Cambio de paradigma en Alemania
Las elecciones del 23 de febrero llegan en un momento complicado para Alemania. Su economía se contrajo en 2024 un 0,2 por ciento, después de hacerlo un 0,3 en 2023. La falta de claridad sobre las perspectivas económicas ha afectado a la inversión y al consumo, y ha hecho aumentar fuertemente el ahorro. Sectores como el del automóvil o el químico atraviesan una crisis estructural. Volkswagen va a cerrar dos fábricas de automóviles en el país y eliminará 35.000 empleos hasta 2030.
El clima político está marcado por el escaso carisma de Olaf Scholz, quien según 'The Economist' boxea en Europa por debajo de su peso. También por la inmigración y por la guerra de Ucrania, que se ve con enorme preocupación. Alemania está a la cabeza de la ayuda a Kiev, pero ha vetado el uso de los misiles Taurus de largo alcance. Las relaciones con Zelenski son complicadas.
Las encuestas predicen una victoria electoral de la CDU de Friedrich Merz, con más del 30 por ciento de los votos. Alternativa por Alemania (AfD) recibiría alrededor de un 20 por ciento, seguida del SPD, de los Verdes y del partido populista de izquierda BSW. Ni los liberales ni Die Linke tienen garantizado entrar en el Bundestag. Es notable el ascenso de AfD, impulsada por el rechazo a la inmigración. AfD es más extremista que otros partidos de ultraderecha europeos, algo especialmente problemático en un país que eligió a Hitler en las urnas en 1933. Todos los demás partidos se han negado a colaborar con sus dirigentes. El apoyo de Elon Musk a AfD no ha sido bien recibido en Alemania.
Los problemas de Alemania proceden del agotamiento del modelo económico y de seguridad en el que ha basado su crecimiento hasta ahora. Estamos en un nuevo ciclo histórico, un 'Zeitenwende', como dicen allá, y para afrontarlo es necesario un cambio de paradigma. En el plano económico, la invasión rusa de Ucrania terminó con la energía barata para su industria. El Gobierno de Scholz redujo en un tiempo récord su dependencia del gas natural ruso y se han hecho inversiones muy importantes en energías renovables. Pero los precios de la energía son muy altos. Alemania ha experimentado un descenso notable en los índices internacionales de competitividad. A ello han contribuido problemas en el sistema de educación y el déficit de inversiones en infraestructuras, tanto físicas como digitales.
Las políticas proteccionistas en Estados Unidos y la creciente competencia de las empresas chinas amenazan sus exportaciones a dos de sus principales mercados. Pero la economía alemana necesita depender menos de las exportaciones industriales y apoyarse más en la revolución digital. Para ello hay que reforzar la educación y la investigación y movilizar a sus industrias, sus universidades y sus centros de investigación. El tamaño de sus empresas debe aumentar para competir con las de EE.UU. y China en sectores como la inteligencia artificial o la computación cuántica. No es solo un problema de Alemania, sino de Europa en su conjunto, como señalan los informes elaborados en 2024 por dos ex primeros ministros italianos, Mario Draghi y Enrico Letta. En ellos se proponen cambios regulatorios que permitan aumentar la competitividad y aprovechar todo el potencial del mercado único europeo.
En lo que concierne a la seguridad, Alemania ha tenido desde 1945 una dependencia defensiva de Estados Unidos que puede resultar muy peligrosa si Trump debilita el compromiso norteamericano con la OTAN. Scholz también tomó medidas en este terreno. Incrementó en 100.000 millones de euros los gastos de defensa, que ahora superan el porcentaje del 2 por ciento del PIB al que se han comprometido los miembros de la OTAN. Propuso asimismo volver al servicio militar obligatorio. De nuevo, no es un problema solo alemán, sino europeo. España debe priorizar alcanzar el 2 por ciento del PIB dedicado a la defensa. Actualmente está en el 1,3 y Trump habla del 5. La dependencia militar puede ser cómoda y barata, pero en último término supone renunciar a la independencia política. Eso es lo que Europa ha hecho desde 1945. Ahora estamos en un cambio de ciclo. Europa no puede seguir a expensas de las futuras decisiones de Putin, ni colocarse en manos de Trump para cuestiones relativas a su propia supervivencia. No se trata solo de gastar más dinero y de gastarlo mejor. Europa necesita más músculo político. Tiene que empezar a asumir la responsabilidad por su propio destino. Un acuerdo de alto el fuego en Ucrania, por ejemplo, puede exigir que Europa –en coordinación con Estados Unidos– dé garantías de seguridad a Kiev, incluido el despliegue de fuerzas europeas en territorio ucraniano. Algunos lo verán como algo muy complicado. Otros, como una oportunidad.
Ursula von der Leyen formaba parte del gobierno de Ángela Merkel que rechazó una financiación europea de la salida de la crisis del euro. Pero como presidenta de la Comisión Europea impulsó los fondos New Generation, financiados con deuda común de la UE para superar la situación creada por el Covid-19. Merkel lo apoyó, demostrando así haber aprendido las lecciones de la crisis anterior. Ahora la UE deberá volver a endeudarse, para reforzar su política de defensa y para aplicar las propuestas de los informes Letta y Draghi. Este señala que Europa necesita movilizar 800.000 millones de euros. Esa cantidad está fuera del alcance de cualquier país concreto, incluida Alemania.
Todo esto significa más inversión pública y privada en Alemania. Para cambiar el modelo económico, para educación e investigación, para mejorar la competitividad, para modernizar las infraestructuras, para una mayor independencia defensiva. Alemania tiene margen para ello. Su deuda pública no pasa del 64 por ciento del PIB. Pero para hacerlo deberá revisar el mecanismo de 'freno de la deuda', fijado en la Constitución. A ello se oponen los llamados 'halcones de la deuda', que impusieron las políticas de austeridad durante la crisis de 2008, cuando estuve como embajador en Berlín. Scholz quiso suspenderlo, pero la negativa del Partido Liberal provocó estas elecciones anticipadas. Merz podría estar abierto a la idea, con ciertas condiciones. Pero un cambio constitucional exige una mayoría de dos tercios en el Bundestag y todo dependerá del resultado de las elecciones. De ahí su importancia.
Alemania tiene una enorme capacidad para reinventarse, como demostró después de la Segunda Guerra Mundial. En su sociedad rigen hoy unos valores democráticos y de apertura al exterior que son los opuestos a los que prevalecían antes de 1945. Si Alemania pudo hacerlo entonces, lo puede hacer ahora. También la UE necesita reinventarse. Como ha dicho Josep Borrell, no puede seguir siendo un herbívoro en un mundo de carnívoros. Europa debe mantenerse fiel a sus valores. Pero si los carnívoros se acercan, tendrá que cambiar de dieta.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete