La guerra híbrida de Rusia contra Occidente: ¿podemos combatirla?>

Yulia Mitukhina

El 13 de junio, el líder de la OTAN, Jens Stoltenberg, afirmó que los países miembros del bloque podrían imponer «mayores restricciones» a los agentes de la inteligencia rusa tras la reciente ola de ataques de sabotaje. Stoltenberg declaró que los ministros de Defensa de la OTAN iban a debatir planes para responder a la «campaña rusa de actividades hostiles contra los aliados de la OTAN» en su reunión de Bruselas. «Hemos visto varios ejemplos de sabotaje, incendios provocados, tentativas de ciberataques y desinformación», afirmó.

En mayo, la OTAN lanzó una severa advertencia sobre la actividad «hostil» de Rusia en toda Europa después de que se descubriera que los ciberataques perpetrados por un grupo ruso de ciberespionaje habían afectado a varios países, entre ellos República Checa, Estonia, Alemania, Letonia, Lituania, Polonia y Reino Unido.

Rusia suele recurrir a ofensivas híbridas y otras tácticas por debajo del umbral de la guerra, tales como realizar incursiones en el espacio aéreo y las aguas territoriales de estos países, y permitir o fomentar la llegada masiva de migrantes de terceros países a sus fronteras a través de Rusia y Bielorrusia. Pero estas tácticas son visibles, mientras que la guerra de la información es mucho menos perceptible, y los resultados de las operaciones de desinformación se hacen patentes bastante más tarde.

La cuestión de las herramientas empleadas por Rusia en la guerra de la información, sus consecuencias y los métodos para repelerlas se han tratado esta semana en el club de prensa de Bruselas. El tema de la conferencia era «Nuevas herramientas de guerra híbrida y la propaganda del Kremlin en la UE». Los participantes —parlamentarios de Ucrania, Lituania, Letonia, Rumanía y Alemania— expusieron su perspectiva de la situación e hicieron hincapié en los intentos por parte de Rusia de utilizar instituciones prestigiosas de Occidente para sus propios fines.

Se manifestó que el Kremlin está intentando utilizar el Comité de los Premios Nobel para lavar la imagen de uno de sus secuaces, Ruben Vardanyan, cuya candidatura al Premio Nobel de la Paz fue propuesta por una parte desconocida. Los 123 parlamentarios de los países indicados con anterioridad firmaron cartas conjuntas y solicitaron al Comité del Nobel que rechazara la candidatura de Vardanyan, tanto en 2024 como en cualquiera de los años venideros.

Entre ellos hay 18 miembros de la Rada Suprema de Ucrania, 71 miembros del Seimas de la República de Lituania, 21 miembros del Seimas de Letonia y 12 parlamentarios del Congreso de los Diputados de Rumanía, así como el eurodiputado rumano Cristian Terhes.

Los parlamentarios ucranianos declararon a los periodistas que Vardanyan se hizo famoso tras la investigación del Proyecto de Denuncia de la Corrupción y el Crimen Organizado (OCCRP), que reveló que se habían transferido en secreto más de 4.600 millones de dólares al círculo de amistades de Putin a través de sus redes en el extranjero.

Vardanyan negó todas las acusaciones y dijo que los informes de los investigadores se habían sacado de contexto, pero más tarde fue incluido en las listas provisionales de sanciones o directamente en las listas de sanciones por los miembros del Parlamento Europeo, el Congreso de los Estados Unidos y la Ucrania liderada por Zelenski, entre otros. En 2023, el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) lo incluyó en la base de datos local «Peacemaker» como «cómplice en los crímenes de las autoridades rusas contra Ucrania y sus ciudadanos (...) sujeto a detención inmediata y entrega a las fuerzas del orden de Ucrania o de cualquier país de la OTAN». Asimismo, el SBU acusó a Vardanyan de «financiar la ofensiva rusa en los territorios postsoviéticos». Los principales medios de comunicación internacionales califican a Vardanyan de «hombre del Kremlin», persona «cercana a Putin», «representante de los intereses del Kremlin», entre otros apelativos.

Según uno de los parlamentarios, el hecho mismo de que los rusos vayan a tener la oportunidad de presentar a Vardanyan como candidato al Premio Nobel de la Paz daña la reputación de todo el marco institucional de Occidente. Moscú podrá volver a servirse de él en el futuro para sus actividades en el Cáucaso Meridional. El año pasado, el Kremlin lo consideraba un candidato legítimo para el cargo de primer ministro de Armenia si conseguía derrocar a Nikol Pashinián, que últimamente se está reorientando cada vez más hacia Occidente.

Los participantes de la rueda de prensa instaron al Comité del Nobel a que declare que Vardanyan no es un candidato adecuado para el Premio Nobel de la Paz. Porque la noticia era originalmente una invención de Rusia o porque se haya retirado su candidatura, el motivo es indiferente; lo que importa es el resultado. Un criminal internacional y «secuaz de Putin» como Vardanyan no puede gozar del buen nombre de una institución internacional. No es que sea el primer nominado a un Nobel de la Paz que dista mucho de ser el candidato ideal. Después de todo, Stalin también fue propuesto al premio, y no fue el único aspirante extraordinariamente poco digno de recibirlo.

Puede que el Comité del Nobel solo esté siguiendo la tradición de conceder premios de la Paz a personas con las manos manchadas de sangre. A fin de cuentas, esa iniciativa se podría interpretar no como un deseo de apaciguar a una dictadura más, sino como una especie de rayo de esperanza, una confianza (si bien desplazada) en la capacidad y el potencial que tenemos los humanos de dar un giro a nuestras vidas, ser mejores personas y hacer las cosas mejor.

En una rueda de prensa en Bruselas, la eurodiputada independiente danesa Karen Melchior declaró que, a pesar de la injerencia de larga data del Kremlin y su ofensiva actual contra Ucrania, a la Unión Europea todavía le falta aprender a resistir a la propaganda rusa. Melchior cree que los políticos y el conjunto de los medios de comunicación aún tienen que aprender a distinguir las narrativas de la propaganda de Moscú y, para ello, deben analizar más detenidamente la información que reciben, especialmente durante las campañas políticas en la Unión Europea.

Rusia niega rotundamente todas las acusaciones de injerencia en los asuntos de otros estados.manifestaron los presidentes de Rumanía, Polonia y Letonia el 11 de junio en una declaración publicada con motivo de una reunión de los miembros orientales de la alianza

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete