León XIV, el primer Papa matemático en más de mil años: el anterior inventó un ábaco y fue acusado de brujería
«Que el nuevo Papa sea matemático es muy buena noticia. Le va a ayudar a tener la mente más amueblada y quizás pueda influir en las decisiones que tenga que asumir«, afirma a este periódico Juan Matías Sepulcre, secretario de la Real Sociedad Matemática Española (RSME), un día después de la fumata blanca. En la organización la noticia ha corrido como la pólvora y no se hablaba de otra cosa en los grupos de WhatsApp que mantienen profesores e investigadores». Ha sido una alegría que sea matemático«, reconoce Sepulcre.
Robert Prevost se licenció en Ciencias Matemáticas en 1977 en la Universidad de Villanova, una institución privada perteneciente a la Orden de San Agustín, que se ubica en Radnor Township, Pensilvania (EE.UU.). Cinco años después obtuvo una Maestría en Divinidad por la Unión Teológica Católica de Chicago y fue ordenado sacerdote. También tiene un doctorado en Derecho Canónico por el Pontificio Colegio de Santo Tomás de Aquino en Roma y Villanova le otorgó un Doctorado honoris causa en Humanidades en 2014. «Puede que su relación con la ciencia sea diferente a la que ha tenido la Iglesia hasta ahora. Habrá que ver», dice el portavoz de la RSME.
Su historia coincide en el campo de las matemáticas con la de Silvestre II, el primer Papa francés. Gerberto de Aurillac, nacido en Auvernia en 945, era de origen humilde pero su inteligencia le hizo destacar y le llevó a estudiar matemáticas durante tres años en el Monasterio de Santa María de Ripoll, en Girona, bajo la protección del Conde Borrell de Barcelona. Entonces se aplicaban en el quadrivium, que incluía geometría, astronomía, aritmética y música. Aunque Cataluña era territorio cristiano, la mayor parte de la Península Ibérica era entonces musulmana y se dice que Gerberto pudo recibir la influencia de esa cultura, en esa época la más avanzada del mundo en astronomía.
Pacto con Satanás
Los conocimientos de Gerberto deslumbraron a papas y emperadores. La construcción de un nocturlabio, un instrumento utilizado para saber la hora durante la noche según la posición de una determinada estrella, impresionó a la corte de Otón III, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Fue él mismo quien maniobró para que, a la muerte del Papa Gregorio en el año 999, fuera Gerberto quien ocupara su lugar.
Como explican en La Gaceta de la RSME, Silvestre II dejó todo un legado de saberes. Inventó un ábaco, el ábaco de Gerberto, con un sistema de veintisiete posiciones, que bien podría considerase un antecedente de las modernas calculadoras de nuestros días. También se dice que influyó en la introducción del sistema decimal, lo que facilitaría el uso del cálculo, aunque la adopción del cero en Europa fue un proceso muy lento. Además, fabricó una nueva versión del monocordio, un instrumento musical, y fue el precursor de una especie de sistema taquigráfico, un lenguaje secreto inspirado en una escritura abreviada que recuperó de los antiguos sabios romanos, una especie de criptografía.
Pero las envidias y los odios que suscitaba su erudición, los intereses políticos y el terror que provocaba el año 1000 despertaron ciertas suspicacias y supersticiones en algunos sectores de la Iglesia. En los antiguos códices guardados en catedrales y museos pueden encontrarse grabados en los que se representa a Silvestre II en compañía de Satanás. Le acusaron de tener un pacto con el diablo e incluso de vivir en concubinato con un demonio femenino. Según el mito, fueron enterrados juntos en la catedral de San Juan de Letrán y de su tumba emana un fluido con poderes afrodisiacos. Otra leyenda también dice que esa misma tumba destila agua que, junto a un misterioso ruido de huesos, anuncia la muerte de un Papa. Estas historias reflejan el impacto que generaron sus conocimientos científicos en la Europa medieval. La época de León XIV es otra, pero la ciencia sigue recibiendo golpes. Quizás el nuevo Papa pueda ayudar a luchar contra la nueva superchería.