Los Ángeles se tensa ante el polémico despliegue militar de Trump: «Aquí no hay una guerra»

Para las autoridades locales y estatales, dominadas por los demócratas, el despliegue militar es un 'show' del presidente de EE.UU. para apuntarse un tanto político.

«Aquí no hay una guerra», aseguraba a este periódico Juliana, una joven de 25 años, de origen mexicano, envuelta en la bandera tricolor, una de las cientas de personas que desde el pasado viernes protagonizan las protestas. «Quieren que parezca como si quisiéramos una guerra. Lo que queremos es que nos traten con respeto», aseguraba desde los aledaños de una de las concentraciones, entre paredes de edificios gubernamentales tatuados con graffiti fresco, en los que domina la palabra 'Fuck' ('que le jodan'). Se lo dedican un montón de cosas: a Trump, a la policía de Los Ángeles y, sobre todo, a ICE, las siglas en inglés de la policía de Inmigración y Aduanas,. Como la conocen en la comunidad hispana, 'la migra', el brazo ejecutor de los arrestos y las deportaciones de indocumentados.

Entre una maraña policial

«Mira cómo vienen», señalaba a ABC Gregorio Llanos, un vecino de Los Ángeles, nacido y criado aquí, embutido en una camiseta de la selección mexicana de fútbol, señalando a una maraña policial que cierra una de las calles del centro de su ciudad: policías antidisturbios, otros en camionetas con uniforme de camuflaje y, más allá, una retén de la Guardia Nacional, armados hasta los dientes, que custodia un edificio gubernamental. «Vienen como si tuviéramos armas, solo tenemos nuestra voz» dice.

Era el lunes por la tarde, y a Llanes le preocupaba que se produjeran incidentes violentos que alimenten la narrativa de respuesta dura de Trump. Sí ocurrieron: lanzamientos de objetos contra la policía, escarceos, empujones, carreras, respuesta policial con gas lacrimógeno y pelotas de goma… El centro de Los Ángeles se descontroló por cuarto día consecutivo. Fue sobre todo por la presencia de agitadores, la mayoría de ellos muy jóvenes, que reventaban concentraciones en su gran mayoría pacíficas con lanzamientos a la policía. O con vandalismo, desde pintadas por todos lados a destrucción de un mobiliario o de una furgoneta de una televisión local, a la que tres jóvenes sacudieron con sus monopatines.

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Protestas en Los Ángeles

Llanes no se equivocó y todo eso fue utilizado este martes por Trump para tratar de justificar el envío del ejército.

«Si no hubiéramos intervenido, Los Ángeles estaría en llamas, igual que estuvo hace unos meses, con todas esas casas que se perdieron», dijo el presidente de EE.UU. ,, en referencia a los fuegos históricos que sufrió la ciudad de California a comienzos de año, en los que se quemaron cerca de 16.000 estructuras.

Es una exageración evidente del multimillonario neoyorquino, que ha convertido su respuesta a las protestas en Los Ángeles por las redadas contra inmigrantes indocumentados en el póster de su mano dura en política migratoria y en el mantenimiento del orden.

En medio de la guerra política con los demócratas, Trump defendió que las protestas de la noche anterior, la del lunes, fueron «terribles», pero que «logramos detenerlo».

Tensión e incidentes violentos

Como pudo comprobar este periódico, en Los Ángeles hubo mucha tensión e incidentes violentos. Desde el pasado viernes, algunos agitadores han lanzado piedras contra los agentes, han quemado coches, han saqueado negocios. Pero los disturbios habían bajado de intensidad para el lunes por la noche. Y, a la espera de lo que pudiera ocurrir la noche del martes, la situación en Los Ángeles no se corresponde con el retrato del presidente de EE.UU., que aseguró que «en ciertas áreas de Los Ángeles se puede decir que hubo una insurrección».

Es un término al que Trump recurre mucho para justificar el despliegue militar, al igual que ha utilizado el de 'invasión' en el pasado para impulsar deportaciones expeditas: «Fue terrible. Pero son insurrectos pagados, son agitadores pagados, reciben dinero», añadió, sin dar detalles de quién es quien paga a los alborotadores.

«Si yo no hubiera enviado a las tropas, estaríamos en una situación horrible, estaríamos registrando muchas muertes y mucha destrucción», insistió el multimillonario neoyorquino. «Por hacer lo que hice, yo paré la violencia en Los Ángeles». En realidad, la gran mayoría de efectivos desplegados en Los Ángeles son de fuerzas de seguridad locales y estatales. Los casi dos mil miembros de la Guardia Nacional desplegados, encargados de proteger edificios federales, no pueden realizar labores de control y represión de las protestas, lo mismo que ocurre con los 700 miembros del Cuerpo de Marines.

Oposición del gobernador de California

El despliegue de esas fuerzas ha sido realizado con la oposición del gobernador de California, Gavin Newsom, que es quien tiene la competencia sobre el despliegue de la Guardia Nacional. Newsom, que también tiene mucho capital en juego en esta disputa, con unas presidenciales de 2028 en las que apunta a candidato, ha defendido que la llamada al ejército es una «provocación» de Trump que ha agitado las protestas y que está dentro de una deriva del presidente hacia el «autoritarismo».

Trump aseguró que habló por teléfono en la víspera con Newsom y le acusó de hacer un «mal trabajo» y de «causar mucha muerte, mucha potencial muerte», aunque de momento no se ha registrado ningún fallecido, aunque sí ha habido decenas de heridos y contusionados, entre ellos varios periodistas.

Newsom, sin embargo, aseguró que esa llamada no se había producido. «Los estadounidenses deberían estar alarmados de que el presidente que despliegue 'marines' en nuestras calles no sabe ni siquiera con quién está hablando», criticó en sus redes sociales.

El gobernador anunció que California ha interpuesto una petición de urgencia en tribunales para bloquear el despliegue del ejército ordenado por el presidente. «Trump está mandando a militares contra ciudadanos estadounidenses», aseguró.