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Observada por primera vez en 1981, WOH G64 reside a unos 160.000 años luz de la Tierra, en la Gran Nube de Magallanes, una pequeña galaxia satélite de la Vía Láctea. Se trata de una supergigante roja, un tipo de estrella masiva y relativamente fría que ha ya ha agotado el hidrógeno en su núcleo y que, en su lugar, quema el helio que ha estado sintetizando durante millones de años, y también sus capas externas, donde aún hay una reserva de hidrógeno. Las supergigantes rojas están entre las estrellas más grandes que conocemos, verdaderos colosos celestes que dominan su entorno cósmico. Nuestro propio Sol está destinado a convertirse en una de ellas.
Al principio, se calculó que WOH G64 era alrededor de 1.500 veces mayor que el Sol. Sin embargo, se trata de una estrella extremadamente inestable, que pierde masa a un ritmo superior al de cualquier otra supergigante roja conocida, por lo que en los últimos años ha reducido sensiblemente su tamaño. Y ahora, utilizando datos del Very Large Telescope (VLT) y los telescopios Magallanes en Chile, un equipo de astrónomos capitaneado por Alceste Bonanos, del Observatorio Nacional de Atenas, en Grecia, y en el que participa el español Gonzalo Muñoz Sánchez, de la misma institución, ha observado una transformación aún más dramática, una que podría llevar a la estrella a explotar de forma inminente.
En un estudio recién publicado en 'Research Square', los investigadores explican cómo, al analizar la luz de WOH G64, descubrieron que había pasado de tener una temperatura de alrededor de 3.000°C, con una fuerte presencia de óxido de titanio y el color rojizo característico de una supergigante roja, a calentarse hasta 4.500°C y mostrar fuertes líneas de emisión de elementos como el hierro y el níquel, además de adoptar un color más azulado.
«La estrella había cambiado tanto -dice Bonanos- que uno de nuestros coautores creía estar observando la estrella equivocada. Pero era la correcta. Esa fue la primera pista de que algo estaba pasando».
El momento exacto de aquella transición no está claro, dado que WOH G64 no se observa continuamente, pero parece haber ocurrido en el transcurso de apenas unos pocos años, un abrir y cerrar de ojos en tiempo astronómico. Actualmente, tiene aproximadamente la mitad del tamaño que tenía cuando se descubrió, y su luz roja es aproximadamente cien veces menos brillante de lo que era.
¿Pero qué es lo que lleva a una estrella gigante a comportarse así?Los investigadores creen que en su interior están podrían estar ocurriendo varias cosas. En primer lugar, es posible que WOH G64 se haya transformado de una supergigante roja a una hipergigante amarilla, más tranquila, entre 2009 y 2016, probablemente alrededor de 2014. Este tipo de transformaciones ya habían sido consideradas previamente, pero nadie, nunca, había observado una directamente.
En segundo lugar, Bonanos y sus colegas piensan que las capas externas de la estrella ya han sido expulsadas. Lo cual podría haber ocurrido, dicen, porque su viento estelar se ha intensificado, liberando enormes cantidades de gas e insinuando que pronto podría explotar como supernova. El viento estelar es un flujo de partículas cargadas que emana de todas las estrellas. Y en las supergigantes rojas, ese viento es particularmente fuerte y puede causar una pérdida significativa de masa.
Otra posibilidad, sin embargo, es que la eliminación de las capas externas se hubiera producido a causa de interacciones con otra estrella, lo que implicaría que WOH G64 forma parte, en realidad, de un sistema binario. La presencia de una segunda estrella, en efecto, no puede descartarse a causa de ciertos detalles en la firma de luz que no se pueden explicar solo por las características de una hipergigante amarilla. La interacción gravitacional entre dos estrellas, además, sería perfectamente capaz de perturbar la estructura de una o de ambas, acelerando su evolución y provocando la pérdida de masa.
Jacco van Loon, de la Universidad de Keele, en Reino Unido, cuyo equipo reveló una imagen de la estrella el año pasado, (la primera imagen de una estrella en otra galaxia) afirma por su parte que «sabíamos que algo se estaba cocinando, y que lo que WOH G64 había estado haciendo, perdiendo masa a ese ritmo, era insostenible. Pero no sabíamos que todo eso iba a suceder en el transcurso de nuestra vida. Haberlo captado en el acto es algo realmente genial».
Bonanos también destaca el hecho de que WOH G64 nos está permitiendo observar la evolución estelar en tiempo real, y afirma que su equipo seguirá utilizando el telescopio VLT para observar la estrella sin interrupción durante el próximo año. El seguimiento continuo de WOH G64, en efecto, es crucial para comprender su comportamiento y predecir su futuro. Si la estrella explota como una supernova, proporcionará a los astrónomos una oportunidad única para estudiar este fenómeno cósmico en detalle.Y si al final no explota, la observación continua de su rápida transformación aportará, igualmente, valiosos datos sobre la evolución de las estrellas masivas y los procesos que dan forma al Universo.