que además asumen el ruido de las máquinas, el polvo o la escasez de plazas de aparcamiento–, el caso del proyecto en el paseo de la Castellana tiene su propia peculiaridad.

Primero, porque a las necesidades de los vecinos se suman la de las grandes multinacionales, que amenazan con cuantiosas denuncias con cada corte de luz y agua, y la del hospital de La Paz, cuyos pacientes no pueden permitirse quedarse sin estos suministros básicos. Y todo ello, teniendo en cuenta que por ahí pasa el Canal Isabel II. De este modo, Nájera relata el encaje de bolillos que han tenido que realizar los expertos para poder acometer los cortes sin dejar desabastecidos ni a las empresas, que también trabajan en fin de semana, ni mucho menos al hospital que permanece abierto 24 horas los siete días de la semana. «Se ha llegado a instalar un sistema provisional mientras se ejecutan los cortes y hasta fijar el definitivo».

El segundo motivo que da singularidad a estas obra es que se realizan sobre un terreno en el que habitan árboles centenarios. Unos ejemplares que el Ayuntamiento no está dispuesto a talar cuando, además, es en ese mismo espacio donde después se levantara el gran parque verde. De ahí, que en estas obras se haya realizado un «ingente esfuerzo» por salvar los pinos y los cipreses que arrojan su sombra en este lugar desde hace más de 50 años. Son árboles enormes y de inmenso valor ambiental, por lo que el Ayuntamiento y la empresa constructora han empeñado sus esfuerzos por salvarlos a toda costa. Todos los árboles son de gran porte y, subrayan, el objetivo es salvar a la gran mayoría.

De hecho, el proyecto del túnel ya se pensó desde un inicio para que las estructuras no afectaran las raíces de los árboles. Así, para preservarlos, unos han sido replantados; otros, protegidos e intactos, algunos muy cerca de la excavación que se ha hecho con extremo cuidado para no dañar sus raíces. A los restantes, se les han podados sus ramas más anchas para que las grandes máquinas que pasan a su lado no les hagan daño. Y los cinco pinos que no podían seguir en su sitio han sido reubicados a pocos metros de su estado original.

Para ello, se ha contado con la empresa española más experta en este tipo de trabajos. Con el fin de que el movimiento del árbol sea un éxito, se corta una gran porción de tierra bajo él, terreno en el que se encuentra el 90% de sus raíces, y mediante la hinca en horizontal de unos tubos de acero, se forma una base que permite elevar con grúa estos grandes ejemplares y depositarlos con mimo en el nuevo hoyo que les espera. Como si resultasen árboles voladores por un día. Una vez trasladado, cada ejemplar se riega diariamente hasta que vuelve a enraizar. Así están ahora mismo, con nuevos brotes, los cinco pinos que han comenzado una nueva vida muy cerca de donde nacieron.

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TANIA SIEIRA/ABC

Durante estos meses, el Ayuntamiento también ha tenido que lidiar con la complejidad de la circulación de la zona, dado que es la entrada a Madrid desde los municipios del norte, que llegan a la Castellana, a la Paz, a la plaza de Castilla y al distrito financiero de las Cuatro Torres. Mucha de esta población opta por tomar el transporte público, los conocidos autobuses de color verde, que conectan Madrid con las localidades de la sierra. Y como el punto de acceso no podía cambiarse por ser la única puerta de la ciudad hacia el norte, la Castellana debía seguir aceptando este tráfico de entrada y salida. Así, los ingenieros del ayuntamiento y los técnicos de la empresa constructora lo solventaron resituando hasta 18 marquesinas de autobús que dan servicio a cincuenta líneas.

Una vez solventados estos contratiempos, y sin descartar nuevos altercados, las obras avanzan «extraordinariamente bien» para abrir el túnel en diciembre de 2026, tal y como confirmó el jueves pasado la delegada del área de Obras y Equipamientos, Paloma García, que aseguró que la Castellana va en tiempo y forma. De hecho, ahora mismo, se están ejecutando los pilotes y se empiezan ya a realizar la cubierta en la que se podrá empezar a excavar el túnel «en breve». 

Una vez concluyan las obras, la carretera quedará soterrada para el uso de los vehículos y la superficie estará dedicada a los peatones que podrán disfrutar de un nuevo parque. Este tendrá 70.000 metros cuadrados, lo que equivale aproximadamente a 10 campos de fútbol. O lo que es lo mismo, casi dos veces el estadio Bernabéu o un aparcamiento con 14.000 plazas. Además, contará con 787 árboles de nueva plantación que podrán absorber entre 7,8 y 19,7 toneladas de CO₂ anuales cuando alcancen madurez.

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TANIA SIEIRA

El túnel medirá menos que el parque en superficie: 675 metros. Siguiendo con la misma comparativa, equivaldría, a siete campos de fútbol, de largo, y a un edificio de oficinas de 10 plantas tumbado, de ancho. En su interior estarán enterrados 2.028 unidades de pilotes distribuidos por toda la infraestructura que es lo mismo que, en términos comparativos, suponen unos 2.983 camiones de hormigón. También, para los más curiosos, si se posicionan todos estos pilotes de forma lineal alcanzan los 31.422 metros, lo que corresponde a 31,4 kilómetros, que es como ir desde el centro de Madrid hasta Alcalá de Henares o desde Barcelona hasta Mataró. O, también, cono nadar en 629 piscinas olímpicas seguidas.